III | 3 Bastón de Caramelo

37 7 2
                                    


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

-Querida, son las dos de la tarde y sigues en la cama- mi madre había entrado en mi habitación quedándose en el umbral de la puerta- Levántate todos te esperamos abajo en el comedor- cerro la puerta a sus espaldas después de hablar.

Maldición lo único que recuerdo anoche es que bebí hasta que mis propias piernas flaquearon y me obligaron a llamar a Conan a mi ayuda .Las cortinas de mi habitación seguían cerradas cosa que hará mucho más fácil levantarme y acostumbrar a mis ojos a esta escasa luz. Me puse de pie lo más rápido que pude, mi cuerpo se sentía muy pesado y mi cabeza en cualquier momento explotaría. Mi pijama; que bien era de Conan, la cual el mismo me había puesto me calentaba en esta tarde de fría. Recogí mi cabello en una cola alta, y me puse unas pantuflas negras, a juego con el pijama que era negro con cuadros grises. Camine al sanitario, me desmaquille y me lave los dientes, mi cara en el reflejo del espejo parecía el de un mapache apestoso y rabioso. Terminando baje las escaleras y para mi sorpresa todos me estaban esperando, cuando mi madre dijo todos te están esperando, creí que se refería a Zeus y Atenea, Conan y mi Padre nunca meriendan con nosotros; Conan por la mañana entrena en el gimnasio hasta tarde y mi padre se queda en su despacho todo el día.

-Dua, al parecer estuviste disfrutando tu noche- Mi padre hablo mientras me adentraba en el comedor y tomaba mi asiento en medio de mi madre y Atenea.

-Sí, salí a festejar que Conan a entrado en el negocio familiar- la mirada afilada de mi madre y mi hermano me atravesaba mientras tomaba un par de panqueques- ¿Acaso no lo hiciste tu ayer?- en el rostro de mi papá se asomaba cierta duda de a lo que yo me refería- Si cuando golpeaste a Mamá, una forma muy grata para festejar ¿no?

Los mellizos mostraban preocupación en su rostro, nunca han visto como papá golpea a mamá y al pensarlo comienzan a llenar sus ojos de lágrimas. A pesar de tener cinco son niños muy fuertes, pues nuestra familia es así. Las lágrimas ni los sentimentalismos están permitidos.

-Querida no digas cosas de las que te puedas arrepentir más tarde- Mi madre había puesto su mano sobre la mía; si seguía hablando mi padre tomaría repercusiones con ella. Por debajo de la mesa patee a Conan tenía que sacarnos de aquí.

-¿Papá no vas a decirles a mamá y a Dua porque hoy estamos aquí?- Hablo mi hermano percatándose de lo que yo quería, desde pequeños aprendimos a leer nuestras miradas y la que él me dedicaba no era una buena; decía me debes una grande.

Mi padre relajo su mirada que se había clavado en mi madre, para mirarme a mí.

| ESCAPANDO DE MÍ |Where stories live. Discover now