Capítulo 1.

124 15 11
                                    

Abro los ojos rápidamente y observo mi gran habitación con cautela, ese fuerte olor a perfume masculino inunda mi habitación otra vez, aún trato de encontrar las posibles razones de porqué ha dejado de oler a mi Victoria's Secret Moonlight Dreams splash. Ha dejado de oler así desde que cumplí los 16. Si mi madre entrara aquí por las mañanas pensaría que su hija es una prostituta, pero no es así. Al parecer, todo está en su perfecto orden.

Sigo buscando a mi alrededor para encontrarme con mi reloj, cinco y media de la mañana, otra vez. Apago la alarma -que para estos días han sido inútil- me estiro y bostezo.

Permanezco unos cuantos minutos en la cama y miro detenidamente esa brecha de sol que se cuela por mis gruesas cortinas, parece un lindo día. Finalmente me levanto y me dirijo hacia mi cuarto de baño, enciendo la luz y me observo por un momento: mi larga y rebelde melena castaña hecha un desastre, mis cejas perfectamente hechas, mis ojos grises con su extraña mezcla de verde esmeralda y mis inconfundibles pecas. Pareciera que se multiplicaran en mis mejillas cada vez que duermo. Frunzo el seño ante mis pecas y sonrío de mi expresión. Me desvisto y me entro a la bañera, nada mas relajante que un rico baño con agua tibia cuando estas a tiempo. He aprendido a amar levantarme temprano porque me ayuda a estar más relajada para la escuela. Lavo mi espeza cabellera y salgo de la ducha, seco mi cabello y salgo directo hacia mi armario, lo abro y saco mis nuevos jeans azules y una blusa blanca con un listón rosa pálido en el hombro, sonrío ante el regalo de mi gran amiga Loreen y combino mi outfit con unas zapatillas color nude.

Vuelvo al cuarto de baño y compruebo que mis cejas estén en su perfecto estado, aplico un poco de labial, rímel y listo! Salgo rápidamente de mi habitación sin antes tomar mi mochila y mi celular.
Mientras bajo las escaleras ya percibo el delicioso olor a café que mamá prepara en la cocina. Es una mujer maravillosa, siempre la he admirado porque supo cuidar de mí y mi hermano mayor a pesar de que nuestro padre nos abandonara y decidiera irse a yo no sé donde diablos con una de sus asquerosas amantes cuando yo tenía 8 y mi hermano 10. Por eso me da tanto coraje como pueden ser los hombres con ciertas mujeres. Al recordar a mi hermano, no puedo evitar sonreír y recordar a un adolescente de 17 años deambulando por la casa con su cabello negro y hermosos ojos café, cuanto lo extraño. Deseo que vuelva de España en cuanto antes y que se transfiera a una universidad local, aquí en el cálido Los Angeles.

—Buen día, cariño– interrumpe una dulce voz mis pensamientos, miro a mamá para encontrarme con la misma Madeleine de siempre, no ha cambiado ni un poquito desde que  tengo uso de razón: cabello negro ondulado y alborotado por las mañanas, ojos verdes soñolientos y una sonrisa de 'Hey, estoy aquí pero realmente quiero estar en cama.'

–Hola mamá, cómo amaneciste hoy? – pregunté mientras tomaba la taza de café que ella sostenía en sus manos y le dí un sorbo, mmm delicioso, como siempre.

–Muy bien, y tú? se te ve muy risueña hoy –responde y me mira sonriente. No puedo evitar devolverle la sonrisa. –Te he preparado unas tostadas, están listas dentro de unos minutos. Por favor, asegúrate de que no se quemen, necesito contestar esta llamada. –me dice mientras oigo el sonido de su teléfono retumbar en el fondo.

–No te preocupes –asentí mientras me dirigía hacia la tostadora.

Luego de tomar mi desayuno, tomé mi plato y mi taza de café, lo coloqué en el lavaplatos, salí hacia el despacho de mamá que aún estaba hablando por el teléfono y se veía muy disgustada. Le hice un ademán con las manos para indicarle que me iba e hice mi camino hacia la puerta. Al salir, saco la llave de mi auto, el cual obtuve cuando cumplí los dieciséis. Fue un regalo de papá, su primer regalo después que se marchó. Aún lo extraño, pero en estos momentos agradezco que se esté revolcando con las mil y unas millonarias de todo New York. Abro la puerta del auto pero al sentarme me doy cuenta de que hay otro papel atrapado en el parabrisas. Salgo y tomo el papel, lo leo sonriendo: 'Hoy te ves hermosa.' Miro a mi alrededor para ver si hay alguien cerca, pero como siempre, ni rastro. Me adentro en el auto y hago mi camino hacia la escuela.

Al llegar a la escuela, mi sonrisa se va degradando poco a poco y mi cara se vuelve sobria. Asistir a esta escuela es un infierno. Odio la falsedad de las personas aquí y la necesidad de unos de querer aplastar a otros. No le encuentro el sentido a nada de esto. Por suerte, mi conciencia me alienta y me dice: Calma, Eileen, solo unos cuantos meses y ya sales de este infierno.

–Hola guapa, lindo trasero –dice una voz totalmente familiar para mí.

–Hola Paúl –saludo a mi viejo amigo y golpeo su hombro suavemente, fingiendo indignación. –Pero que desagradable eres! A las damas no se les trata así –Digo entre risas.

–Auch! –reclama Paúl mientras toma su hombro y finge dolor. No puedo evitar reírme ante su expresión.

–Has visto a Loreen? –pregunto mirando hacia todos los lados, tratando de localizarla hasta que encuentro a mi amiga: es una de esas rubias que te quitan el aliento, es muy inteligente y tiene mucha actitud, cualidad que me ha ayudado a trabajar estos últimos años.

–Hey chicos, Qué tal están? –pregunta mi amiga con cierta tranquilidad y con buen ánimo.

–De maravillas –responde Paúl, mientras pasa su brazo por el hombro de Loreen y besa su mejilla, los miro con cara de 'uyyy, ya sé lo que pasa aquí' y noto como sus mejillas toman un poco de color.

–Todo muy bien, ha sido una gran mañana – digo pensando en aquella nota en mi auto.

*****

El día en la escuela pasó mas rápido que de costumbre. Cuando sonó el timbre final oí cánticos angélicales en mi oídos. Solo comparto una clase con Paúl, Loreen y yo no tenemos ninguna clases juntas, por lo que es muy aburrido para mí venir a clases. Me dirigí hacia donde estaba Loreen, ya que no visualizaba a Paúl por ningún lado.

–Oye Lore, quieres ir a mi casa esta tarde? creo que mamá no estará en casa.

–Ah... no creo que pueda, tengo que ir al dentista hoy. Sorry amiga, te debo unos tacones –sonríe mi amiga, un poco apenada.

–No te preocupes, aunque creo que a este paso me deberás toda una tienda! –río ante mi ocurrencia, ya que tiene varios días cancelando mis invitaciones.

–Oye! –reclama Lore, poniendo los ojos en blanco. –Bueno amiga, me tengo que ir. Te quiero un montón- se despide la rubia mientras me da un fuerte abrazo.

–Yo por igual! –correspondo su abrazo y me despido. –Anda a buscar a Paúl, de seguro anda esperándote como un loco – digo en voz alta y miro a mi amiga que se encuentra a distancia de mí con una mirada pícara.  'Bitch' es la palabra que logro leer en los perfectos labios pintados de rojo de mi amiga. Me sonrío ampliamente mientras me volteo en dirección contraria hacia la puerta. Al voltear, no me di cuenta que alguien estaba detrás de mí y chocamos el uno contra el otro. A juzgar por su ropa era un chico... bastante alto.

–Disculpa... lo siento, no era mi intención –me disculpé muy avergonzada y rápidamente me agaché a recoger mi celular y mi bolso.

–No hay problema – dijo el chico en un murmuro, moviéndose rápidamente.

Me quedé extrañada un momento ante su rapidez y misterio, pero decidí ignorarlo. Lo que sí pude percibir fue ese olor, aquél que todos los días está en mi habitación.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 19, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Adicta Al Peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora