Prefacio.

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Era aterrador, más de lo que debería ser. Chloe akumatizada no debía causarle tantos escalofríos como lo hacía.

Marinette entendía que, como heroína de París, la gente la admiraba; no se sentía cómoda al respecto pero debía poner las cosas como eran. Sin embargo, Chloe había superado las expectativas. Por eso estaban en el techo del Grand Paris, peleando con Antibug. Espeluznante, cómo Chloe lograba moverse justo como ella. La había tenido toda la mañana pensando en qué pasaría si alguna vez llegase a ser akumatizada.

Un ardor se extendió por su mejilla, se había distraído en medio de la pelea. Miró a quien sabía era la causante del golpe, Antibug.

«Eso es lo que te pasa por andar de distraída», se dijo.

Antibug se tiró sobre ella, trataba de tomar ventaja de la distracción. Sin embargo, Ladybug tenía la ventaja de la experiencia, la suerte y de un compañero, o eso creía. Se la quitó de encima al empujarla con los pies por el abdomen, Ladybug se sorprendió cuando cayó en cuenta de qué tan lejos la había lanzado.

«Debo controlar mi fuerza», se dijo, aún tirada sobre el cobertor de la piscina; escuchaba el sonido del yo-yo de Antibug chocar contra la vara de Chat Noir, sabía que tenía un segundo de descanso.

Estaba agotada, los brazos le ardían y las piernas le temblaban. Dos akumatizaciones en menos de dos horas y una a causa de ella; se sentía la peor persona que pudiera pisar el planeta, pero no sabía dónde terminaba lo físico y dónde comenzaba lo emocional. Chloe había sido akumatizada por su culpa, luego de todo lo que sucedió, aun así pudo lograr dañar su vida más.

Pero la que estaba tendida en aquel cobertor no era Marinette sino Ladybug, así que se tragó toda la culpa y se levantó para tratar de enmendar los errores que aún podía corregir, sólo para ver como su compañero caía al suelo producto de una patada alta que conectó con su mandíbula.

No reaccionó por unos agónicos segundos, ese impacto podía matarlo y pensar en ello le quitaba la capacidad de respirar. Pero vio a Chloe acercarse con malicia al cuerpo del héroe; actuó por inercia.

No supo qué era lo que hacía hasta que ya lo había hecho. Su yo-yo se enrolló en la cintura de Chloe y la tiró contra el muro opuesto. En el fondo de su mente estaba aquella voz llamada culpa, pero no podía concentrarse en otra cosa que no fuese su compañero; ella podía esperar.

-¡Chat! -Volteó en dirección al rubio y corrió hasta él-. Chat, mírame, ¿estás bien? -preguntó, desesperada. No quería tocarlo por miedo a causarle una herida mayor.

-He estado peor -afirmó, pero Ladybug escuchaba el timbre de dolor en esa mentira.

-No comiences a mentirme, ¿quieres? -soltó amarga. Sí que sabía ponerse la máscara de indiferencia, por fortuna (o desgracia), Chat podía ver a través, así que le esbozó una sonrisa típica de él.

-No me atrevería, bugaboo. -Le guiñó un ojo; Ladybug mantuvo su cara inexpresiva-. Luces hermosa cuando estás preocupada, pero luces mejor cuando sonríes.

Ella no quería hacerlo pero sonrió. Vaya, sí que estaba perdida; lo supo cuando ese tipo de cosas dejaron de molestarla.

-¿¡Qué estás haciendo!? -Tuvo que dejar de lado sus pensamientos para gritar escandalizada-. ¡No te levantes! -chilló.

-Pero, Ladybug, estoy bien. No pasa nad...

-¡No! -se negó de nuevo, esta vez lo empujó para mantenerlo recostado; había comenzado a respirar de forma arrítmica. Chat la miró con el ceño fruncido, debía pensar que actuaba muy extraño-. Puede ser grave, te pegaste fuerte en la cabeza. -Temor se dejaba escuchar en su voz, aunque no quisiera.

¿Qué le sucede a Marinette?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora