Capítulo 6.

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Estoy mareada y aún no sé si es por todo el alcohol que bebí o por el movimiento en las caderas de ésta niña.
Hay algo que me gusta hacer cuando miro a una persona interesante en la calle; Lo observo detenidamente y luego según sus rasgos intento adivinar su edad y si me es posible su nombre. No es algo muy divertido ya que nunca sé si estaba en lo correcto pero me entretiene hacerlo.
Hagámoslo con la bonita chica que baila sobre la mesa.
Bien, tiene una piel de color uniforme, es un tanto morena pero no mucho, creo que la llamaremos morenaza hasta entonces.
Luego de pensar ésto doy una leve carcajada para mí y niego con la cabeza.
«Vamos Jauregui, estás perdiendote en la bebida.»
—Shhhht, no necesito de ti ahora, molesto subconsciente. -pronuncio en voz alta como si fuese una persona a la que me dirijo y luego me echo a reír.
¿En qué estábamos? Oh, sí.
La morenaza...
Bueno, cabello castaño claro, piel morena clara y una sonrisa perfecta.
Debe tener más de 18, ese cuerpo sólo puede ser de una mujer mayor de edad.
La morenza tiene más de 18 y menos de 25, estoy totalmente segura de ello.
Ahora... Su nombre.
¿Laura? Pfff, patético.
¿Marie? ¿Elizabeth? ¿Evelyn?
Bien, no daré con su nombre, tal vez lo más lógico sea preguntárselo.
—Heeeeey, culona. -doy una intensa carcajada por la barbaridad que acabo de decir.-
Ella naturalmente me ignora y sigue con lo suyo, bailando tanto que me hace pensar que nunca se cansa.

Bien, suficiente de bebida por hoy, ya estoy haciendo estupideces y no quiero terminar mal.
Estoy dispuesta a irme pero un mesero se me acerca y me susurra que tiene un trago de cortesía para mí, frunzo el ceño y me niego a aceptarlo, no tomaré una bebida que no pedí y mucho menos sin saber de dónde viene.
—Tranquila señorita, el trago se lo envía un hombre, está sentado en aquella mesa. -me señala con su dedo índice la mesa del fondo en que se puede ver un hombre con una sonrisa enorme.-
—¿Por qué me enviaría tragos?
—Tómelo y vaya a preguntárselo usted misma.
Dudo un momento en aceptar el vaso, finalmente me decido y tomo la bebida entre mis dedos, la huelo mientras me tambaleo en camino a la mesa de la esquina. Necesito explicaciones.
—Buenas noches. -suelto de golpe.-
—Hola, mi amor.
Esas tres palabras sonaron tan nauseabundas que trago saliva para mejorar la sensación en mi boca.
—No me llames amor, ¿bien?
—Vamos, no seas tan agresiva.
—¿Por qué me enviaste una bebida?
—Porque te miro desde hace rato y me pareces hermosa.
—Entonces, ¿por tener una cara bonita tienes derecho a hacerme regalos?

Debo admitir que este hombre es sumamente atractivo:
Cabello rubio oscuro, sonrisa radiante y ojos marrones, además tiene un montón de tatuajes en ambos brazos y su camisa cubre gran parte de la tinta que tiene en el cuello.

—Me disculpo, no quise ofenderla.

Río un poco por lo absurdo de mi drama, dejo el vaso sobre la mesa y reposo mis codos en ella.

—Lamento haberte hablado así, tu intención fué buena.
—Descuida, fué un poco inconsciente de mi parte.
—Mi nombre es Lauren, ¿puedo sentarme?
—Adelante.

Me siento en el banco frente a él y le sonrío ampliamente.

—¿Cómo te llamas?
—Edward.
—Lindo nombre. -murmuro mientras mi dedo índice juguetea con los bordes del vaso.
—El tuyo también es lindo, no tan lindo como tus ojos.
—Gracias. -me limito a decir. Nunca sé que responder ante un cumplido.
—Tus mejillas están del color de un tomate. -me dice entre risas.-
—Es lo que provocas. -bromeó y ambos reímos.-
—Juro que me pareces conocida. -me dice recorriendo mi rostro con sus ojos.-
—Hmm, yo estoy segura de que no, nunca te ví antes.
—¿Vives aquí?
—Pero claro, un bar es el mejor lugar para vivir.
—Vámos, hablo en serio.
—¿Crees que bromeo?  El baño es el lugar más cómodo en el que he dormido.
—Wow, ¿de verdad?
—¿Tengo cara de payaso o un letrero que diga bromista en mi frente?
—No, es sólo que...

No puedo contener la risa ante su expresión de terror.

—Sólo jugaba.
—Vaya bromista, Lauren.

Reímos de nuevo y ésta vez nos miramos a los ojos mientras recuperamos el aliento.

—Y... ¿Eres así de agresiva normalmente o sólo cuando estás ebria?
—No estoy ebria.
—Tu cabeza se mueve en círculos.
—Sólo la muevo al ritmo de la música. -me excuso.-
—Creo que vas un poco fuera de ritmo.
—Ay Ed, eres un idiota.
—Un idiota con suerte, nunca creí que terminara así con la chica más linda del lugar.

Miro a todos lados excepto a su rostro, debo admitir que su coqueteo me intimida un poco.
—Respecto a tu pregunta... -murmuro- no suelo ser agresiva, realmente sólo lo soy cuando estoy molesta o muy estresada.
—¿Estás muy molesta y estresada ahora?
—Creo que ya no mucho pero sí, fué una semana pesada.
—El trabajo.
—Exacto, todo fué por el trabajo.
—¿Quieres contarme?
—No suelo contarle mis cosas a desconocidos.
—Ahora sabes que me llamo Edward, ¿quieres mi dirección y antecedentes penales para contarme?
—Quizá una prueba de sangre sea suficiente.

Reímos de nuevo y yo me siento cómoda con un hombre por primera vez en mucho tiempo, ¿cambiará su actitud cuando sepa mi preferencia?

—Ya es tarde, tengo que irme.
—¿Estás sobrio?
—Hmmm, no bebí casi nada realmente.
—¡Excelente! Podrías llevarme a casa y luego te presto mi auto para que vayas a la tuya.
—Déjame ver si entiendo, ¿no puedes contarme tus asuntos personales pero sí puedes confiarme tu auto?
—Difícilmente confío en alguien.
—Ya lo creo. -dice sarcástico y yo sonrío de oreja a oreja, éste chico me entiende.
—Entonces, ¿lo tomas o lo dejas?
—No te dejaría conducir borracha, te llevo a tu casa y luego vuelvo a la mía.
—¿Mañana nos vemos aquí para que me entregues mi auto?
—No utilizaré tu auto, Lauren.
—¿Seguro?
—Totalmente, pero es muy gentil de tu parte.
—Vámonos, wuuuu.
—Sólo si prometes no abrir la boca una vez más.

Me pasa una mano por el hombro para ayudarme a caminar y vamos juntos hasta la salida.

And if I stay?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora