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—Woozi! saldré a la tienda a comprar los víveres de la semana, volvere dentro de poco. Dejé tu tazón lleno de leche cerca del fregadero por si tienes hambre, si?—Le comunicó rebosante de energía el azabache a su mascota.

El minino estaba echado en el sofá, al oír a Seungcheol lo miró a los ojos por unos instantes, para luego voltearse y emprender rumbo a la alcoba de su humano.

—Bueno, tomaré eso como un sí.— Murmuró Seungcheol para sí mismo mientras cerraba la puerta del apartamento.

—Jihoon idiota, mi nombre es Jihoon. Y como coño quieres que te responda? Soy un maldito gato, no puedo decirte "Esta bien cariño, vuelve pronto" Ni "Vete a la mierda", cuando salgas sólo dejame la leche en el tazón y si quieres te vas por una semana, no me interesa.

Woozi, a pesar de su apariencia, era un gato con una personalidad terrible, aunque no siempre fue un gato, él era realmente un humano.

—Maldita vieja zorra desgraciada, cuando vuelva a ser humano no podrá escaparse de la paliza que le daré por convertirme en un jodido gato. Y aún no tengo ni idea de por qué lo hizo, vieja bruja.

Jihoon se acomodó en la cama de su "dueño", justo en el lugar donde llegaban los rayos del sol, para así tomar una siesta.

Jihoon llevaba dos semanas siendo un gato, y una viviendo con Seungcheol.

Lo último que recuerda estando en su forma humana es haber abierto la puerta de su apartamento y ver a una anciana acercarse rápidamente a él. Después de eso, Jihoon recuerda sentirse pequeño, mucho más pequeño de lo normal, miró hacia abajo y vio unas patas de gato, al notar que eran suyas corrió como un maniático y al salir del edificio un auto lo chocó.

Lo siguiente que recuerda es haber visto unos grandes ojos que lo miraban fijamente y una voz serena que le decía:

—Tranquilo chico, estarás bien, te lo prometo.

Y luego vio todo negro otra vez.

Al despertar, se dio cuenta de que estaba en una jaula y tenía una pata trasera vendada, que le dolía bastante.

Pasó un par de días en aquella clínica veterinaria, hasta que un día se despertó y estaba en la casa del hombre que lo había cuidado.

—Sé que no te dije nada antes pero me di cuenta de que eres un callejero y me hace falta un poco de compañía aquí. Mi nombre es Seungcheol, espero que nos llevemos bien. Desde hoy en adelante, te llamaré Woozi.— El hombre de grandes ojos lo miraba mientras acariciaba su cabeza, lo que lo hizo sentir tranquilo.

Aquella decisión molestó bastante al felino, pero la amabilidad del azabache le dio a entender que era inofensivo y sólo quería cuidarlo, ya que al no tener collar supo que era un gato sin dueño y que nadie se haría cargo de él cuando le diera el alta de la clínica. Sin mencionar que el conductor que lo chocó se había dado a la fuga.

Pero aún así, Jihoon se desquitaba orinando en la bajada de cama de Seungcheol todas las mañanas.

I'm not a cat! ~ JicheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora