Mi mente, ya un poco molesta por los quejidos del Corazón se giró hacia él. - Dime, ¿pretendes quedarte ahí y quejarte toda la noche? - Comentó Mente con tono rudo.
Corazón permaneció silencio por unos segundos, mientras miraba con rabia y dolor. - ¿Qué pretendes que haga? - Comentó.
Mientras ambos peleaban, yo aún continuaba colocando aquellas rocas en su lugar. Como un zombi que no sabía hacer más nada, como un robot que solo había sido programado para hacer eso. Si, quizás eso era, me había convertido en un robot, en alguien sin sentimientos y con un programa preestablecido dentro de su cuerpo.
- Ya deja de quejarte, lo que hicimos. Lo hicimos por tu bien-
- ¡Por mi bien!? - Comentó Corazón con tono sarcástico. - ¡En serio!?- comenta con una sonrisa falsa. - ¿¡Acaso me encerraron en este lugar por mi bien!? - Continuó. – Ustedes, me encerraron como si estuviese loco, me trataron como si hubiese cometido un crimen...- Tomó unos minutos de silencio. - Cada vez... que intentaba expresarme, ustedes buscaban la manera de como callarme... me sedaban. Como si lo que sentía fuese ilegal. Como si el amar fuese ilegal-
Aquellas palabras, aquellas cosas que él decía, me habían robado la concentración. Me detuve.
- Si, sabes que tengo razón...- Comentó dirigiéndose hacia mí. - ...Sabes que te duele nunca haberme escuchado antes. Sabes que te duele seguir haciéndolo, seguir sin escucharme- Comentaba nuevamente con su voz ahogada y perdida.
-No lo escuches, no vale la pena. No le prestes atención- Dijo la Mente dirigiéndose hacia mí.
- Mira a tu maldito alrededor- grito el Corazón, con lágrimas en sus ojos. - ¿Qué queda? ¿Acaso queda algo? Dime, vamos. Dime si queda algo en el maldito alrededor- Su voz parecía agitada. - ¡Por no escucharme, por nunca escucharme es que estamos aquí en este maldito desierto! -
Me quede inmóvil, perdido entre aquellas palabras que el corazón gritaba.
- ¿Seguirás escuchando a ese impostor?- Continuaba vociferando el Corazón.
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Una carta abierta - La lucha interna
Short StoryCuando el corazón se vuelve tu enemigo, cuando tu mente se convierte en la culpable y cuando la vida te obliga a cargar con su recuerdo. Dime, ¿que puedes hacer?