5.[Solo es un bebé]

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Mei tenía un hermano pequeño y era su adoración.

El niño más lindo que podría existir. Con sus grandes ojos grises cautivaba a cualquiera y aquellos cabellos rojos quedaban a la perfección con sus pecas. Sus pequeñas manos podían derretir hasta el metal más fuerte y su risa era como un canto de ángeles.

Pero cuando Mei tenía diez años y su hermano tres, los separaron.

Violencia doméstica, comentaban los adultos. 

Nuevos padres, le decían a Mei.

Pero el único problema era que la familia interesada en Mei, no quería a Jin. No tenían tiempo para un bebé.

Destrozada, Mei vió como otra pareja más joven se llevaba a su hermanito mientras este lloraba para estar de vuelta en los brazos de su hermana mayor. Las lágrimas no tardaron en llegar para la pequeña y se cerró en su propio mundo.

Los Montés.

Los Fiodoróv.

Los Wayne.

Los Lowry.

Los Alighieri.

A los trece años, dos meses después de ser rechazada por los Alighieri, Mei fue adoptada por sexta vez por los Sordello. Una pareja más joven que las anteriores y muy amables. Mei no podía ser mala con ellos, pero tampoco quería aceptarlos. Su postura era muy clara, pero a pesar de ello, la señora Alighieri seguía intentando acercarse a ella.

"¿Cómo estás?" le preguntó, causando el llanto en la niña. 

"Incompleta."

Después de seis meses a manos de aquella mujer tan amable, finalmente abandonó la idea que desde los diez años inundaba su cabeza a diario.

"Mei, te tengo una sorpresa, cariño." dijo su ahora madre a la pequeña pelirroja. "Pero tendrás que esperar hasta mañana, mi cielo."

Sorpresa fue para Mei, ver llegar un auto blanco a la mañana siguiente. Se asomó a la ventana para poder ver mejor y vió a una mujer salir del auto, Kali, su madre, salió a recibir a aquella extraña y Mei no pudo hacer más que llorar.

En los brazos de aquella extraña, se encontraba Jin. Sus ojos seguían igual de brillosos, su cabello rojo estaba peinado y recortado, estaba más grande y delgado. El rostro de Mei se llenó rápidamente de lágrimas.

Corrió a la puerta de entrada y abrió lentamente, con miedo de que aquello fuera solo una alucinación. Cuando se percató de que todo era real, una sonrisa adornó su rostro húmedo.

Ninguna de las dos mujeres se percató de la presencia de Mei, excepto Jin. El pequeño se soltó de los brazos de la mujer que le cargaba y corrió a abrazar a su hermana mayor. Dió un salto y Mei le atrapó en sus brazos, besando su carita. Jin, con seis años, escondió su cara en el cuello de su hermana, abrazándole fuertemente.

"Te extrañé tanto, Meme." dijo el niño en cuanto pudo tranquilizar su llanto.

"Igual yo, Jinie." 

Susurros de un ruiseñorWhere stories live. Discover now