Que el amor es agridulce -me decían- que las mentiras lo lastiman, mas nunca me enseñaron como salir por la puerta grande con el corazón magullado, ni como continuar con la vida cuando el alma te la han destrozado. Que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver -decían mis abuelos- a su madurez debo decir que he descubierto dos tipos de ceguera: aquella que viven de inquilina en la capacidad del tiempo y la que poseen los descorazonados, esos que pasan con la vista en el suelo, recogiendo los pedazos de un amor incompleto.🌛