Promesas:

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Montgomery Scott llevaba más de media hora parado en la puerta de la habitación donde dormía, aún sumido en coma, su capitán, a quien había visto morir junto a Spock en la sala de máquinas de la Enterprise, tras aquella maldita puerta de aluminio, aun ahora a pesar de que tenía al rubio frente a él, vivo y respirando, más o menos, seguía culpándose, porque ¡¡DEBIÓ SABER LO QUE JIM HARÍA MALDITA SEA!! El escocés suspiro pesadamente, sostenía una sola flor, una margarita, envuelta un cono de plástico transparente, solamente por el hecho de que no deseaba llegar ahí con las manos vacías después de haberlo pensado tanto, aun ahora que ya se encontraba frente a la puerta no podía entrar, no podía soportar ver a su capitán recostado en esa cama, tan similar a como lo vio en aquella camilla en la bahía médica de la Enterprise, muerto...

Leonard McCoy no era un hombre paciente, para nada, y a pesar de su fama de gruñón y frío hombre de medicina, era capaz de la más profunda ternura, su ex esposa bien podría dar cuenta de dicho, sin embargo estaba seguro de que diría lo contrario solamente por molestarlo, Johanna era quien mejor podía dar cuenta de dicho, su hija, quizás la única persona con quien se había comportado tierno,sin su manía de gruñir, discutir o molestarse por cualquier pequeña cuestión,pero dicha era su forma de ser, Jim lo sabía, sabía que bajo ese exterior agrio, lleno de discusiones, que se enfadaba por todo, yacía un grandioso serhumano, capaz de una ternura y capacidad de sacrificio infinita, porque maldita sea estaba seguro que de haber podido, habría cambiado de lugares con el rubio para ser él quien estuviera en esa maldita cama y no el, dado que ya había tenido demasiado sufrimiento en su vida como para además venir a morir como un maldito mártir a bordo de su propia nave al igual que su padre, Jim, a pesar deser un imbécil, impulsivo, que saltaba al peligro antes de pensar, era alguien que inspiraba una lealtad inquebrantable, ¡podía ser amigo del maldito universo entero si se lo propusiera! Por ello no fue sorpresa para McCoy, que al dar vuelta el corredor para dirigirse a la habitación de Jim a dar la revisión diaria a sus máquinas y a su estado en general, encontrar a Scotty en el umbral de la entrada titubeando, dividido entre entrar o no con una flor en la mano derecha, McCoy suspiró meneando la cabeza, estúpido James T. Kirk y su atracción magnética, con sigilo se aproximó hasta estar en la espalda del escocés y con su vozarrón de trueno exclamó. 


— ¡Si no planeas entrar lárgate de la entrada Scotty! 


Elpobre hombre casi salta fuera de su propia piel ante la atronadora exclamación casi en su oído del sureño quien sonreía impasible


— ¡M-MaldiciónLeonard! ¡P-Por poco y me matas del susto! 


— ¡Que te sirva! ¿Qué carajos haces de pie en lapuerta como idiota? 


—No puedo entrar... 


Murmuró el hombre con la mirada al suelo y antes de lograr decir otra palabra o explicar la razón, el sureño ya estaba en mediode una regañina al escocés, quien molesto finalmente le gritó al sureño. 


— ¡¡No puedo verlo enesa forma!! Simplemente es demasiado similar a como lo vi en la Bahía médica... 


Y ahí fue cuando finalmente McCoy detuvo su perorata,y miró fijamente al escocés quien parecía de repente demasiado pequeño entre suropa informal y tomándolo por el hombro murmuró. 


—Entra a verlo idiota... Háblale, sé que puede oírte. 


Dichas palabras tuvieron la virtud de darle nuevos bríos al hombre quien con una suave sonrisa entró, sentándose junto a su capitán, hablándole de las reparaciones dela nave, que los ingenieros que pusieron eran todos unos inútiles. 


—Y sobre todo capitán, en cuanto salga del coma le invitaré un buen escocés y unos sándwiches de pavo... Es una promesa...

A Sky Full Of Stars:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora