Agustín la tumbó encima del escritorio. El bolígrafo que estaba al lado rodó hasta el borde de la mesa y cayó al suelo junto con el lapicero. Folios y documentos importantes se arrugaron, pero a Justin no le importó. En lo único que podía concentrarse era en el inmenso placer que lo poseía al poder estar masturbándola.
- ¿Te gusta?- dijo Agustín con la voz agitada. Sus largos dedos seguían follándola de una manera exquisita. Más rápido y más intenso. La espalda de Carolina dolía por estar tendida en la dura madera del escritorio, pero era lo que menos importaba. Sólo tenía mente para pensar en lo fantástico que se sentía que Agustín le prestara atención a su coño.- dime si te gusta que te esté follando con los dedos.
- Sí, oh... ¡Sí!- gimió, cerrando los ojos con fuerza.- por favor...
- ¿Por favor, qué?
- Fóllame.
- Qué guarra eres, con que quieres que te folle, ¿Eh?- dijo y una sonrisa de pura lujuria apareció en su rostro. Sacó los dedos, ahora húmedos de su interior y con el dedo de al medio comenzó a hacer círculos en su clítoris. Ella abrió los ojos de golpe y lo único que pudo ver fue el techo de color beige del despacho.- ¿Y con qué quieres que te folle?
- Tú sabes con qué...
- Dímelo.
Agustín siguió frotándole el clítoris energéticamente. Y no se detendría. Disfrutaba viendo la expresión de placer en el rostro de Carolina, así mismo como él disfrutaba de su propio placer, viendo como el pecho de Carolina subía y bajaba rápidamente conforme jadeaba. Había sudor en su frente, y unos cortos mechones se le había pegado en las mejillas. La piel le brillaba a lo largo de todo el cuello, perdiéndose por sus pechos.
Ella pronto se correría, y estaba claro que Agustín no tenía ni la más mínima intención de detenerse.
- Dímelo.- repitió Agustín.- quiero oírte...
- Por favor...
- ¿Con qué quieres que te folle?- preguntó, mirándola fijamente a la cara. Ella se retorció, pero Agustín supo mantenerla quieta con una mano mientras que con la otra continuaba con su tortura.- ¿Tal vez con la lengua? Porque tengo unas inmensas ganas de comer tu dulce coño ahora mismo.
- No...
- ¿Entonces qué?
- ¡Quiero tu polla!- exclamó, pero con el cuidado de no elevar tanto la voz para que afuera no la escucharan.- quiero tu maldita polla dentro de mí follándome. Duro y fuerte. Una y otra vez.
- Señorita Kopelioff.- dijo Justin fingiendo sorpresa.- pero qué boca más sucia tiene.
Carolina gimió y arqueó la espalda. Un pequeño hueco se formó entre ella y el escritorio, y cuando estiró las manos a sus lados buscando algo de apoyo, sin querer, botó un cuadro que estaba encima y cayó al suelo causando que se quebrara.
- Córrete.- murmuró Agustín.
El cuerpo de Carolina se sacudió, y él la sujetó de las caderas para evitar que cayera del escritorio y se lastimara. La miró con ternura cuando escuchó que decía su nombre al momento que llegó al orgasmo antes de que la tranquilidad volviera hacia ella, permitiéndole respirar con normalidad. Pero Carolina sabia que Agustín aún no terminaba con ella...
- Me encantó oír la pronunciación de mi nombre en tus labios.- dijo Agustín, estirando una mano para acariciarle la mejilla.- te hice llegar a tu primer orgasmo. El primero de muchos...
Agustín tomó los bordes de la falda colegiala y se la subió, hasta por debajo del pecho. Le bajó las braguitas rosadas y las tiró hacia algún lugar de la habitación. Carolina se incorporó, sentándose encima del escritorio.
- Será rápido, ¿De acuerdo?- dijo Carolina mirándola a los ojos mientras se desabrochaba el cinturón del pantalón. Esos mismos ojos que ahora ardían en llamas.
Carolina sólo asintió.
- Termina de desvestirme tú.- dijo al momento que dejó caer los pantalones hasta sus pies. Tomó la mano de Carolina y la dejó sobre su entrepierna, apretándole los dedos contra su erección palpitante. La boca de ella se entreabrió, y flexionó un poco los dedos al sentir la dureza de su pene sobre la tela del bóxer, provocando que desde la boca de Carolina saliera un pequeño gemido.- quiero que tengas la suficiente confianza para tocarme, así como tú la tuviste conmigo.
Tímidamente y muy despacio, Carolina tomó por los bordes su bóxer y lo tiró hacia abajo. Se sonrojó al ver su erección salir al aire. Dios, estaba empalmadísimo...
- ¿Y bien?- Agustín sonrió, claramente gustoso ante la expresión en el rostro de Carolina .- ¿Qué piensas?
- Señor director.- dijo fingiendo sorpresa, apartando la mirada de su erección para mirarlo a los ojos.- lo único que le diré es que a pesar de su edad, se mantiene en buena forma.
Él arqueó una ceja, luego se envolvió el pene con las manos y comenzó a sobarlo. Carolina jadeó y ensanchó los ojos, volviendo otra vez toda su atención a su entrepierna.
- Para su información, señorita Kopelioff, tengo veintiocho años lo que significa que no estoy tan viejo. Y mi pene funciona perfectamente.- quitó sus manos y la cogió de los muslos, separándole las piernas para acomodarse mejor al medio de ellas. Le acarició el interior del muslo derecho, y la sintió estremecerse.- ahora mismo se lo demostraré.
Agustín rasgó el condón que guardó del bolsillo de su pantalón y lo deslizó a lo largo de toda su erección. Ella volvió a recostarse encima del escritorio, inspirando profundamente para tratar de tranquilizarse. Iba a perder su virginidad, ¿Cómo no iba a sentirse nerviosa?
- Relájate, linda.- dijo Agustín con la voz suave, y toda tensión en el cuerpo de Carolina desapareció cuando él se inclinó para depositar un beso tierno en el interior de su muslo izquierdo.- prometo que lo disfrutarás tanto como yo.
Carolina cerró los ojos con fuerza hasta el punto en que le dolió cuando sintió que Agustín comenzaba a presionar su glande en la entrada. Luego empujó con fuerza, sin tener la menor vacilación u oscilación. Fue intenso y duro al mismo tiempo, desgarrándole la virginidad por completo. Ella se mordió los labios para evitar gritar y clavó las uñas en los antebrazos de Agustín, pero él no se quejó. Al paso de unos segundos, comenzó a moverse, retirándose de ella para volver a entrar con la doble intensidad de antes.
Agustín la estaba follando duro y salvaje, gimiendo con cada golpe que daba en su interior.
- E-Estás... jodidamente... estrecha.- pronunció con dificultad.- mi... polla... se... siente... increíble... dentro... de... tu... coño.
- Sí, sí, sí.- gimió. El escritorio temblaba con fuerza bajo ella conforme él seguía penetrándola, una y otra vez, más rápido.- oh... Dios...
- Ya estoy cerca.- gruñó, sintiendo como Carolina se ceñía con fuerza alrededor de él y en lo cerca que estaba de llegar al orgasmo.- córrete conmigo, por favor...
Empujó una vez más y Carolina se arqueó cuando, por segunda vez en el día, ella alcanzó el clímax. Agustín la acompañó después, quedándose inmóvil en su interior, cerrando los ojos con fuerza y apretando los dientes para no gritar. Él quería gritar el nombre de ella con todas sus fuerzas y de ese modo anunciar a todo el mundo que había alcanzado el cielo junto a su chica -sí, su chica joder-, pero no quería levantar sospechas por lo que reprimió el grito a mitad de su garganta.
Aún sin retirarse, Agustín colapsó sobre ella. Se inclinó encima del escritorio y la abrazó, con la cabeza apoyada entre sus pechos. Tenía los ojos cerrados y se esforzaba por volver a tener la respiración regular. Carolina lo envolvió con los brazos por su espalda, sintiendo lo húmeda que estaba su camisa por la transpiración y enredó los dedos en su cabello.
Y así, en medio del silencio, ella pensó en todo el cariño que comenzaba a agarrarle.
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El director ;; aguslina
Historia CortaEl Director de la escuela Bernasconi se deleitaba con el seductor movimiento que hacía la alumna Carolina Kopelioff al caminar. Durante las mañanas él la veía y no podía apartar la mirada de sus jugosas curvas. Su inocencia y su ternura lograron con...