El regreso a casa fue un poco duro, no por el dolor que le recordaba constantemente que había tenido una paliza después de tanto tiempo, no, era el pensar que, aunque le gustara visitar de nuevo al chico que había regresado aquel cálido sentimiento que pensó haber eliminado de su sistema, quizás debía dejar de hacerlo.
No le tomó trabajo saltar el muro que separaba la libertad de su prisión, fue con cuidado hasta su habitación y se quitó la camisa dejando a la vista el tatuaje que le tenía marcado para siempre, suspiró y se recostó en la cama, pero cualquier intento por quedar dormido fue inútil.
Las horas pasaban tan lentas para Asahi que incluso se debatía en sí debería volver a salir para ver a aquel chico, no podía negar que anhelaba seguir hablando con él. La alarma sonó haciéndole dar un brinco, se levantó para apagarla y fue al baño, lavó su cara con cuidado al sentir el ardor que el agua le hizo sentir.
Se miró en el espejo unos segundos antes de desviar su vista de aquella horrible imagen, seguramente Nishinoya pensaba que era grotesco, después de todo estaba con moretones en casi todo su cuerpo, el labio partido, así como la nariz azulada e hinchada por casi haber sido rota. Usó el botiquín que tenía en su habitación para cada paliza que recibía, unas banditas ocultaban algunos moretones, así como algunas vendas alrededor de sus brazos donde eran visibles los hematomas; desde la primera vez que fue apaleado, su padre le ordenó ocultar lo mejor que pudiera cada señal de tal abuso, no por miedo a ser descubierto, si no por la vergüenza que sería que su hijo se viera débil.
Se vistió y fue al dojo, ya se encontraba su maestro ahí y para su desgracia, su padre también se encontraba. Como era de esperarse el maestro sería mucho más estricto en la presencia del Kumichō, así comenzó su infierno. Cada vez que era derribado el dolor de cada golpe del día anterior parecía regresar a su mente con más fuerza, incluso cuando era él quien derribaba a su oponente las magulladuras le pasaban factura. El entrenamiento se alargó durante dos horas más de lo normal, hasta que su padre se puso de pie y se acercó a ellos, de inmediato se separaron y se sentaron de manera formal, bajaron la cabeza y apoyaron sus manos sobre sus rodillas.
El bastón que el Kumichō solía usar dentro de casa fue alzado y dejado caer contra uno de los hombros de Asahi, este solamente mordió el interior de su mejilla sin emitir sonido alguno.
—Sigues siendo demasiado débil.
Dijo con total decepción en su voz antes de volver a azotar su bastón en el hombro de su hijo, repitió esta acción hasta que se sintió satisfecho, fue entonces que se alejó para dejarlos solos.
El maestro se levantó primero al perder de vista al jefe de la familia, fue entonces que se giró hacía su pupilo e intentó ayudarle a levantarse, pero sus manos fueron alejadas de un manotazo por parte del castaño.
—No me toques. -En su voz se notaba la ira que contenía, su maestro le hizo una leve reverencia y se alejó.
Asahi se levantó en silencio y caminó firmemente a su habitación, una vez dentro pasó su mano a su hombro que punzaba de dolor, entró al baño y se desnudó notando como su hombro comenzaba a tomar un color oscuro, suspiró y entró a la ducha, de nuevo fría para calmarse. No había disfrutado el tratar de aquella manera a su maestro, pero si dejaba que le ayudaba seguramente sería asesinado por su padre, sabía muy bien que su interacción con todos en aquel lugar debía estar al mínimo o sufrirían el mismo destino que su madre.
Terminó de ducharse y repitió la acción de cubrir algunos de los moretones de su cuerpo, usó una compresa para su hombro y luego se vistió, ató su cabello en una coleta y salió de su habitación, no deseaba trabajar, pero no era algo en lo que tuviera opción.
Subió al auto encontrándose con su padre en el otro asiento, ese día solo iba empeorando a cada minuto. Pensaba en ignorarle todo el camino, pero un leve golpe le hizo mirar en dirección de su padre, encontrándose con unas gafas negras aún lado suyo.
—Al menos con ellas no te verás tan patético. -Fue lo único que dijo su padre durante todo el camino, él obedeció y se las puso, esperó a que bajara del auto para luego hacerlo él, no cometería el mismo error dos veces, de eso estaba seguro.
Siguió a su padre a una distancia prudente, pues había aprendido que le molestaba si estaba muy cerca o muy lejos, subieron al elevador junto con dos escoltas hasta el último piso, el trayecto había sido totalmente incómodo para Asahi, ya odiaba suficiente aquel lugar como para tener que, además, usar el elevador junto al responsable de sus heridas.
Las puertas se abrieron dando paso directamente a una enorme oficina donde ya se encontraban algunos hombres sentados en una mesa en el centro de esta. Simplemente con dar una rápida mirada era fácil saber dónde se encontraban y por qué.
El jefe de la familia Azumane caminó hasta su lugar en la mesa y se sentó, mientras que su hijo estaba de pie a su lado sin emitir palabra alguna. Para cualquiera que no le conociera diría que Asahi era un hijo perfecto para ser el siguiente sucesor, lucía intimidante, fuerte e imperturbable, pues siempre mantenía una actitud serena y distante con cada persona que trabajara para él o cerca de él.
Uno de los trabajadores se acercó a la mesa para extender un mapa del país que se encontraba dividido por colores en cinco partes; eran los diferentes distritos que los presentes "cuidaban" para el Kumichō.
—Señor, tenemos algunos problemas.
El jefe simplemente alzó una de sus cejas esperando la explicación de aquel que había hablado.
—Un nuevo grupo ha llegado al país, comenzó adueñándose de los sectores que aún no controlábamos, parecía ser un pequeño grupo, pero ha ido creciendo rápidamente.
El silencio inundó el lugar durante unos momentos hasta que el jefe de la familia Azumane habló.
—Dime hijo, ¿Qué es lo que deberíamos hacer? -Su pregunta no era porque confiara en su hijo o algo parecido, era otra prueba, tenía que saber que decir frente a sus subordinados y al ser la primera reunión a la que asistía seguramente la mayoría dudaría de su liderazgo.
Asahi pensó un poco, lo mejor quizás sería contactar con aquel nuevo grupo e intentar unirlos a ellos, pero conociendo a su padre, esas serían quizás de las peores cosas que podría opinar.
—Eso está claro Kumichō, debemos exterminarlos.
Su voz había salido con un tono de tanta seriedad que los presentes sintieron un desagradable escalofrió recorrer su cuerpo, definitivamente era el hijo del hombre más despiadado de Japón.
Una carcajada rompió el nuevo silencio y si algo podría llegar a ser más aterrador que la seriedad del jefe, eso definitivamente era su risa.
—Ya lo escucharon, manden a algunos a desaparecer esa pequeña "pandilla".
Asahi había logrado relajarse un poco, había dicho la respuesta correcta al parecer, así que no debería haber problemas ni repercusiones, lo que quedaba ahora era permanecer en silencio a un lado de su padre, al menos hasta que se acabara aquella reunión o se aburriera de su presencia y esto último era lo que había pasado, pues tras dos horas fue echado de la oficina diciéndole que ya no hablarían de temas que un "mocoso" como él podría entender.
Eso no le ofendería, al contrario, le parecía perfecto el ser menospreciado en ese momento para poder alejarse del lugar. No dudó en ir al elevador; nunca se había sentido tan animado de entrar en ese lugar como en ese momento.
Bajó a recepción y salió para subirse a uno de los autos, le dijo al chofer que le llevara a casa, quizás podría dormir un poco.
Dormir era lo que necesitaba, sin embargo, se encontraba frente a aquella tienda de nuevo, solo que esta vez no era de noche por lo que tuvo que mantener las gafas y agregó un cubrebocas, se veía bastante sospechoso al traer un suéter con la capucha puesta.
Pensaba mal de sí mismo, eso era claramente acoso, pero realmente quería verlo. Se asomó por el ventanal de la tienda buscando al menor con la mirada, no lo veía por ningún lugar, fue entonces que pensó en que quizás solo trabajaba de noche.
Se sintió estúpido, aunque ya no había nada que pudiera hacer, suspiró derrotado, estaba dispuesto a irse, pero una patada en su cadera le hizo caer hacía adelante, sus gafas se cayeron y miró en la dirección que había venido ese golpe que le había tomado por completa sorpresa. Estaba seguro de que no dejaría aquello como si nada, a menos que la persona que le golpeó tuviera una buena razón para haberlo hecho.
Cuando su mirada se encontró con la del contrario toda la confianza y enojo que tenía se había esfumado para pasar a ser nerviosismo, se levantó a prisa e hizo una leve reverencia.
—Soy yo. -Dijo amable mientras bajaba un poco su cubrebocas.
—¡Ah! ¿Por qué no lo dijiste antes? -Soltó una sonora risa.
"¿Cómo se supone que lo dijera antes?" Se preguntó el mayor antes de cubrir su rostro de nuevo.
—Y ¿Qué haces aquí?
—¿Eh? Bueno, yo, verás. -Balbuceaba nervioso, realmente no se esperó aquella pregunta y es que, aunque viniera obviamente a verlo solamente, no había previsto el ser visto y mucho menos el tener que responder a ese tipo de cosas. Siguió unos segundos dudando sobre que responder antes de que el pie del menor golpeara el piso con fuerza.
—¡Habla de una vez! ¿Qué no eres un hombre? -Gritó impaciente ante los balbuceos del contrario, quien había dado un leve respingo por aquella acción.
—¡S-si! Vine a verte... -Respondió casi de inmediato tras aquellos gritos, aunque no negaba que le parecía lindo ver como se "enojaba"
Nishinoya se quedó en silencio unos segundos mientras le miraba serio, haciendo que el nerviosismo de Asahi solo fuera en aumento, al menos hasta que el otro sonrió.
—Pues aquí me tienes, ¿Ahora qué?
—No lo sé...no pensé llegar tan lejos hoy. -Murmuró para sí mismo y es que era verdad, lo único que esperaba hacer era verlo de lejos durante un rato antes de irse, pero ya estaba ahí, así que lo mejor era aprovechar la oportunidad, quizás sacarle charla.
"¿Pero de qué?" pensaba mientras miraba alrededor antes de detener su mirada en las bolsas que cargaba el menor.
—¿Hiciste las compras? -Preguntó tímidamente y algo nervioso, sabía que había sido una pregunta estúpida y obvia, pero no tenía más.
—Así es, voy a prepararme algo de comer, ¿Quieres venir?
—¿Eh? ¿A dónde?
—A mi casa, ¡claro! Tengo hambre y la comida no se hará sola, además compré algunos bollos de carne, podemos comerlos juntos.
—P-pero ¿Estás seguro? No deberías invitar a personas que acabas de conocer a tu casa, podrían ser sospechosas.
—No invitaría a cualquiera, además, tú no pareces ser alguien sospechoso.
—Podría serlo. -Dijo serio mirando fijamente, al contrario, quien le sostuvo la mirada antes de sonreír.
—¿Intentas hacerte el duro? ¡Me gusta! Pero tienes que trabajar más en ello, se nota que no eres rudo en lo absoluto.
—No deberías decir cosas tan crueles Nishinoya.
Había perdido por completo contra el menor y lo peor es que parecía darse cuenta de su "frágil" naturaleza.
No les llevó mucho tiempo llegar a un complejo de apartamentos, no era un lugar grande, al menos no a la vista del mayor, ya que su patio trasero era mucho más grande que todo ese lugar; subió por una escalera al segundo piso siguiendo Yuu hasta una de las puertas, entró después de él. Se quitó los zapatos con cuidado para dejarlos acomodados mientras que Nishinoya solamente los había dejado donde cayeron al quitárselos para adentrarse en su departamento.
Para el mayor aquello era una nueva experiencia, nunca había estado en un lugar como ese, pasó el pequeño pasillo con tres pasos y rápidamente se encontraba en la sala, un sillón, una mesita de centro y una pequeña televisión era todo lo que había ahí, a su izquierda estaba una pequeña cocina y a la derecha dos puertas, suponía que una era de la habitación, la otra seguramente del baño.
Tuvo una leve necesidad de preguntar si había elegido aquel lugar porque se adaptaba a él, ya que era pequeño y acogedor, pero no quería husmear demasiado en el asunto.
—Siéntate donde quieras, haré algo de té. -Dijo desde la cocina y el mayor obedeció, no sabía exactamente donde sentarse, por lo que optó por quedarse a un lado de la mesa de centro. No pasó mucho para que el menor regresara con dos vasos con té y los bollos de carne para dejarlos sobre la mesita de centro.
—¿No te quitarás eso? -Hizo un gesto para referirse al cubrebocas y los lentes que tría el otro, era obvio que aquella había sido la razón por la que más de una persona se les había quedado viendo de camino a casa.
—Oh, si, lo siento. -Dudó un poco antes de quitarse lo que cubría su rostro y bajó su capucha, dejándole ver con mayor detalle a Yuu que tan golpeado se encontraba.
Aunque quería preguntar no lo hizo, nunca había sido un entrometido y aunque tenía curiosidad, no parecía que fuese algo de lo que el más alto quisiera hablar.
—¿Qué esperas? ¡Vamos a comer! -Le dijo animado esperando a que se sentara frente a él, así ambos comenzaron a comer en silencio. Asahi se había sorprendido por lo bien que sabía aquel bollo; él siempre había probado comida de primera categoría, solo gourmet preparada por el cocinero de la familia o de restaurantes costosos a los que era llevado en alguna ocasión.
Al inicio le era algo difícil entablar alguna conversación con el menor, pero conforme pasaba el tiempo ambos tomaban más confianza, sacando de todo tipo de temas para seguir hablando, aunque era Yuu el que solía emocionarse al contar alguna cosa y el mayor le escuchaba entretenido, le parecía fascinante como cada actividad cotidiana sonaba como algo genial al salir por los labios de Nishinoya.
Los días fueron pasando más rápido de lo que había pensado, ya no podía usar suéter para esconder su identidad tan fácilmente, ya que el verano había llegado y como cada año resultaba insoportable para quienes no les gustara el calor y Asahi era justamente uno de esos.
No solo por el calor insoportable, sino porque en su "trabajo" debía ir siempre con traje y demostrar que tenía calor o algo similar no estaba permitido, pues podría ser castigado por su padre al mostrar debilidad de alguna u otra manera, aunque para ir a casa de Nishinoya solo traía una camisa de manga corta, una gorra, gafas oscuras y cubrebocas, siempre era visto con desconfianza por los vecinos del menor que comenzaban a preocuparse por él.
La confianza que ambos se tenían iba en aumento demasiado rápido a los ojos de Asahi, había terminado por decirle su nombre, pero no su apellido, aún temía que si rebelaba su identidad el menor no querría pasar tiempo con él, él lo veía como "un bien mayor" o al menos de eso intentaba convencerse, ya que sabía que todo era por su propia cobardía.
El mayor ya había memorizado el horario de trabajo de Yuu, así que sabía cuándo no lo encontraría en la tienda, pero no aún no tenía la confianza suficiente como para visitarlo en sus días de descanso.
Aquella noche las cigarras parecían más ruidosas de lo usual para Asahi, comenzaba a temer que por el ruido de estas su padre despertara y se diera cuenta de su huida nocturna. Saltó el muro y comenzó a correr, solo traía una gorra y su cabello atado en media cola. Sabía que esa noche no se encontraría con Nishinoya por ser su descanso, así que pasaría de la tienda por completo mientras trotaba.
Quería despejar su cabeza, por lo que corrió más lejos de lo usual, estaba hundido en su mundo hasta que un par de pisadas le alertaron de que alguien le iba siguiendo, maldijo mentalmente por su descuido, estaba tan concentrado en correr que descuidó por completo su entorno. Se dirigió hacía el parque y apresuró un poco el paso, si estaba siendo seguido quien iba detrás correría más rápido también y así fue.
Sería fácil simplemente mirar hacia atrás, pero podría tropezarse y quedar a la merced de su perseguidor, se adentró un poco más en el parque, donde las farolas casi no daban nada de luz, giró hacia la izquierda y una vez fuera del campo visual de quien iba tras él, se detuvo, se ocultó levemente hasta que aquella silueta pasó por ahí mirando alrededor, no lo pensó demasiado y tomó el brazo de aquella persona para jalarlo con fuerza.
Lo empujó contra uno de los árboles y sujeto el cuello de su camisa, mientras la otra mano la dejaba contra el árbol, estaba molesto y un tanto preocupado porque alguien supiera de su rutina, además de que podría saber de sus encuentros con Yuu, eso ultimo le causaba un poco de pánico.
"Me tengo que deshacer de este sujeto, matarlo si era necesario" Se asustó un poco de su propio pensamiento, pero no permitiría que algo le pasara al menor.
—¿Quién mierda eres y que quieres? -Habló de la manera más amenazante posible, pero no obtuvo respuesta y la oscuridad que les envolvía no le dejaba distinguir al sujeto.
—¡Habla! -Gritó mientras daba un golpe al árbol muy cerca de su rostro, tenía confianza en su fuerza por tanto entrenamiento y no dudaría en usarlo contra quien -a su parecer- pondría en peligro al menor.
El silencio solo era roto por las cigarras que hacían el enojo aumentar en Asahi, jaloneo al sujeto para hacerlo caer en el camino iluminado por una de las farolas, caminó en silencio contra el contrario que había caído boca abajo y apenas estaba levantándose dándole la espalda.
Se detuvo cerca de quien sería golpeado por él hasta saciarse y estar seguro de que no se entrometería en su camino, se preparó para darle un golpe, pero en cuanto vio su rostro se detuvo, el enojo se había esfumado y el miedo iba aumentando a cada segundo, retrocedió unos pasos antes de ponerse de rodillas y bajar la cabeza.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! -Se disculpaba una y otra vez sin mirarlo, estaba aterrado por lo que acaba de hacer y peor aún por lo que había pensado al inicio, ya que si no lo hubiera llevado hacía la luz le habría dado una paliza.
Miró los zapatos de Nishinoya cuando este se levantó y se acercó a él, cerró los ojos con fuerza esperando alguno de los golpes a los que estaba acostumbrado a recibir cada vez que se equivocaba, inconscientemente comenzó a temblar levemente, dio un brinco al sentir como su gorra era retirada, no pudo evitar reaccionar a las palmaditas que llegaron a su cabeza y abrió los ojos encontrándose con el menor en cuclillas frente a él.
—Te asusté ¿No es así? -Le dijo con calma, no negaba que la actitud del mayor le había sorprendido a un punto en que ni pudo responder a sus preguntas, pero era consciente de que cualquier persona -a su parecer- reaccionaría de la misma manera al ser perseguido.
Había querido darle una sorpresa a Asahi, ya que solo se veían en sus días de trabajo y por pocas horas, esa noche había ido a su trabajo únicamente para ver si se encontraba con él y así fue, pero se vio totalmente ignorado, así que decidió seguirle, aunque no había podido alcanzarle y admitía que tenía curiosidad por ver hasta donde corría.
—Lo siento... -Volvió a repetir, no sabía muy bien cómo reaccionar ante la actitud de Yuu, cualquier otra persona seguramente estaría asustada y al menos buscaría alejarse o algo, pero él no, al contrario, se acercó más y ahora parecía que buscaba reconfortarle.
—¡Deja de disculparte! -Le regañó un tanto molesto.
—¡Eres un hombre, así que levántate! No soy una chica con la que debes disculparte por gritar, además solo me tiraste al suelo. -Hizo una pausa antes de sonreírle.
—Te veías genial.
Esas palabras eran extrañas para él, nunca había recibido un alago desde que su madre estaba con ellos, ahora solamente escuchaba reclamos, menosprecios y golpes, no pensó demasiado y se abalanzó sobre el menor para abrazarle haciendo que se cayera hacía atrás quedando sentado, el mayor hundió su rostro en el cuello del contrario y no pudo evitar sollozar levemente.
—Si que eres un llorón. -Le dijo mientras correspondía el abrazo tras la leve sorpresa inicial, acarició su cabello buscando calmarle, era algo increíble cómo alguien que momentos atrás había logrado intimidarle ahora se encontrara llorando y aferrándose a su cuerpo.
—Nishinoya...
—¿Qué pasa?
—Tengo que decirte la verdad... -Aún si temía que se alejara de él, no quería mentirle o, mejor dicho, no quería ocultarle quien era, si era rechazado u odiado lo aceptaría, pero prefería que supiera la verdad por su propia boca a que luego se enterara por alguien más.----------------------------
Espero que esta vez no quite los guiones largos >:v
Muchas gracias por leer~
Lamento la tardanza, les diría que mis actualizaciones suelen ser bimestrales, pero a veces ni eso... En fin, nos leemos~
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Jaula de sangre
Fiksi PenggemarLa familia Azumane es actualmente la más poderosa del yakuza en Japón. Asahi es el sexto Kumichō, por lo que tendrá que esforzarse para estar a la altura.