Le rozaban los muslos la impertinente mirada de los tipos que la seguían por la cuadra. Iba torcida, roída, sangraba y se abrigaba del asco que le brotaba de las pupilas. Pasen y vean. Todavía saboreaba el hambre, y le dolían las caderas, y se le quebraban las muñecas, y se terminaba la aventura. Ya era de día. Escupió la amargura. El rocío de la mañana disimulaba su angustia. Se agarró con fuerza de la últimas palabras. Pasen y vean cómo se muere la primavera.
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Relatos de una hembra
PoetryParida en el horror, se escapa de la realidad para siempre y emprende una búsqueda desesperada por la identidad, el cuerpo, la dignidad y el amor.