Infidelidad.

1.8K 187 48
                                    

Día uno: Infidelidad. 

Equipo: #KiriBakuKami.Palabras: 1281.

.

.

Uno de los errores de Todoroki y Midoriya fue creer que su amor de secundaria sería su amor de toda la vida.

.

.

Los ojos verdes de Midoriya se abrieron al instante en que el sonido de la alarma del reloj resonó por toda la habitación. Con un bostezo a medio salir de sus labios, se irguió lo suficiente para apagarla. Era domingo, su día libre; no debía ir a hacer entrevistas o escribir artículos para el periódico. Sin embargo, la situación para el hombre que dormía a su lado era diferente según su memoria. Todoroki tenía que ir al hospital, pero no parecía mostrar signos de querer levantarse.

—Llegarás tarde, Shoto-kun —le advirtió Midoriya, volviendo a recostarse—. Recovery te dará otro sermón.

—Pedí el día —se limitó a responder Todoroki, dándole la espalda.

—Oh.

Se quedaron en silencio. Cada uno pensando en cosas distintas, Izuku rememoraba la época en que habían comenzado a vivir juntos, donde las mañanas siempre eran recibidas con un desayuno, se abrazaban con fuerza o tenían alguna sesión de besos que terminaban en sexo. Ahora cada uno hacía lo suyo, los desayunos pasaron a ser en el trabajo; los abrazos eran incómodos y... los besos ya no eran sinceros, el sexo...

Midoriya miró la espalda de Todoroki, encontrando con facilidad algunas marcas de chupones que, obviamente, él no dejó sobre su piel. Pero no podía reclamar nada.

Los arañazos en su propia espalda lo condenaban a la misma cadena perpetua.

Midoriya se había sentido un prisionero de una relación sin futuro, pero aun así fingía frente a Todoroki que estaban bien cuando realmente estaban siendo despedazados por la monotonía, por la falta de interés que se arrinconó en un lugar oscuro de la habitación y se apoderó de ellos cuando menos se lo esperaron. Los días se volvieron tan aburridos que cuando sus fatigados ojos conectaron con unos centelleantes rubíes quedó flechado, fascinado. Aquel sujeto con mal temperamento y lleno de sorpresas lo sedujo sin proponérselo. Bakugo había sido la bomba que arrasó con todo lo que él creía que era amor y lo llenó de nuevas experiencias, de nuevos sentimientos que jamás había experimentado y estúpidamente creyó tener. Y se sentía asqueroso cuando estaba con el rubio de ojos rojos, porque le prometía amor eterno cuando era incapaz de romper la cadena que lo unía a Shoto.

Temía no despertar y no verlo a su lado; no volver a oír los chistes malos o cuando tarareaba una canción al cocinar. Detestaría el simple hecho de que Todoroki ya no perteneciera a su vida diaria.

Y Katsuki se molestaba por eso. Porque estuviera atado de forma voluntaria a algo que no daba para más, y dolía oírlo mascullar entre dientes cuando pensaba en voz alta que quizás deberían tirar todo a la borda porque jamás dejaría a Shoto.

Entonces Izuku tambaleaba e intentaba crear un hueco, un agujero, un algo que pudiera separarlo de su eterna pareja. Pero siempre que abría la boca para mencionar algo sobre la ruptura, veía aquellos ojos disparejos que alguna vez lo miraron con amor, oía su voz relatándole el día y preguntándole qué deseaba para cenar, sentía su piel entre sus dedos y perdía la cabeza.

Era imposible iniciar una nueva vida sin Todoroki.

Todoroki, en cambio, mantenía los ojos cerrados y una sutil sonrisa, esperando con ansias que la mañana pasara pronto y poder irse a ver a Kaminari, el torpe enfermero que le tocó como compañero en una de sus consultas. Habían quedado en un bonito restaurante para almorzar y, quizás, volver a retomar lo de los días anteriores.

Después de todo, Midoriya también tenía planes con alguien más.

El de cabello rizado y verde se levantó, dejando a la vista los tan afamados arañazos de su espalda. Todoroki volteó ligeramente para verlos, algo nostálgico porque antaño aquellas marcas habían sido hechas con sus propias uñas. Ahora otro tenía el privilegio de marcar la piel suave y llena de pecas de Izuku.

Y no podía quejarse, porque aquellos chupones que bañaban su cuerpo, antaño, también habían sido realizados por los labios de Midoriya.

Aquel pensamiento se revolvió en su interior, mezclándose con la alegría de ver a aquel simpático rubio con la desazón de una relación muerta y que jamás terminaría. Porque lo sabía, lo sentía. Jamás podrían ser libres porque se necesitaban. Shoto lo necesitaba. Aunque ya no se estremeciera por las enormes y brillantes sonrisas de Midoriya, las necesitaba para iniciar el día. Aunque ya no deseé contar las pecas esparcidas en su cuerpo, le sigue gustando imaginarse que tiene estrellas en la piel. Aunque el amor se haya extinguido, el estar sin él sería una pesadilla.

El conocer a Kaminari había aminorado parte del silencioso sufrimiento y la agónica culpa que día a día vivía. No paró de pensar en que quizás él era el fallo de la relación, nunca había sido bueno relacionándose con las personas, sólo con Midoriya había sido un poco natural. Entonces llegó aquel atolondrado enfermero que tropezó con sus propios pies y cayó al suelo, justo frente a la puerta de su consultorio cuando terminaba de atender a un paciente.

Todoroki siempre había creído que alguien iría a rescatarlo, y Midoriya había cumplido esa fase al salvarlo de las garras de un mal padre y de una familia disfuncional hecha pedazos. Y Kaminari intentaba salvarlo de Midoriya, de su primer salvador. Incontables habían sido las veces en que se planteó el dejar todo e irse con Denki, imaginándose lo feliz que sería junto a la persona que amaba y corresponde a tal afecto.

Entonces la sonrisa de Midoriya se desvanece y todo pierde el sentido. No habría una luz tan cegadora como la de Izuku que pudiera iluminarlo en la más densa oscuridad. Estar sin Izuku era doloroso.

No podían separarse el uno del otro, porque eso significaba jamás volverse a ver y eran lo suficientemente egoístas para no querer sufrir una ruptura que no podría sanar. Todoroki era feliz con Kaminari, Midoriya era feliz con Bakugo. Sin embargo, habían estado juntos desde que tenían memoria; preescolar, primaria, secundaria, universidad... incluso en la guardería.

Preferían vivir así, una falsa vida de pareja y una notable relación de infidelidad con otras personas que los complementaban en eso que habían perdido.

El amor.

Ilusamente habían creído que el amor que comenzaron a sentir en sus primeros años de secundaria duraría para siempre. Que los lazos forjados serían indestructibles. Se apresuraron tanto en encender las llamas que al primer soplo de viento se apagaron, quedando sólo cenizas de un amor tan inocente como del que había disfrutado, del que se agotó y olvidaron reponer para los próximos años. Y quizás ese fue su segundo peor error; el descuido a un sentimiento tan delicado como una flor, olvidaron regarla y atesorarla, terminando por marchitarse frente a ellos.

Habían sido tan torpes que nunca podrían estar en paz

—Tengo un almuerzo con Kirishima, Shinso y los demás —notificó Izuku una vez estuvo vestido. Rodeó la cama y se inclinó para ver los ojos con heterocromía de su pareja—. ¿Seguirás durmiendo, Shoto-kun?

—No, también iré a almorzar con unos compañeros —murmuró como respuesta. Los ojos de los dos delataban la mentira del otro, pero no hubo reproches ni reclamos; las mentiras reemplazaron las crujientes tostadas del desayuno—. Disfruta tu almuerzo, Izuku.

—Tú también.

Un corto y seco beso fue parte de la despedida, condimentada con una de las mentiras y farsas más grandes que formulaban todos los días. Era costumbre el mentirse a la cara, el dedicarle palabras bonitas al otro, imaginándolo con el rostro de alguien más.

—Te amo.

Kacchan.

—También te amo.

Kaminari. 

Infidelidad | TodoDeku {OS}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora