Capitulo 22: HP

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Harry miró la taza que reposaba en la mesa, dubitativo. Según el calendario bajo su cama, el que tachaba todas las noches antes de acostarse, habían pasado dos semanas desde que bebiera algo que no fuera agua. En su ultima visita a Hogsmeade, en un acto de solidaridad, él y sus amigos se abastecieron con dos docenas de botellas con agua cada quien. Por ningún motivo beberían algo que no fuera agua embotellada. No querían arriesgarse a beber un filtro, de amor o de cualquier otra cosa.

Soltó un suspiro, resignado. No podía tirar todo el trabajo que habían hecho sus amigos por un simple antojo. Ellos no tenían mucha razón de restringirse, pero lo habían hecho, y estaba muy agradecido.

Cogió la taza con ambas manos, dirigiéndose a la ventana. La abrió y, sin detenerse a pensar, pues podría cambiar de opinión, saco el brazo y vertió el contenido de la taza.

   —¡Ey! —escuchó unos segundos después.

Se inclinó sobre el alféizar y miro hacia bajo, donde provenía el quejido. Sus pequeños ojos tardaron en adaptarse a la oscuridad.

   —¡Lo-lo lamento! —gritó.

Dos jóvenes estaban acurrucados contra el muro del castillo y miraban furiosos a Harry. La chica tenía sus cabellos pegados al cráneo por el café que le había caído.

Harry retrocedió sumamente avergonzado. Le alegraba saber que el café llevaba rato en su mesa y ya no estaba caliente. Pero, de cualquier manera, había interrumpido lo que parecía un encuentro sexual. Eso le había puesto las mejillas sonrojadas.

Sabía, porque alguna vez los gemelos Weasley se lo habían contado, que difícilmente se puede tener intimidad dentro del castillo. Una vez, en la que planeaban escapar, descubrieron en el mapa del merodeador un par de zapatos sobre de otros, lo que podía interpretarse como dos personas teniendo relaciones sexuales. Harry no pregunto, pero por las risas que soltaron los pelirrojos, supo que el no era el primero en interrumpir a una pareja.

Sintiéndose molesto consigo mismo, decidió bajar a la sala común para distraerse. Sabia que estaba vacía por excepción de su mejor amigo, Ronald, quien trataba de ponerse al corriente con su tarea atrasada. Los demás estaban en la biblioteca en un torneo de cartas explosivas masivo sólo por diversión. Aunque supuso que aquello no podría durar mucho, pues los Slytherin también participaban. Él no había asistido pues tenía mucho sueño, pero mágicamente este había desaparecido con simplemente ver el café.

Llevaba en el bolsillo un juego de cargas explosivas para iniciar ellos mismos un torneo. Tal vez lograra convencer a su amigo de jugar unas partidas. De cualquier manera no terminaría sus deberes en una noche.

   —Ron, no quieres... —se detuvo, con el pie flotando en el segundo escalón, donde podía ver todo lo que abarcaba la sala común. Podía ver, en concreto, el sillón rojo frente la chimenea, donde una persona montada sobre otra gemía como gato en celo. 

Las manos de Ron, tan grandes para atrapar una quaffle, sostenían los glúteos de su novia, apretándola con él de manera que los pechos de ella le quedaran en el rostro.

Ambos jóvenes se habían alejado abruptamente para poder mirarlo. Posiblemente creyeran que él se encontraba totalmente dormido. Ojala  fuera así.

   —¿SabesdondeestaHermione? —preguntó Harry atropelladamente, desviando la mirada.

El joven pelirrojo negó, aún si su amigo no podía verlo. Sus orejas se habían tornado del mismo color que la sangre.

Harry bajó las escaleras de dos en dos sintiendo la mirada de los chicos. Estaba igual de incomodo que ellos, tal vez peor, pues en menos de una hora había arruinado el encuentro de dos parejas. Deseo que alguien le diera una bofetada.

El Ciervo en Lágrimas {Harmione}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora