Huesos negros.

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4. Huesos negros.


Sonriendo a su amante, dejó caer su mano por el extremo izquierdo de la cama, mirándolo con sus ojos entrecerrados y llenos de lágrimas.

—Ven aquí, y con un cuchillo raja mi piel. Verás mis huesos, y las bacterias que los roen.

»Mandíbulas negras con grandes dientes, que mastican y escupen mis huesos —alzó su rostro, y apretó los labios con ira, ya no estaba hablando con él—. La casa que tanto tiempo se demoró en construir, ahora casi inexistente gracias a esas malditas bacterias. Bacterias que no se irán, no morirán antes que yo.

Puedes quebrar mis manos, de todas formas,

ya no las ocupo.

Puedes romper mis piernas, igual,

ya no voy a correr.

Puedes arrancar mis ojos, agradecería

ya no poder ver.

»Puedes romper este corazón, que derramará sangre por ti, y enterrarlo en este cajón de huesos negros.




me gusta ser una sufrida.

¿saben que todas estas cosas de  romance las escribo pensando en la persona que me gusta? No me quiero ni imaginar la cara que pondría si leyera estas cosas tan enfermas (?) dedicadas a su existencia, y  a mis ganas de morir, claro.

Cuentos no tan infantiles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora