Luego de dos días de ardua observación, he descubierto que mi nuevo vecino tiene un asombroso tatuaje de unos ojos de búho en el cóccix.
Lo sé porque también descubrí que le encanta pasearse por su departamento medio desnudo. Siempre, cada vez que termina de bañarse, se contonea por la habitación usando solamente una toalla atada a la cadera, tan delgada como corta. No es que eso sea malo, puede hacerlo porque está en su propiedad. El problema radica en lo que causa en mí cada vez que lo veo moverse de esa manera tan elegante. Hay mariposas en mi estómago y un desconocido calor en mi estómago, que se riega hasta mi rostro. Y es algo completamente nuevo para mí, en todas mis relación (con mujeres u hombres) jamás me ha pasado algo similar a esto.
En parte no me gustan todas esas sensaciones, pero tampoco puedo detenerlas.
Mmm... ¿estaré enfermo?
Sí, tal vez. Digo, no muchas personas toman fotos y vídeos de su vecino mientras está medio desnudo.
Quizá, sólo quizá, debería dejar de espiarlo. Pero no, no puedo hacerlo. Mi mente sigue diciéndome que alguien debe encargarse de pasmar esa belleza en fotografías, y algo más.
Y no es cómo si fuera algo malo, ¿verdad?
Eso no me hace un acosador, ¿cierto?
—No, claro que no —me digo a mí mismo, sonriendo, mientras termino de imprimir una fotografía—. Es sólo que, como fotógrafo, es mi deber capturar la belleza.
Me convenzo, al mismo tiempo que coloco la fotografía de mi vecino recién impresa junto a las otras tres que he tomado este día. Están pegadas con cinta adhesiva de colores en el mural de madera que tengo en mi habitación; hay muchas fotos en él (desde verdes paisajes, hasta otras personas), pero sólo las de mi vecino relucen con verdadera elegancia. Desde su rostro hasta parte de su cuerpo (con o sin ropa), todas aportan algo único.
Algo fantástico.
Porque pese a que le he tomado todas esas fotos en secreto, parece como si modelara, casi de manera profesional, para todas ellas.
—Él es tan... único —me digo admirando el mural donde yacen sus fotografías—. Me pregunto si alguna vez podré hablar con él.
Encojo los hombros, como si no me importara en absoluto. Bueno, si no tengo la oportunidad da igual. Siempre puedo seguir tomándole fotos a escondidas.
Y de nuevo, no tiene nada de malo. Sólo soy un simple fotógrafo al que le encanta apreciar la belleza cuando la tiene tan cerca.

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Grabando - Bokuaka
أدب الهواةBokuto Koutarou se acaba de mudar a un nuevo departamento y descubre que tiene a un... delicioso vecino Créditos al autor del dibujo de la portada. Los personajes de Haikyuu no me pertenecen a mí, si no a Haruichi Furudate.