Noragami, Zutto

Capítulo 4: El chico de la mirada de fuego.

//Narra Hiyori//

Desperté apenas sentí los primeros rayos de sol acariciar mi rostro, hoy era mi primer día de entrenamiento para servir como shinki a mi amo, me vestí de forma simple y me dirigí al salón principal, ahí se encontraba el joven del pelo claro sentado en un sillón, reposando su cabeza en su mano con su codo recargado en el respaldo a su lado, con su llameante mirada perdida en algún rincón de la habitación, me acerque discreta con miedo a interrumpir sus pensamientos, al parecer esto hizo que me notara, pues volteo hacia mi y dijo alzando levemente la voz:

—Oh, Hiyori, disculpame no te note- al momento se paro del sillón— estaba esperándote
—sonrió con el aire melancólico que lo acompañaba desde el momento en que lo ví por primera vez.

//Narra Yukine//

No pude dormir en toda la noche pensando en la situación de Hiyori y en lo que me había dicho Yato, fue tan doloroso como nos presento como si fuéramos un par de desconocidos, no podía soportar la idea de que olvidara toda su vida y mucho menos que yo no pudiera ayudarle a recordar, era algo sumamente injusto, entendía que el hecho de que yo pasara por ello era irremediable, pero nosotros lo sabemos todo de su vida pasada ¿Porque demonios no puedo ayudarla?.

Me encontraba absorto en mis pensamientos cuando la vi parada frente a mi.

—Oh, Hiyori, disculpame, no te note... estaba esperandote.

Sonreí y le indique que me siguiera, volviendo a la realidad.

No puedo permitirme estar así, esto incluso podría causarle impurezas a Yato, ya no soy el mismo niño inmaduro de antes, tratare de acatar la decisión de mi maestro aunque no la comprenda, por lo menos por ahora.

Llegamos al patio del templo, donde le enseñaría lo básico.

—La tarea de un tesoro sagrado es servir a su maestro en su labor para erradicar los entes malignos que hieren a los vivos, para ello, además de ser una arma útil, necesitas poder defenderte en el estado en el que estas ahora, para esto te puede ayudar saber poner un limite.

—¿Un limite?— cuestionó Hiyori mientras me observaba atenta

—Si, esto es una linea que te separara de cualquier espíritu maligno, siempre y cuando la realices correctamente, tratemos de hacerlo, levanta tus dedos índice y medio— ella asiente y hace lo que le indicó— ahora trata de marcar una linea en el suelo, así- trazó la línea y de inmediato se alza la barrera, esto me trae recuerdos de la primera vez que lo hice... Hiyori... Hiyori había estado ahí...

—¿Así?— La voz de Hiyori me saco de mis pensamientos, ella intentaba hacer lo mismo que yo, trazando la linea mas la barrera no se levantaba, ahora que recuerdo Yato había dicho que yo era especial por haber aprendido tan rápido y después de eso por convertirme en un tesoro monje, pero yo nunca había tenido la oportunidad de comprobarlo pues el shinki con el que mas tiempo pasaba era Kasuma, otro tesoro monje.

A Hiyori le costo toda la tarde lograr hacer un límite que pudiera protegerla de un Ayakashi, al parecer las cosas iran un poco lentas con ella, aunque lastimosamente no le puedo dedicar todo mi tiempo dado a que yo tengo que asistir a mis propias clases con Kasuma, más ahora que por fin tengo un nuevo shinki al cual guiar...

A Yato nunca le agrado la idea de traer nuevos tesoros, cada que le preguntábamos por ello respondía engreído que los dioses con muchos tesoros se volvían dependientes de sus armas y solo desenmascaraban lo débiles que eran de forma individual, luego suavizaba la voz y agregaba que no necesitaba de nadie mas que de mi y Hiyori para ser feliz, por eso hizo esto después del accidente, cambiando la vida de los tres...