Capítulo 5.

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Toda mi vida empezó a pasar por delante de mis ojos en fracciones de segundos, mientras nos mirábamos con papá intentando encontrar una solución, pero nada venía a mi cabeza

-Chloe debemos tirarnos del auto

-¿qué? ¿estás loco?

-es la única solución, intenta disminuir la velocidad y tirémonos ya

-yo no quiero morir –dije totalmente asustada- tengo una maldita vida por delante

-¡SI QUIERES VIVIR, HAZLO YA! -gritó casi dejándome sorda, no podía disminuir la puta velocidad, así que comencé a armarme de valor, tome la manilla de la puerta del conductor y la abrí, veía lo rápido que avanzaba el auto y no podía. -Chloe, el puto semáforo está en rojo, ¡LANZATE YA, MIERDA! - cerré los ojos y no sé cómo, pero tomé impulso y salté, rodé por la calle hasta llegar a la acera fuera de peligro de atropello, sentí como se rasguñaban mis rodillas y me dolía inmensamente el brazo derecho, pero estaba viva, detrás de mí escuché un fuerte impacto, intenté ponerme de pie pero no podía, no tenía fuerza en las piernas y decidí solo quedarme ahí hasta que llegara la ayuda pero recordé que estaba con papá, me levanté de un salto y comencé a buscarlo con la mirada hasta ver un cuerpo inmóvil del otro lado de la calle, corrí hacia allá y lo tomé entre mis brazos

-despierta papá, ya pasó - le movía la cara pero no reaccionaba - papá, ¡despierta, por favor! -toqué su cuello en busca de signos vitales, ahí estaba su latido, pero estaba inconsciente. La gente comenzó a amontonarse alrededor de nosotros, empecé a escuchar las sirenas de la policía y veía ambulancias acercarse al lugar, sé que debería sentirme aliviada, pero sólo tenía un horrible mareo y sentía que mis ojos pesaban

-¡muévanse, despejen el lugar! -los paramédicos comenzaron a llegar y pusieron a mi padre en una camilla y el seguía sin reaccionar - señorita, ¿qué pasó? ¿me escucha?

-yo...no sé -dije recordando a la perfección cada maldito segundo de lo que había pasado –no lo sé -el paramédico me miró fijamente, era bastante joven y tenía unos hermosos ojos

-¡necesito ayuda aquí! -llegaron otros dos paramédicos más y juntos me subieron a una camilla, me dejaron en una ambulancia distinta a la de mi padre, se subió el lindo paramédico y la ambulancia partió de inmediato

-hey, no, mi padre, ¿Dónde lo llevan? ¿cómo está? -dije, intentando levantarme para solo recibir un horrible dolor en la espalda y el brazo

-tranquila, los llevamos al mismo hospital –dijo controlando mis signos vitales

-¿cómo está?

-no lo sé aún

-mierda –dije llevándome las manos a la cara y volviendo a recostarme en la camilla

-debes tranquilizarte, ¿me puedes contar lo que sucedió?

-no lo sé, yo iba manejando y quise frenar, pero no pude, no sabíamos que más hacer y creímos que hacer esto era la mejor opción -unas pocas lágrimas comenzaron a escaparse por mis ojos

-¿sabes que pudo haber pasado con los frenos?

-no tengo la más mínima idea -comenzó a tocar mi brazo derecho y un dolor se expandió a través de todo mi cuerpo –¡NO! me duele -retiró rápidamente sus manos y comenzó a anotar en un papel

-te daré un calmante para el dolor, probablemente te quedes dormida, aún nos falta para llegar al hospital

-está bien -tomó la aguja y me inyectó en el brazo, el líquido comenzó a hacer su trabajo de manera inmediata y me quedé dormida enseguida.

Mason.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora