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  Me desperté a un tapping en miventana. Me levanté de la cama y tiré delas cortinas. Ella estaba de vuelta, y metrajo cartas de Tsunade y Jeraiya. Ambosdijeron casi lo mismo. Nos dijeron quetenían negocios en la hoja y volvería enalgún momento en la próxima semana. Leíentre líneas y supe que querían conocer aKakashi. Ella desapareció de nuevo acualquier reino de dondesaliera. Suspirando, puse todas mis cajasen un sello que me metí en una bolsa enmi cintura. Sólo guardo cuatro sellostatuados en mi cuerpo, y el resto dibujo enpapel que guardo en una bolsa. Dejé elapartamento para ir al Hokage paraobtener mi pase. Todas las personas queviven fuera de la aldea deben tener unpase. De esa manera no tienen quepreocuparse de entrar o salir y puedenmoverse libremente. Cuando llegué, habíauna gran multitud delante de laoficina. Tenían carteles que decían: "Nodejes que el demonio cerca de nuestracasa Cuatro", así como,"La casa de lafamilia Namikaze-Uzumaki esimpenetrable. Veamos cómo se quema elzorro. Pronto verían laverdad. Probablemente tratarán de fingirque no tienen nada que ver con estaprotesta. Pero lo sabría. Gracias a mimemoria fotográfica, recuerdo los rostrosde cualquiera que me haya hechodaño. En vez de pasar por la ventana,como solía hacerlo con una multitud así,decidí caminar por ella. Estábamos losuficientemente cerca del edificio deHokage que no podían hacerme daño,pero para ser mezquino usé miHirashin. No dejó nada más que un borrónamarillo mientras apoyaba mi mano en elpomo de la puerta. Mirando hacia atrás,supe que pronto mi miedo a las multitudessería una cosa del pasado. Entré en laoficina del Hokage, una vez másignorando la recepcionistadeslumbrante. Cuando llegué allí, estabaen una sorpresa. ¡Vieja señora, sabio dePervy! Ambos me miraron. -¡Te has vueltomás grande! Tsunade exclamó. Aquítienes tu pase. Jiji me lo mostró. "Hay muypocas personas que firmaron hoy". Sabíaque él quería decir que los aldeanos ibana verme abrir las puertas. Por supuesto,pensaron que fracasaría. Supongo quetendré que darles un espectáculo. Jeraiyadijo: "Vas a querer ir a Ash a buscarcomida, la nevera ha estado vacía poraños después de todo". Asenti. "Lo tendréen mente." Salí de la oficina y fui a laspuertas. También había una multitud allí,pero estábamos demasiado lejos de laoficina del Hokage. Tendría que usar elHirashin por necesidad esta vez. Paséfuera de las puertas, yendo alrededor deuna milla antes de caminar el resto delcamino a Ash. Mientras estuve allí para lacomida, eché un vistazo alrededor dealgunas de las otras tiendastambién. Disfruté viendo familys ir sobresus días. Terminé mis compras yregresé. Podía sentir un buen número defirmas de chakra fuera de mi nueva casa,pero ya que estaban tratando de serescondido no sería ningún problema paramí y los ignoré. Caminando hasta laspuertas, me mordí los dedos y me ensuciéla sangre con el mango. Sólo sabía quelos aldeanos de los árboles estabansonriendo a sí mismos. Las puertas seabrieron silenciosamente, permitiéndomeentrar. Miré hacia atrás y vi que losaldeanos estaban congelados en estadode shock. Me reí entre dientes y entré, laspuertas cerrando detrás de mí. No metomó demasiado tiempo para deshacer lasmaletas, y aunque el lugar se mantuvo enforma decente, porque era tan grande unmontón de las habitaciones sin usarparecía que no habían sido utilizadosdurante siglos. Empecé a limpiar en elático y trabajé mi camino hacia abajo. Enel ático había cajas de ropa vieja y unaantigua máquina de coser, selladas contralos estragos del tiempo, y parecían igualesque el día en que fueron hechas. Limpiélas telarañas y abrí la ventana por elasiento de la ventana para ventilar lahabitación. El área de entrenamiento,piscina, cocina, tres de los dormitorios,comedor, sala de estar, y la guarderíadonde yo habría crecido tenía el ataquenunca sucedió, estaban limpios ycuidados. Limpié cada centímetro de lasdocenas de cuartos sin usar, y finalmenteme dirigí al sótano. Para mi sorpresa, fueuna especie de estudio. Todo estabalimpio y libre de polvo. Parecía ser el lugardonde mi papá trabajaba en focas. Cerréla puerta y decidí volver mañana. Todavíatenía dos días libres, y uno de ellos sepasaba en esa habitación. Ya decidí quecontinuaría mi estudio de los padres enlos sellos cuando tenía 8 años, así queesa habitación sería perfecta para mí.  

kakanaru:El dolor dètras de la màscara de narutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora