Le subió bien las braguitas y la falda colegiala. Ella lo ayudó subiéndole el bóxer y después el pantalón. Agustín la levantó del escritorio y la colocó suavemente de pie frente a él, luego la besó con ternura. Y ella gustosa le correspondió el beso echando los brazos alrededor de su cuello, colocándose en puntitas para profundizar más el beso. Sus lenguas se encontraron en ese territorio ya familiar y se besaron lentamente, seduciéndose uno con el otro. Al separarse, Agustín sonrió y le plantó un beso fugaz en la frente.- Has hecho de este sexo algo fantástico. Siempre he querido besarte pero hoy conseguí algo más. Gracias por todo, cariño.- susurró y acarició su nariz con la suya.- quiero que vengas a mi casa conmigo ahora.
Carolina pestañó varias veces. Pensó que sólo se trataba de una broma y que no hablaba en serio, pero su cara decía todo lo contrario. La miraba esperanzado, con la cara iluminada y los ojos llenos de ternura. Oh, ese era un Agustín entusiasmado. Con ganas de juguetear un rato. Lo miró, tratando de ocultar su sonrisa mientras se mordía el labio. Pero se le hizo imposible.
- No creo que eso sea posible. Mamá no sabe que me quedé más tarde en la escuela y se puede preocupar.
- ¿No la puedes llamar o enviar un mensaje de texto para avisarle que llegarás tarde?
- ¿Cuál excusa le pongo?
- Dile que te quedaste con alguna amiga en su casa, ¿Tal vez?
- Señor director, ¿Me está pidiendo que le mienta a mi propia madre?
Los labios de Agustín se curvaron hasta transformarse en una cálida sonrisa.
- Sí.
- Mmh, es muy tentativo. Pero no, mi tía no trabaja hoy y tengo que ayudar a mamá en la joyería.
- ¿Joyería?
- Sí, es la tienda en donde trabaja.
- Entiendo. ¿Y tu papá?
- Viajó por unos días a Nueva York por cosas del trabajo o algo así.
- Bueno.- hizo un mohín.- pero algún día tendrás que ir a mi casa.
- Por supuesto, yo también quiero ir.- le guiñó un ojo.- ¿Tal vez el viernes?
- Viernes, sí. Me parece bien- dijo y se relamió los labios, en un gesto que irradiaba sensualidad y la desconcentró por breves segundos.- ya estoy ansiando que termine lo más rápido posible la semana.
- Creo que lo mejor sería ordenar tu oficina un poco antes de salir.- dijo para tratar de distraerse de su boca, luego se sonrojó cuando miró el escritorio.
Agustín miró hacia la misma dirección y una sonrisa maliciosa se adueñó de sus labios. El escritorio ordenado que Carolina conoció cuando entró al despacho quedó en el olvido. Folios arrugados estaban sobre la mesa, tinta corrida y lápices esparcidos por el suelo.
- Cualquiera que entraría pensaría que robaron.- bromeó Agustín, acercándose para tomar los folios y colocarlos en su sitio.
- Pienso lo mismo.
Mientras él ordenaba, Carolina se agachó para recoger el cuadro que había botado sin querer hace minutos antes cuando estaba tumbada encima del escritorio. Agustín se volteó al oír el sonido que hacía al apartar los vidrios y se acercó a ver.
- ¿Qué haces? Suelta eso, te puedes cortar.- le regañó cuando vio que tomaba un pedazo de vidrio. Carolina puso los ojos en blanco y lo dejó caer al suelo.
- Toma. Esto es... tuyo.- dijo y se lo entregó. En la fotografía se podía ver claramente a Agustín vestido de traje, al lado de una chica rubia de ojos color celeste que traía el pelo recogido. Ella traía puesto un vestido floreado, y a mala gana Carolina tenía que admitir que era atractiva. Muy atractiva, con un cuerpo curvilíneo y alta. Tan solo ver la forma en que Agustín la rodeaba de la cintura y ella apoyaba la cabeza contra su hombro de una manera tan íntima bastaba para que ardiera en celos.
ESTÁS LEYENDO
El director ;; aguslina
Short StoryEl Director de la escuela Bernasconi se deleitaba con el seductor movimiento que hacía la alumna Carolina Kopelioff al caminar. Durante las mañanas él la veía y no podía apartar la mirada de sus jugosas curvas. Su inocencia y su ternura lograron con...