Capítulo 02

301 29 11
                                    

|Secuestrada|

—¿Naraku? —murmuró dudosa y con el temor presente. —¿Qué quieres de mí?—formuló nuevamente con el ceño fruncido, se sentía débil, de eso estaba más que segura.

Desgraciadamente no traía su arco ni flechas, es decir, estaba totalmente indefensa.

Corrió como una niña pequeña hacía Inuyasha sin pensar en su propia seguridad, se sentía una verdadera estúpida.

El hombre que yacía en la oscuridad con reflejante sonrisa se agudizó la garganta y con pasos lentos se dejó envolver por la luz que invadía aquel terreno.

—Hace tiempo… desde que te vi junto a aquel patético hanyou no dude en que en verdad eras la reencarnación de Kikyo, quizás por eso Inuyasha permitió que estuvieras a su lado. —formuló con suavidad mientras sonreía fríamente.

Kagome al escuchar aquella frase desgarradora sintió como su pecho se partía en dos, las lágrimas amenazaban por salir nuevamente, pero no, debía ser fuerte, no debía permitir que aquel monstruo la viera derramar una sola lágrima.

—Pero bueno, ese no es el punto mi querida Kagome, vamos al grano. —continuó.

Kagome mantenía su ceño fruncido dando a conocer que estaba dispuesta a dar la pelea. No se daría por vencida tan fácilmente, incluso si se trataba del mismísimo Naraku.

—Tú posees algo que Kikyo nunca más podrá poseer, creo que lo sabes, ¿no? —Sonrió Naraku esperando la respuesta de Kagome, quien le miraba con profundo odio.

Aquella mirada en verdad le encantaba. No había nada más placentero que observar cómo esa miserable humana le odiaba con todas sus fuerzas.

Kagome respiró profundo y con sus ojos centrados en los oscuros de este con sequedad respondió.

—No, no lo sé. —respondió fuertemente para que su respuesta llegara más que clara a los oídos de este. Naraku sonrió aún más, enseñando su sonrisa demoníaca que le caracterizaba.

—Mi queridísima Kagome, tú posees lo que cualquier inmortal no le teme, lo que cualquier alma perdida sueña y lo que cualquier cadáver envidia... —dijo él, extendiendo su mano derecha con elegancia, mientras que le regalaba una de sus miradas más atemorizantes. —Vida. —Volvió a formular ahora sin sonrisa, avanzando hacia la chica, arrinconando su esbelto cuerpo contra él árbol más cercano.

—¿Qu-Qué quieres decir con eso? —murmuró la azabache con temor y confusión, a pocos centímetros de los ojos oscuros de Naraku quien con peligrosa seriedad le miraba.

Extendió aún más su sonrisa y con brutalidad jaló la delicada muñeca de ella hacia él.

La azabache con obvio temor, temió lo peor. Sus manos con temblores abundantes intentaron buscar la salida de aquel árbol que la había encerrado a sí misma, abrió sus ojos abruptamente al sentir las ásperas manos de Naraku quien tomó con rudeza su muñeca y la jalaba hacia él, una mueca de dolor nació de Kagome, quién con fuerza intentaba separarse de éste sin lograr éxito alguno.

¿Esta era la despedida?

¿Acaso no vería más a sus amigos?

¿Esta vez Inuyasha no aparecería siendo él su único héroe?

Una sonrisa melancólica nació de la azabache y con su mirada baja, con rudeza abofeteó a Naraku quien borró automáticamente su sonrisa.

No dejaría que se saliera con la suya, ella también podía defenderse.

¡Basta de depender de Inuyasha! Era suficiente.

El destino de KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora