Capítulo 01

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Pensamientos

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|Noche silenciosa|

La tenue iluminación de las estrellas chocaban contra una cabaña.

Era de noche, el cielo en Sengoku Jidai hace horas se tiñó de una tonalidad incluso más oscura que el azulino característico de las profundidades del mar.

Las estrellas se posaban de manera suave, e iluminaban con dificultad los enormes terrenos.

Nuestros queridos protagonistas buscaban con urgencia a Naraku, pues manipulaba el último fragmento de Shikon no Tama. Esa noche, se habían quedado a dormir junto a la anciana Kaede, pues el cansancio y el hambre los había vencido.

Unos ojos chocolates se abrieron de manera lenta, se preguntó qué horas eran.
Asumió que bastante tarde, no sabía la causa del porqué había despertado. Mas la única razón había sido la luz lunar penetrante que entraba por la pequeña y vieja ventana de la cabaña, que había chocado directamente con su rostro adormecido.

Al instante en que despertó, giró su cabeza  lentamente en búsqueda del peliplata.

Para amarga sorpresa no se encontraba.

Buscó dudosa en todas las esquinas, pero no, definitivamente él no estaba. Negó con la cabeza y pensó que lo mejor sería dormir, mañana sería un día arduo pues la búsqueda continuaba. Se acomodó lentamente en su saco de dormir celeste agua y lentamente cerró los ojos, centrándose únicamente en el sonido de las ranas y grillos que yacían cerca de ahí.

Sus ojos se abrieron rápidamente de la nada y su corazón se aceleró. Sentía una presencia cerca, dudosa se sentó en su saco de dormir y desde la pequeña ventana comenzó a mirar el cielo junto al frondoso bosque que se encontraba frente a ella.
Al no ver nada extraño, decidió ponerse de pie y dirigirse hacia el frío umbral de la puerta.

Sentía el frío invadir sus extremidades y el viento invitarla a salir. Juntó ambas manos y comenzó a frotarlas como también a calentarlas con su propio aliento sin quitar la vista de las estrellas.

Y entonces... lo vio.

Observó el débil hilo blanco vagando entre las pocas nubes del cielo, en dirección al bosque.

Una serpiente caza almas de Kikyo, de eso no cabía duda.

Sonrió de manera amarga, le era tan obvio que Inuyasha no se encontrase aquí ahora.

La azabache se mordió el labio, apretó sus puños y dudosa pensó en dar un paso fuera de la cabaña, pensó si lo que estaba por hacer realmente estaba bien, si debía hacerlo o simplemente debía dormir sin meterse en los asuntos del hanyou, pero…

La curiosidad mató al gato.

Comenzó su carrera, veloz hacia el interior de aquel espeso y oscuro bosque, realmente no entendía porqué corría con tanta rapidez, era tan obvia la respuesta de todas sus interrogantes en ese momento.

Pero no, ahí iba la testaruda Kagome, quien tropezaba con las piedras y ramas que interferian su carrera.

De pronto paró en seco, escuchó un leve suspiro provenir de aún más dentro del bosque, estaba cerca, muy cerca.

La azabache bajó su mirada y con inseguridad se quedó observando sus puños enrojecidos a causa del frío. Por un par de minutos su propia conciencia cuestionó sus actos, se preguntó además si realmente era seguro continuar con esto, temía que la respuesta a todas sus interrogantes terminará acabando con su corazón roto, pero… ¿a quién demonios le importaba?

El destino de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora