Capítulo 1

1.8K 62 22
                                    

Hannah llegó al mediodía a la ciudad. Había sido transferida de la policía de Los Ángeles al laboratorio criminalista de New York. Se quedó media hora esperando en el aeropuerto hasta que su familia comenzó a llegar; su madre Beth, padrastro y hermanastro. La recibieron entre abrazos y besos además de algunas lágrimas. Subieron al automóvil familiar y se marcharon a casa.

Al llegar Hannah apreció la bella casa que se levantaba frente al pequeño centro recreativo que dirigía su madre. La casa tenía dos columnas delante y estaba pintada de amarillo con tejas negras. El centro recreativo tenía un precioso mural de niños correteando hacia una puesta de sol que la misma directora había pintado junto a los niños.

—Hicieron un buen trabajo—dijo Hannah observando el mural—. Podría ayudarlos con las refacciones, algunas cercas están rotas—prosiguió.

—No, ya tienes suficiente trabajo—dijo su madre cargando una valija.

Luego de entrar todo el equipaje a la casa Hannah se acomodó en una de las habitaciones del segundo piso. Tomó su carnet y su móvil antes de salir, se despidió de su familia y pidió un taxi para que la llevase al laboratorio.

Hannah entró al laboratorio enseñando su carnet. Stella Bonasera la esperaba en la entrada para recibirla. Reconoció inmediatamente a la joven de cabello negro y ojos celestes.

—Bonasera—dijo Hannah abrazando a la otra.
—Hannah Taylor—dijo Stella siguiendo el abrazo—. Me alegra tenerte aquí.
—Estoy tan ansiosa—sonrió—¿Dónde está mi papá?
—Oh, salió, descuida, volverá en un rato, ahora sígueme, te mostraré donde estará tu laboratorio—la tomó del brazo guiándola.

Todos se giraban a verla, veían a esa joven pelinegra que podría tener mas jerarquía que cualquiera de ellos por el simple hecho de ser hija de Mac Taylor.

Llegaron al laboratorio de rastros donde Adam estaba sumido en un libro de insectos. Stella le quitó el libro y le señaló levemente a Hannah.

—¡Tu eres Hannah!—exclamó levantándose de su silla.
—Si—respondió ella—. Creo que soy algo popular por aquí.
—Si, por supuesto... pues, Mac me dijo que trabajarás conmigo cuando no estés en el campo.
—Entonces es mejor que me ponga al tanto de todo—rió Hannah. Miró a Stella—¿Y bien?
—¿Y bien?—repitió la mujer.

Adam volteó y rebuscó entre cajones.

—¿Me avisaras cuando mi papá vuelva?
—Claro que si, cariño. Ahora debo irme, Adam, por favor, se cortés y no nos hagas quedar mal con ella.
—¿Cuándo los hice quedar mal?—interrumpió Adam colocándose un sostén de evidencia sobre la cabeza.
—Quítate eso, es evidencia Adam—comentó Stella antes de salir.

Ella atravesó la puerta sin quitarle la mirada de encima a Adam.

—¡Ya lo analicé!—gritó antes de que Stella desapareciera por completo.

Hannah rió.

Adam guardó el sostén y se dirigió a Hannah.

—Bien, ayúdame con esto—le enseñó unas muestras de tierra de zapato—. Aiden debía ayudarme pero no sé dónde está. Creo que le asignaron un nuevo caso, o algo así.
—¿Aiden? ¿Aún sigue aquí?
—Por supuesssto, ¿dónde más estaría?
—¡Demonios!—exclamó—. Discúlpame Adam, pero iré por Aiden.
—¿La conoces?
—¡Claro que si! Hemos sido compañeras durante algunos años en Orlando, además de que crecimos juntas.
—Bueno, ve, creo que puedo sólo con el trabajo—suspiró—. Me debes una, novata.
—Cómo sea—rió y se marchó.

Buscó a Aiden por todos lados, entre preguntas e indicaciones pero no la halló. Decían que se encontraba en alguna parte del laboratorio, pero Hannah no podía hallarla.

Se encontraba frente a una oficina, a un CSI de alto rango, su inspiración y padre Mac Taylor. Se abalanzó hacia él apretujándolo en un abrazo.

—Papá—dijo Hannah—. ¿Cuando llegaste?
—Acabo de llegar—rió. Su risa se escuchaba profunda ya que Hannah tenía su oreja pegada al pecho de Mac—. Stella me dijo que me buscabas.
—Si—lo soltó—. Llegué hoy y vine aquí, te busqué y no estabas, me llevaron con un tal Adam y estaba a punto de trabajar pero antes quería saludar a Aiden.
—Oh, Hannah—dijo Mac haciéndole un ademán para que entrase a su oficina. Su expresión había cambiado y ahora se encontraba serio y un tanto triste.

Ambos ingresaron y Mac cerró la puerta detrás de él.

—¿Qué pasa, papá? Dime que no es algo malo.
—Despedí a Aiden—respondió—. No hizo su trabajo de manera adecuada y manipuló evidencia. Sé que fue para bien pero no puedo permitir algo así. ¿Sabes cómo quedaría el laboratorio? Si alguien se llegase a enterar de ello muchos de nuestros casos se anularían. Debí hacerlo.
—Si, bien... supongo que está bien.
—No creas que no la extraño, hija.
—Quiero saber dónde está.
—Bien, te daré la dirección pero antes debo presentarte al resto del equipo.




Soy muy colgada con esto de las novelas por el hecho de que o no tengo Internet o no tengo inspiración así que no se desilusionen si tardo en actualizar. Y estoy pensando en hacer un romance entre Hannah y Don Flack, o entre ella y Danny. Díganme cual les gusta mas.

CSI: New YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora