Capitulo 1

5.2K 473 266
                                    

—¿Ya recibiste el paquete?

Me muevo nerviosamente por toda la sala —que, considerando el tamaño de mi departamento, no es tan grande— esquivando los botes vacíos de ramen instantáneo que llevan ahí no sé cuántos días, mientras aplasto mi móvil contra mi oreja usando el hombro porque justo en este momento estoy sosteniendo la caja que ha enviado mi bro por correo.

—Sí, por eso es que te llamo- respondo más tranquilo de lo que normalmente haría, han sido muchas horas de viaje y me he tenido que tomar una especie de relajante—. Dijiste que lo hiciera apenas me llegara.

Del otro lado se escucha la risa de kuroo, como si estuviera verdaderamente emocionado.

—¡Espero que te guste! Tardé mucho para elegir el modelo indicado —dice, creando en mí una duda por lo que pestañeo varias veces al mismo tiempo que coloco el paquete sobre la mesa del comedor. ¿Qué habrá dentro?

La caja no es tan grande y tampoco pesa demasiado. Mmm... ¿será un búho de peluche?

—Bueno, gracias, no tenías que pillarme nada -le digo—. ¿Qué tal con el pudín?- pregunto para cambiar de tema, no puedo esperar para abrir la caja y el problema es que no encuentro las tijeras

Él chasquea la lengua.

—Tonterías. Fue tu cumpleaños y eres mi hermano favorito. ¡Obviamente debía regalarte algo! Y al gatito le tengo más que enamorado..

—Bro, sabes que tenerle ignorandote no es tenerle enamorado, no?- nos quedamos unos segundos en silencio y yo ya me lo imagino con cara de  "como lo supo"- Ah y Corrección, soy tu único hermano.

Me río y el se contagia a los pocos segundos. Escucho su risa y me recuerda lo mucho que lo extraño. A veces, desearía que mi amigo estuviera conmigo. Como antes, cuando éramos inseparables. Pero es un pensamiento demasiado egoísta considerando que él está en Inglaterra terminando sus estudios y enamorado de un gato bastante antisocial.

—¿Lo has abierto ya? —me urge.

—Espera, no sé dónde están las tijeras —rezongo, ganándome un «muévete, bokuto. Las llamadas salen caras» de su parte.

Ruedo los ojos —aprovechando que él no puede verme— y procedo a buscar el cúter que debe estar por algún cajón. Revuelvo toda la maldita cocina hasta que lo encuentro en el lugar menos pensado. En el congelador. ¿Cómo llegó ahí? Es un misterio de la vida de Bokuto koutaru.

Saco la navaja y la entierro directamente en la línea de cinta adhesiva café. La cinta cede ante el filo y pronto tengo la caja abierta frente a mí. Dentro, sólo puedo ver un montón de unicel con forma de cacahuates. Soy demasiado desesperado y casi no me gustan las sorpresas, así que, cansado de seguir esperando, coloco el móvil en la mesa —luego de decirle que me diera un segundo— y termino por meter las manos en la caja.

Saco una caja más pequeña y delgada, sin embargo cuando la miro directamente no puedo evitar soltar un chillido de felicidad. Tomo de nuevo el móvil y sonrío como si mi amigo pudiera verme.

—¡Brooo! —le chillo, alargando la última letra de nuestro apodo— ¡Te amo demasiado!

Mi "hermano" suelta una sonora carcajada.

—Soy lo máximo, ¿cierto?

—Por supuesto. Eres la mejor "persona como me despierto me quedo" del mundo —alabo, tras una serie de carcajadas—. Ey, ¿pero cómo supiste que necesitaba una nueva tableta electrónica?

Tras liberar esa pregunta, no espero más y empiezo a abrir la caja con una sola mano. Me toma un tiempo librar la prisión de cartón, pero por fin lo logro. La tableta es mejor de la que tenía. Cámara de alta calidad —tanto para vídeo como para fotos—, mucho espacio en la memoria y con una pantalla espectacular.

Oh, creo que estoy enamorado.

—Un pajarito me contó del accidente en las escaleras —dice, tras un rato de silencio—. No puedo creer que todavía no uses el elevador —se queja, aunque más bien parece regañarme—. Vives en el quinto piso.

Le ignoro.

—Es un buen ejercicio —digo, pero me apresuro a cambiar el tema, sabiendo que diría que yo jugaba al voleibol. Estoy ansioso por estrenar mi nueva tableta—. ¿Hablamos después?

Él suspira porque sabe exactamente qué estoy pensando.

—Bien.

Me despido de mi hermano dándole las gracias de nuevo por ese regalo de cumpleaños y prometiéndole uña vídeo llamada el fin de semana. Sin más, y dejando el móvil olvidado en la mesa de la cocina, corro hacia mi habitación. He encendido la tableta ya, así que lo primero que hago es buscar la cámara —eh, no pueden culparme. Soy fotógrafo— y empiezo a tomar fotos de todo lo que me rodea; desde mi deshecha cama, hasta el clóset que he olvidado cerrar esta mañana.

La calidad es asombrosa.

Me aburro de las fotos después de un rato, por lo que he puesto la cámara para grabar. Me acerco a la ventana y le tomo vídeo a todo. El cielo se ve hermoso —parece que tendremos un día muy soleado—, bajo un poco hasta topar con los departamentos de enfrente. Es ahí cuando me sorprendo, sin embargo.

La ventana del departamento frente al mío está abierta y eso es raro. Según sabía, nadie estaba rentándolo. Pero, como si el destino quisiera aclarar todas las dudas que surgieron en mi cerebro una figura entra a la escena. Es un hombre, pero no puedo verle el rostro. Su espalda queda grabada en mi tableta mientras mis ojos no hacen más que perderse en esa piel pálida.

Usa una camiseta sport negra que se le ciñe de manera perfecta a su cuerpo, sus brazos quedan al descubierto. Tiene músculos bien trabajados que me demuestran que mi nuevo vecino mantiene un riguroso entrenamiento. Tiene el cabello negro y puedo apreciar su nuca y cuello.

No supe exactamente el por qué, pero antes de darme cuenta me encontré a mí mismo poniéndole zoom a la cámara, como si quisiera poder ver todo de él. Es cuando él mira a su izquierda que por fin logro verle el rostro —o al menos parte—. Tiene un perfil asombroso. Sus ojos son pequeños y rasgados, de color oscuro. Su nariz es recta, perfecta y sus labios son delgados.

De hecho, él parece ser perfecto.

¿Quién es él?

Otro de los misterios en mi vida, sin duda alguna.

Grabando - BokuakaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora