Capítulo 2

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  Mientras que Carolina caminaba en dirección hacia la oficina del director, en su mente estaba repasando los últimos días que asistió a clases, preguntándose si habría hecho algo malo que molestó a un profesor o si cometió algún error. Era la primera vez que la llamaban desde el despacho del director y se sentía nerviosa. ¿Por qué habrían de llamarla? Ella siempre ha sido una buena alumna, los mismos profesores le han dicho que mostraba un buen ejemplo para los demás estudiantes. Tampoco hacía escándalos y tenía una familia que la quería. Carolina era una chica tímida, que sólo hablaba cuando era necesario y la única preocupación que tenía era sacarse buenas calificaciones antes de salir de la escuela y entrar a la universidad.
Carolina levantó la mano en forma de puño y con los nudillos tocó tres veces seguidas la puerta. Desde adentro, se escuchó una voz ronca contestar que le dio un escalofrío.

- Adelante.

Tímidamente ella abrió la puerta y cuando entró, creyó que en cualquier momento le daría un ataque al corazón por la rapidez que le latía al ver a Agustín. Él estaba sentado en su silla de escritorio, con un bolígrafo en la mano y unos papeles sobre la mesa. Sus ojos se oscurecieron al verla.

- Buenos días. La estaba esperando.- le dijo educadamente, aunque sin poder evitarlo, con un tono seductor en su voz.- por favor, siéntese.

Ella se sentó en la silla que había frente a él y dejó las manos sobre su regazo. Se acomodó un mechón detrás de la oreja y respiró hondo para tratar de tranquilizarse. Lamentó no haberse alcanzado maquillar antes de salir de casa por haberse quedado dormida, pero era mejor así. Su largo cabello castaño sin alisar caía por su espalda, con unos cortos mechones adornando su preciosa cara.
Y a Agustín le parecía totalmente atractiva. Le gustaban las mujeres sin maquillaje, las prefería más a lo natural.

- Dijeron que tenía que venir aquí.- murmuró ella, tratando de no titubear al hablar.

- Así es. Lamento tener que interrumpirla en horario de clases, pero era necesario que la viera.- le dijo, sintiendo que esas palabras eran más para él que por cualquier otra cosa.- así que... su nombre es Carolina Kopelioff, ¿Verdad?

Pero por supuesto que él sabía su nombre. Conocía absolutamente todo de ella. Sabía dónde vivía, el nombre de sus padres y hasta tenía su número telefónico. Una de las ventajas que tenía de poder ser director era que podía tener la libertad de investigar la vida de cualquier estudiante, en especialmente a las que le interesaba más.
Ella sólo asintió con la cabeza y de inmediato Agustín se dio cuenta lo incómoda que se sentía.

- No la llamé porque haya hecho algo malo. Puede quitarse esa idea de la cabeza.- le dijo para tranquilizarla.
Carolina suspiró, notablemente aliviada.

- Entonces... ¿Por qué estoy aquí?
Agustín apoyó los codos encima del escritorio y se acarició la barbilla, pensando bien las palabras que diría a continuación. Carolina aprovechó de examinarlo mientras esperaba alguna respuesta. Traía los primeros botones de su camisa blanca desabrochados, con la corbata aflojada alrededor de su cuello y los botones de su saco abiertos. Se veía tan sexy que Carolina se alegró cuando notó que en ninguna de sus manos traía algún anillo, lo que significaba que no estaba casado. ¿O tal vez tenía a su novia? El simple pensamiento le deprimía.

- Hemos recibido una llamada de su madre, diciendo que usted debía retirarse hoy de la escuela.- comenzó a decir Agustín.- al parecer, la hermana de ella se desmayó y dado que no está en el mejor estado para trabajar necesita de su ayuda.
Carolina pestañó varias veces. Luego los nervios que sentía rápidamente fueron sustituidos por preocupación. Preocupación por su tía. Debido a que las únicas personas con quien vivía por el momento eran su madre y su tía, entendía lo importante que era para su mamá irla a ayudar.

- Está bien.- le dijo con una calma que no sentía, bajando la mirada hacia sus manos sobre su regazo.- Entonces, ¿Me tengo que ir?

- Sí.- dijo y buscó su mirada con la suya. Quería que lo mirara a los ojos, quería perderse en esos preciosos ojos color marrón claro para saber qué era lo que sentía.- ya puede retirarse, señorita Kopelioff.

La campana del recreo que sonó anunció que eran las diez de la mañana. Agustín vio como Carolina asentía y se colocaba de pie, acomodándose un poco el cuello de su camiseta del uniforme de la escuela. La miró enternecido. Él quería decirle tantas cosas, entre ellas, lo mucho que la deseaba, pero lo que más quería era preguntarle cómo se sentía. Quería preguntarle sobre su familia; saber más sobre su vida privada, sobre sus padres... sobre sus sentimientos.
Al fin Carolina lo miró a los ojos, y lo que Agustín vio, no le gustó para nada. Era el brillo de tristeza que había en sus ojos que le provocaba querer arrastrarla hacia su regazo, llenarle la cara entera de besos y abrazarla mientras la acunaba.

- ¿Se encuentra bien?- le preguntó con preocupación.

- Sí.- dijo mientras le regalaba una sonrisa débil.- estoy preocupada nada más por mi tía, pero bien.
Agustín asintió. Luego arrancó un papel de una pequeña libreta que tenía a mano, escribió algo rápido y firmó.

- Tome.- dijo y le tendió el papel.- muestre esto a la salida de la escuela y la dejarán irse.

- Gracias.- dijo y tomó el papel.
Carolina se volteó y se acercó hacia la puerta, consciente de que Agustín la miraba por detrás. Abrió la puerta y antes de salir, la voz de Carolina la detuvo.

- Señorita Kopelioff.

Ella se giró, mordiéndose el labio al sentirse seducida por la voz ronca y sensual de aquel hombre.

- Quiero verla mañana después de clases aquí mismo.

Carolina ni siquiera le preguntó la razón, solamente se sonrojó, asintió y después se fue. Mientras iba caminando en dirección hacia su casillero para sacar su mochila, pudo sentir como la alegría volvía a apoderarse de ella.
Su corazón latía alocado, pensando que mañana lo volvería a ver, y esta vez, no solamente para hablar...
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 El director ;; aguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora