Capítulo cuatro

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INCOGNITAS▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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INCOGNITAS
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Penumbras. Solo penumbras era todo lo que tenía frente a los ojos. Éstas se extendían kilómetros por delante impidiéndole ver de la misma manera que sucedería si cerraba los ojos. Entonces una luz se encendió a la distancia. Una luz tenue, pero real que señalaba un camino y lo incitaba a ir hacia ella. Ezra era consciente que si seguía las instrucciones las cosas podrían terminar mal. ¿No pasa eso en todas las películas de terror? Aunque, ¿Qué era lo que estaba presenciando? ¿Una pesadilla? ¿Una realidad distorsionada?

Quién sabe.

Apretó los labios y contuvo el aliento, escuchando el golpe de su corazón. Una gota fría de sudor resbaló de su frente y bajó por el puente de su nariz. No tengas miedo, se dijo, respira. Convencerse de lo contrario no apartó la extraña sensación de inseguridad que tenía. Se sentía expuesto, a la vista de alguien que lo observaba desde algún punto en la oscuridad. Se limpió el rostro con el dobladillo de la camiseta y tragó saliva. Luego, levantó la mirada. La luz estaba más cerca y a cada paso que daba y se aproximaba a esta, podía apreciar la silueta de una persona. Una persona que vestía de negro y que miraba derecho a su dirección. No veía sus ojos, mucho menos sus facciones. Aún estaba muy oscuro para ver con exactitud, sin embargo el simple hecho de tener esa presencia observándolo le causo dolor en el pecho.

¿Qué es esto?

Sentía que alguien metía la mano en su cabeza y entreveraba sus pensamientos. Colocando tristeza y angustia, eliminando todo rastro de felicidad. Justo cuando pensó que nada podía ser peor, la persona frente a él empezó a correr en su dirección.

Ezra no era un protagonista de película.

Así que giró sobre sus talones y corrió en dirección contraria.

—¿Ezra? —alguien llamó.

Pestañeó.

Isabelle estaba frente a él sujetando a William y lo apretaba contra su pecho cubriéndole los oídos, protegiéndolo del grito. Lo contempló con sus ojos negros cargados de intriga y un poco de temor.

—¿Qué sucede? —replicó, sacudió la cabeza y se incorporó de la ventana donde estaba sentado. Se había quedado dormido.

—No lo sé, dime tú qué demonios acaba de pasar —susurró Isabelle y miró hacia atrás. La puerta de la habitación estaba abierta, Isabelle fue y la cerró volviendo a encararlo con la misma mirada. Era muy parecida a su hermano—. Cuando entré te vi sentado allí con Will en tu regazo, tenías los ojos abiertos y de repente gritaste... Por un momento pensé que te ibas a lanzar por la ventana o incluso peor.

—¡Dios, no! —exclamó, se levantó. Su espalda se quejó un poco después de pasar un rato en una posición molesta—. Ni siquiera lo pienses. Creo que fue una pesadilla, algo así... No lo sé. No quería preocuparte —se lamentó Ezra pasándose los dedos por la frente donde acababa de darle una punzada insoportable—. Olvídalo, ¿Por qué estás aquí?

Royalty | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora