Uno.

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El, ahora, pelinegro siempre recordaba como conoció a su gran mejor amigo. ¡No podía evitarlo! Aunque estuviese comiendo, viendo televisión, leyendo e incluso durmiendo, el moreno siempre estaba en sus pensamientos. Siempre lo comparaba con todo.

¿Qué es eso? ¿Un chico lindo?
¡NamJoon tiene hoyuelos!
¿Que el chico lindo también tiene hoyuelos?
¡NamJoon es alto!
¿Que el  chico lindo también es alto?
¡NamJoon es moreno!
¿Que el lindo también es moreno?
¡Al demonio! NamJoon es NamJoon y sólo por ser él, es perfecto.

La misma sonrisa de una adolescente mirando la foto de su ídolo favorito, era la misma que Jin dibujaba en sus labios cuando el menor estaba con él, o cuando pensaba en él, o cuando alguien lo mencionaba. ¡Eso sí! Jin sólo sonreía cuando mencionaban a NamJoon en cosas buenas, pero cuando era todo lo contrario, Jin sacaba sus garras para defenderlo.

Un testigo sería aquella chica cuyo nombre era YoungMi, quien un día  llegó a la escuela con el cabello como Rainbow Dash de My Little Pony, no sólo el color de cabello sino que el corte igual. ¿Qué como lo hizo SeokJin? Fácil, YoungMi amaba las galletas, SeokJin era el mejor haciendo galletas, este último agregó pastillas para dormir a unas galletas que él mismo preparó para la chica, la cual sin conocer la intención del mayor las aceptó gustosa, las comía como si no hubiese un mañana. Esa noche, Jin se desveló cortando y tinturando el cabello de la chica. YoungMi, se dio por enterada que aquel tinte en su cabello no era permanente, sólo era spray. el cual se quitó luego de que la lluvia la tomara por sorpresa saliendo de la casa de su mejor amiga. Para la desgracia de la chica arco iris -desde aquel acontecimiento todos sus conocidos decidieron llamarle así- se enteró de aquello cinco días después de despertar como una pony.

Jin decidió no ser tan vengativo. 

Sólo Jin sabía quien era culpable de aquello, porque sí, había pasado más de tres meses que eso sucedió y ni siquiera el mismo NamJoon sabía quien fue el responsable.

Volviendo a la realidad, Jin esperaba a NamJoon en una cafetería. El mayor daba pequeños golpes a la mesa como si esta fuera un tambor. Él había llegado una hora antes de la que había concordado  con el moreno.

Suspiró y dejó caer su espalda contra el cómodo respaldo del sillón en el que estaba sentando, se cruzó de brazos y cerrando sus ojos. Según el reloj de la cafetería, NamJoon debería estar llegando. Para la suerte se Jin, NamJoon era puntual. Para la mala suerte de Jin, NamJoon lo quería como un hermano.

—¿Has estado esperando por mucho tiempo? —Esa voz. Esas chicas.

Jin al escuchar la voz  de su mejor amigo no dudó en abrir sus ojos, sonriendo. Pero esa sonrisa desapareció al ver al recién llegado con una rubia a un lado y una pelimorado a su otro lado.

La rubia tomada de la mano de NamJoon y la otra chica se mantenía con las manos de ella entrelazadas y con la mirada a sus pies.

—No. —Mintió.— Llegué hace diez minutos.

—Oh, está bien. —NamJoon tomó los brazos de las chicas a sus lados y las movió un poco hacía enfrente.— Jinnie, ella es Jina y esta de acá es Sun.

Jina la rubia y Sun la pelimorado.

—SeokJin. —se presentó, dándoles una sonrisa forzada.

—Son ellas de quien te platiqué la semana pasada —Jin no entendía.— la doble cita, ¿recuerdas? Saldrás con Sun.

NamJoon miró al mayor con ojos de suplica, haciendo que este se levantara susurrando un: "¿Podemos hablar un segundo en privado?" 

Heterosexual. |NamJin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora