II

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Playlist:

Runaway —Ed Sheeran/ BrotherNEEDTOBREATHE/ Somebody to die forHurts/ The ship in the port —radical face/ Simple man —cover by Jensen Ackles ft. Jason Manns/ Perfect —simple plan

(Travis: dieciséis años de edad.
Sean: once años de edad.)

—¡Sean! ¡Ven a ayudarme con esto, por favor!

Sean golpeteó el lápiz contra su labio de forma impaciente. Aquel problema de matemática lo tenía loco, pero necesitaba terminarlo antes de ayudar a Travis. Escribió una ecuación en un momento de iluminación, pero volvió a borrarla al darse cuenta que estaba mal. Miró por la ventana hacia el granero donde estaba Travis y movió el pie, nervioso.

—¡Sean! —gritó otra vez Travis. Su voz apenas llegaba a la casa—. ¡Es en serio!

El chico lanzó el lápiz contra la mesa, frustrado, y tomó su abrigo de lana del respaldo de la silla para salir de la casa. Aún era otoño, pero no faltaba mucho para el invierno y se podía prever que sería una época complicada, sobre todo después de que el ejército siguiera llevándose gran parte de las cosechas.

Regan salió tras él con una llave y un destornillador en la mano y rodó los ojos. El hombre tenía la nariz roja por el frío y las manos hinchadas como salchichas, pero nunca nada le había impedido trabajar en su tractor, del que Sean se mofaba que lo cuidaba más que a él.

—No sé para qué aún los mando a la escuela si no les enseñan nada útil —se quejó para sí mismo en voz alta.

«Al menos en la escuela sí escuchan lo que digo, no como tú» pensó Sean con amargura, pero se abstuvo de decir algo y apretó los labios. Corrió al rescate de Travis de mala gana, que se encontraba sosteniendo tantos troncos de madera que casi le tapaban el rostro. El mayor tuvo que inclinarse para que su hermano tomara algunos; hacía ya un tiempo que Travis había crecido más que Sean, pero éste no parecía tardar en alcanzarlo.

Travis suspiró y movió el cuello.

—Por Dios —dijo mientras caminaban al granero—, si querías morir de frío por la noche me hubieras avisado y me habría ahorrado gran peso. —Sean no respondió la broma, sino que siguió caminando con la mirada fija. Travis frunció el ceño—. Hey, Grandulón, ¿sucede algo?

Sean negó con la cabeza. Travis alzó una ceja y se encogió de hombros.

—Si tú lo dices... Oye, después te toca barrer las hojas y quemarlas con la basura.

El pequeño se quejó.

—Tengo mucha tarea para hacer, Travis. —Sean hizo un puchero: eso siempre convencía a Travis.

Él se encogió de hombros.

—No es mi problema. La hubieras hecho antes en vez de dormir hasta tarde. —Sean sacó más el labio inferior y lo miró con sus ojos de cachorro—. Sean, no. Ya hemos hablado de esto. Tus caras ya no sirven.

Sean apoyó la cabeza en el brazo de su hermano y se frotó.

—Por favor —suplicó—. Mañana te ayudaré con los establos.

Travis lo observó con el entrecejo fruncido y suspiró.

—Eso se llama manipulación, Grandulón —lo acusó—. De acuerdo, pero mañana no quiero nada de excusas —se apresuró a decir.

Buscando el camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora