—¿Qué dices, Marinette? ¿Vienes con nosotros? —preguntó, sonriendo.
Debía intentarlo, por Adrien, el pobre no iba a admitir nunca que le gustaba. Nino sentía compasión por él, estaba al pobre nunca le había gustado nadie de la forma que le gustaba Marinette; si el rojo eterno en sus mejillas era una pista.
Sonrió tan sincero como pudo, pero la mirada que obtuvo como respuesta era una clara advertencia.
—Lo siento, Nino —dijo ella, sin levantar la vista del libro que leía—, pero realmente no me he estado sintiendo bien estos últimos días, y no quisiera arruinarles la salida a ti y a Alya. Además, estoy ayudando aquí en la panadería.
—Sí... —Miró a cada lado de sí—. Ya veo.
La panadería estaba vacía.
Marinette levantó la vista hacia él de nuevo, casi lucía fastidiada.
—Nino. —El tono de voz se había endurecido, el libro en sus manos quedó en segundo plano.
Lo miró de la misma forma que miraba a Chloe antes de una rabieta, retándolo a decir algo mas, y devolvió la mirada al texto. Parecía un texto de psicología.
Nino era muchas cosas, pero no era un mal amigo, y sabía que sin Marinette, su mejor amigo se sentiría como la tercera rueda. Tomó un respiro hondo y arrastró una silla para que quedara frente a Marinette.
—Escucha, sé que estamos mal, pero de verdad necesito tu ayuda, ¿sí? —Marinette alzó la vista, esta vez con una ceja arqueada—. No lo quiero dejar solo, especialmente hoy, pero ya le había prometido a Alya que saldríamos. Y no sería lindo que él se sintiera incómodo sólo con Alya y conmigo. Por favor, Mari. —Juntó las manos, suplicando.
—Ni siquiera lo intentes. —Lo amenazó con el dedo, pero si algo le había enseñado Alya era no rendirse tan fácil. Mantuvo las cejas alzadas y los ojos suplicantes.
Terminó por ceder. De mala gana, pero cediendo al fin.
—Está bien. Iré a avisarle a mis padres y a tomar un abrigo.
Se levantó de la silla y fue a la parte de atrás de la panadería. Estando solo, Nino dejó salir un suspiro aliviado. De verdad no había esperado convencerla, había guardado esperanzas pero no creyó que se volvieran realidad.
Acomodó las sillas que habían usado mientras Marinette volvía. Miraba afuera de la, desde donde estaba podía ver el parque donde sus respectivos mejores amigos los esperaban.
—Listo —dijo Marinette detrás de él.
Volteó. Se había puesto una chaqueta negra sobre la blusa blanca. Algo en su mente no hacía clic; se da cuenta un momento (o dos) después de que nunca antes la había visto usar ese color.
—¿Q-Qué estás mirando? —tartamudeó.
«Genial, Nino, ahora cree que eres un lunático», se regañó.
—Es que… Es que nunca te había visto…, eh, usando negro. —Apartó de golpe la vista—. Ni con… el cabello suelto.
Notó cómo se removía en su lugar y se mordía el labio. «Gran movimiento, Nino —se dijo—. Ahora está incómoda».
Marinette se aclaró la garganta. Un cierre para ese momento incómodo, esa era ella diciendo que esa conversación debía quedarse ahí y nunca seguir.
—Vamos —le pidió. Nino asintió.
Los dos salieron juntos del local en silencio. Él iba un paso más adelante que ella. Escuchaba el sonido de sus pasos desanimados detrás suyo. Comenzó a arrepentirse de haberla obligado a acompañarla, ahora iba a estar presión anda y más incomoda de lo que ya estaba en la escuela.
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¿Qué le sucede a Marinette?
FanficMarinette no era lo que aparentaba. Detrás de esa sonrisa amable y ojos celestes habían secretos que nadie sabía y que nunca debían saber... Lástima que no se trataba sólo de una máscara roja. Cuando la actitud y personalidad de Marinette sufren un...