Capitulo 3: Manos de Oro

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El día anterior se me hizo demasiado corto - como siempre que lo veo -. Taemin estuvo el resto del día anterior alejado de mí, lo podría comprender de cierta forma.

Cogí mi coche y me dirigí ansiosamente hacía mi restaurante, hoy llovía y había tormenta.

A mitad del camino en una parada de autobús pude reconocer perfectamente ese cabello rubio y esa estructura fina y perfecta. Me paré delante y abrí la puerta del copiloto desde mi asiento. Taemin me miró un poco confuso.

- Entra, vayamos juntos. - Dije en voz bastante alta para que me escuchara.

- No-no hace fal-falta. - Dijo temblando y tiritando.

- No era una pregunta. - Dije autoritario. - O entras solo o voy a por ti. - Sonreí maliciosamente en cuanto se levantó y entró en el Audi A4. Me volví a poner serio.

- Gra-gracias.

El chico estaba muy tenso, se tenía rígido contra el respaldo del sillón y sus brazos estaban tensos con ambas manos apoyadas en sus muslos. Un Rayo cayó cerca y el casi salta del asiento, sonreí.

- ¿Te dan miedo los rayos? - Le dije amablemente, él solamente asintió y agachó la cabeza .

De repente otro rayo cayó y juraría que chocó en el coche el cual se quedo sin electricidad y al poco tiempo dejó de andar pero el tiempo suficiente para que yo pudiera “aparcar” -si a eso se le llamaba aparcar- en un lado de la cera por precaución de que sucediera lo que sucedió, al fin y al cabo es mi primer coche y no recuerdo haberlo llevado a una revisión, fallo mío. Vaya, en parte tenía vergüenza, le había ofrecido llevarlo y ahora no podía, pero por otra parte... Las puertas no se podían abrir.

- ¡Vaya, joder! Se ha quedado sin electricidad, supongo que pronto volverá, solo es cuestión de tiem...  - No pude terminar de hablar ya que me quedé sin ese sentido, otro rayo había caído bastante cerca y Taemin sobresaltado se había abrazado a mi costado y ahora no se separaba. Chico estúpido, ¿Acaso lo haces a propósito, tanto quieres que te coma?

- Hyu-Hyung, ten-tengo mie-miedo. - Me dijo dulcemente, me derretí como se derrite el chocolate al sol.

Acaricié su pelo suavemente susurrando “no pasa nada, ya volverá”. Él tan vulnerable como lo estaba ahora mismo, no podía hacerle nada, es como si ves un conejo blanco esponjoso asentado delante tuya y tu con un fusil de caza, si tienes corazón es imposible de que le dispares.

La electricidad volvió y pude arrancar el coche de nuevo. Taemin se separó y yo conducí tranquilamente hasta el restaurante.

Al llegar todo el mundo había estado preocupado, les conté que había pasado – Sin dar mucho detalles – y Taemin y yo fuimos hasta su sala de trabajo. Hoy el rubio tenía que preparar los postres que le pidieran. Una vez más al entrar en aquella sala su timidez pareció desaparecer y se puso mano a la obra.

Preparaba un pastel de chocolate y al terminarlo lo miré riendo. Tenía ambas manos manchadas de chocolate y también la cara con algunas manchas.

- Espera.. No puedes desperdiciar esto – Dije señalando el chocolate que él mismo había elaborado – Ven aquí y déjame probarlo.

Aunque sonara pervertido, él se acercó a mí y me tendió sus dedos ruborizándose. Tomé su muñeca y lamí sus dedos con mi lengua de manera provocativa, pasándola entre sus dedos, lamiéndolos desde la base hasta la punta.

- Delicioso. - Dije pasando mi lengua por mis labios al terminar de lamer el chocolate que tenía en esa mano. Me estaba excitando.

Y él de repente empezó a lamer el chocolate que tenía en su otra mano, tímidamente pero explícitamente. Al verlo a tan pocos centímetros de mí lamiendo su mano de esa forma... No pude evitarlo y mi zona sensible se abultó de manera muy llamativa, él miró de reojo hacía aquella zona y de manera satisfactoria terminó de lamer sus dedos.

Alcé mi mano para recoger el chocolate que tenía en su rostro y él me cogió la mano y empezó a lamer mis dedos. Mis pantalones iban a reventar.

Me lo tomé como una invitación y lo rodeé de su cintura cuando acabó de chupar el chocolate de mis dedos, lo levanté pegándolo contra mi cuerpo y lo asenté en un encimera. Iba a buscar sus labios pero no, quería guardar el beso para otro momento más romántico. Dí pequeños mordiscos en su cuello y me regalé con esos dulces gemidos que salieron desde su garganta. Levanté un poco su playera tocando su piel pero de repente, el timbre sonó. Solicitaban el postre cuanto antes. Me retiré  rápidamente de él en el momento justo de que alguien abría la puerta. Taemin se bajó de la encimera  y tomó el pastel dirigiéndose hasta el camarero que entró mirándonos detenidamente, no nos había visto.

Maldita intromisión, al mismo tiempo me viene bien, terminaré lo que empecé en otro momento en el cual nadie nos interrumpirá.

Su Encanto es el de Lucifer(2MIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora