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Mi madre terminó de recoger todas nuestras pertenencias. Prácticamente vivíamos allí.

-Mamá... -llamé su atención disimuladamente para preguntarle una cosa.

Desde que estaba allí había descubierto muchas cosas sobre mi vida. Era hija única. Era de Sevilla pero llevaba allí viviendo desde pequeña. Trabajaba en una oficina haciendo fotografías, al igual que Triana. Tenía 23 años y llevaba viviendo sola ya tres años aunque ahora iba a vivir en casa de mis padres porque iba a ser lo mejor, hasta que recuperara lo más posible mi memoria.

-¿Qué te ocurre, cielo? -me respondió.

-Es que desde que estoy aquí... He notado cómo que tú y papá no os habláis mucho y apenas os miráis si quiera. ¿Estáis bien? -pregunté sin apartar la mirada de ella.

Resopló.

-Macarena. No puedes pretender saberlo todo -dijo mirándome con tristeza.

Y como sabía sumar dos más dos entendí que las cosas no iban bien.

Pero, ¿qué era lo que había ocurrido? ¿Estaban así porque estuve en coma? ¿O que estuviera en coma fue el desencadenante de la ruptura? ¿Pero acaso era una ruptura definitiva? Y lo más probable ¿era esto todo imaginación mis y siempre había sido una relación distante?

Y como ni madre me dijo que no hiciera más preguntas, me limité a eso, no hacer preguntas.

Las conversaciones banales no llevan a ningún lado.

Me levanté de la cama y cogí la ropa que mi madre había prepararais para mí, para que me vistiera ese día. Nos íbamos a ir esa misma mañana.

Fui al cuarto de baño con mi bolsa de aseo. Me duché y me miré al espejo. En todo ese tiempo había evitado lo más posible mirarme al espejo. Me daba miedo reaccionar o cómo era en la realidad.

La verdad, era una chica bastante guapa. Tenía los ojos azules, y una melena hasta el codo castaña. Medía aproximadamente un metro setenta. Era bastante delgada, aunque comparada con mi padre era una delgadez constitutiva.

Me quedé observándome frente al espejo aproximadamente diez minutos.

Salí vestida con un pantalón amarillo, una camiseta negra que tenía una cara bastante graciosa y chula amarilla y ponía debajo «Nirvana» y para acabar unas Converse amarillas también. Llevaba un conjunto bastante conjuntado.

-Antes de entrar en coma te gustaba conjuntar absolutamente todos los colores de las prendas que llevabas, incluso con el reloj o los pendientes -dijo examinado mi total look de arriba a abajo.

Me gustaba cómo era yo. Puede parecer algo tonto, pero es que no sabía cómo era y cada cosa que descubría de mí me gustaba y me parecía curioso.

Me dirigí a la ventana. Estaba mirando el paisaje. Tenía muchas ganas de irme ya de aquel hospital. Quería ver a Triana y ver mi casa.

El doctor entró por la puerta de la habitación.

-Hola Macarena -dijo sonriendo y mirando unos papeles que tenía en sus manos.

Me di la vuelta.

-Hola doctor -respondí.

-Parece que ya está todo en orden. Ya tienes tu alta y puedes irte en cuanto quieras. Pero teniendo en cuenta que son las mueve y veinte de la mañana, deberás dejar la habitación libre para las doce, tenemos más pacientes que atender -dijo mirándome.

Mi madre volvió a darle las gracias otras tres o cuatro veces.

Estaba muy contenta. Ya era libre.

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2017 ⏰

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La bella chica del libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora