CAPRICHOS

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La luz golpea contra su rostro, despertándolo; es el aroma a café lo que primero olfatea y su barriga ruge exigiendo llenarse pero está demasiado soñoliento para siquiera intentar levantarse.

Adoraba el olor a café en las mañanas y ver el radiante sol junto al cielo despejado cuando las persianas se encontraban abiertas dando un fantástico panorama. Le gustaba despertar desnudo con ligeras sabanas cubriéndolo, le encantaba el leve dolor en su parte trasera como un recuerdo de lo que paso ayer en la anoche.

Minseok amaba despertar en la cama de Lu; aunque eso estuviera mal.


La puerta se abre de a poco dando entrada a un alegre hombre con sola una camisa puesta teniendo en la parte inferior su desnudez algo que ya le es muy familiar. Minseok solo sonríe y se sienta apoyándose en el respaldar de la cama. 

El castaño se acerca y deja la bandeja en el escritorio para acercarse y robarle un beso que recibe gustoso el más bajo.

—Te he traído una pastilla para el dolor —habla el castaño para después pasárselo junto a un vaso de agua. Minseok agradece para después tomarlas— Y he traído otras, por si acaso.

—No lo creo, necesito estar bien para la tarde. Todos van estar viéndonos.—como si furan criminales tenian que ocultar a los ojos de todos,

Es después de lo dicho que el ambiente cambia sin embargo es Minseok que no se arrepiente;

¿Por qué lo haría? Porque debería sentir un poco de pena   al ver el rostro apagado del hombre que dice amarlo, cuando menciona lo evidente ¿Por qué?


Solo faltaban horas para que ahora sea otra que ocupara el lugar en la cama de Luhan, de su vida y quizás quien sabe de su corazón también. Él amor era tan moldeable y efímero que no lo le sorprendería que en unos años más vuelva a  amarla tanto o más que a él y eso lo hacia sentir temeroso;  pero sería lo mas  correcto, Minseok no quisiera imaginar que su pareja esté pensando en otros cuando se lo están follando y mucho peor que la persona que le roba los suspiros y le hace llegar al clímax sea tu propio hermano. Porque si, Minseok había cometido un gran error.


Es Luhan que siempre le menciona que podría dejar a su hermana si es Minseok lo desea así, sin embargo es el pelinegro que se niega aquello y le amenaza que si lo hace nunca más lo volvería a ver lo que obliga al mayor a seguir esa relación toxica y dañina; Luhan lo ama y comprende el aprecio que Minseok le tiene a su hermana, que no la quiere verla sufrir y tampoco su desprecio cuando se entere sobre la larga relación que han llevado  a escondida , que hace que no insista más y si su única opción para tener a su lado al pequeño era casarse y seguir con ella, Luhan no recriminaría nada y lo obedecería.

Siendo tan tonto, a algo que era más que claro.  



Es el tiempo que es su peor enemigo, es el mismo Minseok que entrega a Luhan y lo acompaña a todos los sitios que tiene que estar para que esté listo para el gran evento especial; es todo su ser que se estremece al verlo con ese traje negro que entalla con su cuerpo y ese peinado elegante que lo hace ver más guapo de lo que ya es. Minseok solo atina sonreír, solo a eso cuando las miradas recaen en ellos y nunca los dejan solos, haciéndole sentir tan sucio y culpable cuando aprovechan el mínimo descuido para entregarse el uno al otro en un probador de la elegante tienda; son los gemidos del contrario que son amortiguados por su mano sin embargo son algunos que se le escapan a él porque ¡Oh Dios! y se recrimina por meter a dios en algo tan aborrecible pero es el pelinegro que lo aprieta tan fuerte haciéndole sentir tan pleno.

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