3.

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Me despertó un dulce olor que inundaba la habitación.

Abrí los ojos tímidamente temiendo ahora seguir en aquel oscuro túnel.

Y no. No estaba en el túnel. Seguía en aquella lúgubre habitación de hospital de una transcurrida calle de Madrid.

Les miré a ellos y solo Triana estaba despierta.

Se me hizo un nudo en la garganta.

¿Qué era lo que me pasaba?

- ¿A qué huele?  -pregunté tímidamente.

Ella se percató de sorpresa que estaba despierta.

Miró a sus manos en las que había una taza humeante.

-Huele a té verde, ¿te gusta el olor? - preguntó mirándome con dulzura.

-S.. sí. Huele muy bien -dije mirando la taza.

-Ahora no puedes tomarlo. Solo la comida que te ofrece el hospital -dijo mirándome con tristeza.

Mi madre se despertó. Se levantó del sillón y me dió un beso en la frente.

Y sin decir absolutamente nada se metió en el cuarto de baño con la bolsa de aseo y ropa que había en el armario.

-¿Por qué no ha hablado? -pregunté desconcentrada. Era todo tan absurdo. Como sacado de una película de Hollywood.

- Bueno.. Tu madre nunca ha sido de un buen despertar. Es mejor que ella no hable. Al menos lo lleva haciendo desde que te conozco -dijo mirando hacia la puerta del cuarto de baño por la que había hecho solo unos segundos había entrado.

-¿Qué hora es? -pregunté.

-Son las nueve y diez. ¿Ya tienes hambre? -me respondió girando la cabeza para mí.

-La verdad esque no. Pero necesito comer algo -exclamé tristemente.

En ese momento mi madre salió vestida. Llevaba unos jeans grises, una camisa blanca con detalles de tatuajes antiguos y los mismos botines negros que ayer.

Soltó la bolsa de aseo en el armario y se acercó a la cama.

-¿Quieres que te traiga el desayuno? -dijo con desdén.

-Bueno. Que remedio -dije sin apenas fuerzas. Esa situación era agotadora. ¿Qué había pasado? ¿Cómo había sido mi vida anteriormente?

-¿Vas tú a por la bandeja? -le preguntó Triana girando la cabeza hacia ella.

- Sí, ya estoy vestida. Cámbiate pronto o llegarás tarde al trabajo -dijo mirándola.

Mi madre salió por la puerta.

Triana abrió el armario y cogió un poco de ropa y su bolsa de aseo.

Entró al cuarto de baño y yo me quedé mirando por la ventana.

Mientras Triana estaba metida en el cuarto de baño, mi madre llegó y soltó la bandeja en la mesa. La abrió y había un triste vaso de leche fría con cuatro galletas mal contadas.

Me comí una galleta y Triana salió del cuarto de baño.

Llevaba una sudadera negra con el dibujo de una hamburguesa, un pantalón vaquero normal rasgado a la altura de las rodillas, unas Vans altas blancas. Para acabar, un eyeliner negro y un pintalabios granate.

Seguí comiendo mientras observaba como guardaba la bolsa de aseo y sacaba una mochila.

-¿Qué llevas ahí? -pregunté.

La bella chica del libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora