Cap 3

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Salí tambaleándome e intentando no caerme de la casa del portal. En el patio, Winston estaba hablando tranquilamente con otra chica, a la cual no conocía. Debo de tener un aspecto horrible, pero aún así me acerco a ellos. 

- Winston, ¿dónde está Chuck?

- Amigo, estás tomado. 

- ¿Dónde está Chuck? Necesito hablar con él. 

- Te llevaré a tu habitación- dijo colocando una mano en mi hombro, mientras con un gesto se despedía de la chica. 

- Solo quiero saber donde está. Es urgente. 

- Vamos- dijo jalando levemente de mí y dirigiéndose a mi habitación. 

- ¿Dónde carajo está Chuck?- dije gritando un poco y soltándome de él. 

- Está en su habitación- dijo balbuceando, claramente no se esperaba esa reacción de mí parte. 

Me dirigí con paso firme a la habitación de Chuck. Abrí sin pedir permiso, y me lo encontré leyendo tranquilamente un libro.

- Newt, ¿qué haces aquí?

Cerré y puse seguro en la puerta, para luego sentarme a su lado en la cama. Él era el único en que podía confiar, y la única persona que no me tiraría a loco. 

- Chuck- dije dificultosamente, y después tragué saliva, nervioso- Identifique a nuestro heavim- dije con un miedo tremendo de que no me creyera. 

- Newt, no me vengas con eso. No es gracioso. Aparte de que estás ebrio. 

- No estoy bromeando. Estaré ebrio, pero no miento. 

- Mmm- dudó- ¿Y bien? ¿Quién es?

- Su nombre es Thomas. 

Él, al escuchar estás palabras, frunció el ceño, para después mirar a un punto fijo, pensando desesperadamente si era posible de que yo estuviera en lo cierto. Hasta que por fin reaccionó. 

- Thomas... - susurró mirándome con una expresión que no supe descifrar. Yo asentí, con una pequeña sonrisa, aliviado de que recordara- Tom, Tommy, Thomas. ¿Como no me pude dar cuenta? Pero sí es Thomas- dice con una sonrisa amplia.  

Inesperadamente, me abrazó. Quizá por agradecimiento.

- Pero, ¿como es posible que lo hayas identificado? 

Yo me encogí de hombros. Él levantó un dedo, haciéndome esperar. 

- Libro de reglas del cielo- dijo al aire. 

Rápidamente apareció el libro y Chuck lo tomó en sus manos. Hojeó hasta que encontró lo que buscaba. 

- Las personas que estén en el cielo no podrán identificar a su heavim, es decir, la persona más significativa para ellos durante su vida. Aunque hay excepciones. Esto ocurre muy raramente, pero cada 20 años, dos personas tienen una conexión tan fuerte, que una puede identificar a la otra, su heavim, en el cielo. Esto ocurre poco después de que una de esas dos personas es enviado al cielo. Esas personas, están destinadas a reconocerse y amarse durante la eternidad- terminó de leer, con la misma expresión que yo tenía. Estábamos completamente sorprendidos. 

- ¿No hay forma de que pueda interactuar con Thomas? - pregunté.

- ¿Interactuar?

- Bajar, a la tierra. 

- ¿Acaso estás loco?

A respuesta, tomé el libro ágilmente y empecé a hojear. 

Encontré lo que buscaba. 

- Se pueden hacer pequeños viajes a la tierra, siempre y cuando pertenezcas al pequeño grupo de personas que se mencionó en el capítulo anterior. Podrás visitar a tu heavim. En sus sueños. Lo que tienes que hacer es ahogarte en el portal, con su agua mágica. Y aparecerás en sus sueños. Aunque sea por tres minutos, si se pasa de ese tiempo, la persona estará inconsciente durante tres díasy sin ninguna otra oportunidad de volver a visitarlo- leí en voz alta. 

- Ni creas que yo voy a ser el que sumerja tu cabeza en ese pozo- dijo rápidamente Chuck. 

A respuesta, dejé el libro en su cama. Lo tomé de la mano y lo dirigí, casi corriendo, a la casa del portal. Entramos en la habitación donde estaba el pozo que me llevaría a Thomas. 

- Hazlo- ordené a Chuck. 

- No- dijo rotundamente. 

- Por favor- le supliqué.

- Que le dirás, ¿eh? ¿Que se suicide para estar aquí con nosotros? Si es así, no lo haré. 

- Será su decisión, Chuck. Yo solo le diré como llegar aquí, y dejaré la decisión en sus manos. Te lo prometo, no lo obligaré. Yo... solo quiero que sepa que estoy aquí, que lo veo, y que lo extraño. Por favor, hazlo. 

Chuck meditó un momento la situación, pero al final soltó un bufido, y me asintió. 
Me coloqué cerca del pozo, esperando que Chuck me hundiera. 

- Suerte, y, aunque suene muy egoísta, haz que vuelva. Dile que lo quiero- fueron las últimas palabras antes de que posará su mano en mi cabeza, y con fuerza, me sumergiera. 

Desde el fondo del pozo, una luz brillante se dirigía hacia mí. Era blanca y deslumbrante. Yo intentaba librarme de la mano de Chuck, por instinto. Hasta que al final, mi cuerpo dejó de responder y la luz había llegado hasta mí. 

Fue tan brillante que me cegó, y me transportó. 



Desde mi cielo (Newtmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora