Carolina Kopelioff corrió por el pasillo de la escuela. No había ningún alma a esta hora fuera de las aulas y lo único que se escuchaba eran sus zapatos pisar el piso de cerámica y su respiración jadeante. Le echó una rápida mirada a su reloj de pulsera. Las ocho con quince minutos. ¡Qué tarde era! Ella debería estar en clases desde las ocho. Soltó un pequeño quejido cuando chocó con algo duro parecido a la pared y se tambaleó hacia atrás. Ella cayó al suelo junto con todas las cosas que traía en las manos, desparramando los papeles que había en el interior de su carpeta. Se arrodilló sobre el suelo y con las manos temblorosas trató de juntar los papeles, con la preocupación de llegar tarde a clase plasmada en su rostro. De pronto unos zapatos negros de cuero se situaron al frente suyo. Agustín Bernasconi se colocó en cuclillas y la ayudó a recoger los libros y cuadernos. Carolina levantó la vista pero rápidamente la volvió a bajar al darse cuenta que chocó contra el director de la escuela. Solamente él lograría colocarla tan nerviosa, y no era sólo por el hecho que dirigía un rango importante en la escuela. Si no también era por su atractivo y belleza, que mantenía a todas las alumnas de la escuela con sus braguitas mojadas. Incluyéndola a ella. Carolina se puso de pie y se sacudió la falda con las manos. Luego Agustín le pasó los cuadernos y tímidamente ella los recibió, apegándolos con fuerza contra su pecho. Él la miraba con ternura, pensando en lo mucho que su inocencia le ponía.
- Lo siento señor director, no me fijé a dónde iba.- dijo ella mientras su mirada se enfocaba en sus zapatos. Agustín colocó el dedo índice bajo su mentón y le levantó la cabeza. Carolina se sonrojó cuando sus ojos miraron los suyos, derritiéndola por dentro.
- No te preocupes, linda.- Agustín sonrió.- ahora ve a tu clase.
Ella asintió y se giró para volver a empezar su carrera en dirección hacia su clase de química, ajena ante la ardiente mirada que el director le lanzó por detrás. Agustín no le quitó los ojos de encima hasta que la vio desaparecer a las al entrar a la clase de la profesora Palmer, luego inspiró hondo y se volteó para dirigirse hacia su despacho.
La profesora Palmer abrió la puerta y arqueó una ceja cuando divisó a Carolina. Por detrás, todos los alumnos se voltearon para mirar en dirección hacia la puerta.- Llega tarde a clases, señorita Kopelioff.
- Perdón profesora, no volverá a ocurrir.- dijo entre jadeos por el cansancio después de haber corrido, su corazón latiendo apresurado por el pequeño encuentro que tuvo con el director en el pasillo. Era esa emoción y las cosquillas en el estómago que sentía cada vez que lo veía en la escuela. Le provocaba quedarse mirándolo por minutos, hasta que él se daba cuenta y ella apartaba la mirada avergonzada.
- Espero que así sea. Ahora entra y ve a tu sitio.
Crolina entró y se sentó en uno de los últimos pupitres del aula, al lado de su mejor amiga Valentina. Los alumnos volvieron su atención hacia la pizarra y la única voz que se escuchaba era la de la profesora quien volvió a retomar la clase.- Hola.- dijo Valentina en voz baja, asegurándose de que la profesora no la oyera.- ¿Por qué llegas tarde?
- Me quedé dormida. Y cuando iba camino hacia acá… me pillé con el director.- se sonrojó.
- ¿Qué? ¿Cómo fue? ¿Qué te dijo?
Carolina miró al frente y aprovechó la situación de que la profesora estaba escribiendo en la pizarra para acercarse hacia Valentina, su voz escuchándose apenas en un susurro.- Iba corriendo y pasé a chocar con él. Me ayudó a recoger las cosas que tiré y… y me llamó linda.- dijo y sintió que sus mejillas enrojecían cada vez más.
- Espera, ¿Te dijo linda? Qué pedófilo.
- Valentina, por favor.- puso los ojos en blanco.- no es ningún pedófilo. Además, yo tengo dieciocho años y él… ¿Cuánto? ¿Treinta? Como sea, Agustín me ve a mí como una simple alumna más del colegio y yo a él como un amor platónico.
- ¿Quién es Agustín?- preguntó y frunció el ceño.
- Así se llama el director. Agustín Bernasconi.- dijo en un suspiro.
- Oh, Dios. Estás obsesionada con él. Es cierto que se le ve joven y muy guapo pero… nena, tienes que conseguirte a un novio de tu edad.
- Ya sé.- gruñó.- tampoco es que vaya a pasar algo entre nosotros. Es imposible -
Carolina volvió su mirada hacia la pizarra y trató de prestarle atención a las explicaciones que daba la profesora. Pero en lo único que lograba concentrarse era en el director de la escuela. Ella había llegado a la escuela como alumna nueva el año pasado y desde el primer día que entró a clases, cuando lo vio, sintió que se le derretía el corazón con tan solo mirarlo a los ojos. Nunca antes se había sentido tan atraída por un chico y sin embargo él conseguía superar sus expectativas. Al principio creyó que sólo era su cara bonita y el espléndido cuerpo que sin duda escondía bajo su traje que lograba que su corazón latiera mil por minuto, pero al pasar el tiempo, se dio cuenta que se trataba de algo más fuerte que un simple deseo sexual. Aún no tenía claro cuáles eran sus verdaderos sentimientos hacia él, pero lo que sí sabía era que si existiera aunque sea la más mínima oportunidad de poder besarlo, ella sin duda la aprovecharía.
De pronto alguien tocó tres veces con los nudillos la puerta de la sala, obligando a la profesora Palmer detener su discurso sobre la historia del átomo. Mientras que Carolina escribía los últimos apuntes de la pizarra en su cuaderno, la profesora fue a abrir la puerta y dejó pasar a una mujer que estaba aproximadamente entre sus cuarenta años de edad.- ¿Carolina Kopelioff?
Todos los alumnos se voltearon a verla a ella. Carolina alzó la vista desde su asiento y levantó el brazo, mirando con expresión confundida a la inspectora.
- La necesitan en la oficina del director.
______________________________________
ESTÁS LEYENDO
El director ;; aguslina
Short StoryEl Director de la escuela Bernasconi se deleitaba con el seductor movimiento que hacía la alumna Carolina Kopelioff al caminar. Durante las mañanas él la veía y no podía apartar la mirada de sus jugosas curvas. Su inocencia y su ternura lograron con...