Capítulo tres

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UNA CÁLIDA BIENVENIDA AL INFIERNO▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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UNA CÁLIDA BIENVENIDA AL INFIERNO
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En la mañana del lunes, Ezra despertó antes de que al sol se le ocurriera salir. Sentía que si este lo veía iba a revelar los secretos que intentaba ocultar. Cuando regresó a casa, completamente agotado y sudoroso, el sol era una pequeña luz en el horizonte. Sin hacer escándalo, tomó un baño y, tras vestirse, arrastró las maletas por la escalera hacia la planta alta donde terminó de armarlas mientras desayunaba.

Alec despertó poco después y luego de que ingiriera la dosis diaria de cafeína, partieron hacia el instituto donde todos deberían estar esperando para cruzar el portal que los llevaría a Italia.

—Voy a extrañarte, ¿Eres consciente de eso? —mencionó Alec, mirando las maletas sobre uno de los bancos en el jardín del instituto.

—¿Y tú eres consciente de que si lo dices una vez más cancelaré el viaje? —replicó Ezra, de inmediato, sonriendo.

Sin contener el sentimiento, saltó las maletas y se lanzó a sus brazos, envolviéndolo con fuerza por el torso, no queriendo soltarlo nunca. Durante el periodo de tres años que llevaba su relación, en ningún momento se apartaron el uno del otro, quizás había días que Alec estaba ocupado ayudando con las tareas del instituto y no podían verse, pero más que eso no pasaba. Por muy estúpido que suene ir a Italia era todo un desafío.

—No seas absurdo, será más divertido sin mí. Yo... no sirvo para ese tipo de actividades. Lo sabes. No soy sociable y tampoco tengo humor para conocer a tantas personas. Sé que estarás bien.

Usando el dedo índice debajo de su barbilla, Alec le levantó el rostro y estampó un beso sobre su boca. Ezra cerró los ojos, incapaz de ocultar la sonrisa tonta que le tironeaba la comisura de los labios. «El efecto Alec Lightwood» le llamaba.

—Te amo —soltó de repente—, desde el primer día cuando me tope contigo y tu mejor cara en el club Pandemónium, cuando te ofrecí una bebida y tú la rechazaste. Quería golpearte tanto...

—También te amo —respondió Alec, riendo—. Qué bueno que me hayas visto antes que yo a ti porque estaba tan molesto y frustrado con Jace y Clary, que de haberte cruzado antes te hubiera dado un puñetazo.

Alguien aplaudió ganándose la atención de ambos.

—Tienes un diez en la clase de «como arruinar momentos románticos» —habló Jace, haciendo presencia con su cabello dorado y mirada imponente—. Felicitaciones, Alexander.

Alec rodó los ojos y se excusó diciendo que iría en busca de Magnus para que comience con el portal, dejando a los dos Herondale a solas. A Ezra aún le resultaba extraño presentarse con un apellido que no sea West y pese al incómodo momento que vivió con su padre, decidió que lo mejor sería aceptar su verdadero nombre, en honor a Amatis, a quien le debía su respeto.

Royalty | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora