PRÓLOGO

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Italia, hace tres años.

Las puertas habían sido abiertas, el paso a los espejos estaba libre y Kai sentía que llamaba por él. No espero a que el encargado diera la orden, ya caminaba apresurado al portal. Los otros atrás lo siguieron, conservando cierta distancia, tal como sí él fuera su líder se detuvieron tras suyo cuando él lo hizo justo antes de pasar al otro lado. Sentía sus ojos curiosos sobre su espalda más nadie se atrevió a hablar, le sorprendió y agrado que nadie lo apresurara, sin importar que ellos también estaban tan necesitados como él. Los remolinos en su estómago lo tenían preso de la ansiedad más grande que pudó palpar en toda su vida. Su corazón tampoco se quedaba atrás, acompañado de esa fuerza sobrenatural que le daba órdenes en su cabeza. Palabras como: Entra de una maldita vez. ¿Qué es lo que estás esperando?

Nada. Respondió en su interior y saltó atravesando el objeto. Lo primero que sintió fue una briza cálida sobre su rostro. Sus mirada se encontró con el resguardo de la noche. Un cielo sin luna y muchas estrellas. Ojeo sobre su hombro a sus espaldas. Sólo dos de más de cien habían tenido la misma coincidencia de aterrizar en el mismo lugar. No era nada extraño, raro sería que todas sus parejas estuvieran en un mismo lugar y en una misma hora.

No se detuvo a esperar otro segundo para asimilar el contrario lado del portal, sus instintos le decían que corriera y por esa vez sonaba una buena idea. Tampoco le importó dejar atrás a los demás. Era su decisión si quería compañía o no en su búsqueda. Después de todo sólo tenía doce horas para hacerlo.

Muy poco tiempo había sido su opinión en un principio, sin embargo ahora era demasiado. Ya apartado lo suficiente como para respirar un aire libre de aquellos que lo acompañaban, aminoró la velocidad.

Sonrió con suficiencia al ver el paisaje urbano, las luces esparcidas, las calles desiertas y esa pasarela rodeada de aquellas cosas que los humanos llamaban árboles. Eran exactamente como describían los maestros y como había visto en las ilustraciones. No le pareció mala idea tocarlos, tampoco, esa sensación fresca que le transmitía tocar sus hojas. Esos brotes rosados conocidos como flores eran mucho más suaves, JongIn no se contuvo de olerlas tampoco. Arrancó uno para llevárselo.

Había estudiado todo lo referente al mundo humano dos tercios de su vida, sabía todo de ellos, se había preparado su existencia entera para esto. Aun así, quería experimentarlo de primera mano. No bastaba con los libros, ya no podía imaginarlo, por fin podía sentirlo, y debía admitir, se sentía de maravilla.

Pero no logró llegar mas lejos de aquella plaza sin que su instinto le reclamará buscar pronto a su pareja. Ese impulso que los mayores llamaban la Convergencia, le decía, nó, rugía por que moviera el trasero en busca de su Destino.

Renegó contra ese impulso que por demás consideraba primitivo. No había esperado tanto tiempo para descubrir este nuevo mundo como para volver con la salida del sól. Por que encontrar a tu compañero significaba eso. Definitivamente nó.

Ya era momento de poner en acción su plan. Un simple bocado parecía incluso un insulto ridículo cuando a su delante se le ofrecía todo un festín, un universo entero para devorar. Una sonrisa de lado se formó sobre sus gruesos labios, frente a esa voz inaudible que le indicaba que girará a la izquierda. Kai volteó a la derecha.

Era simple, sólo debía desobedecer deliberadamente a su instinto, que le indicaba donde encontrar a su par.

Percibía a su interior emitir una especie de gruñido dentro suyo, mientras se alejaba más del punto de encuentro. Lo sabía, todo en él se lo gritaba y pese a que le girará la cabeza por transgredir la naturaleza de su ser, no podía evitar sentir la emoción de la aventura.

Nunca era demasiado lejos, aún podía percibir esa presencia que le erizaba los vellos. Supuso que todo ese malestar se debía a la sensibilidad dada por ser su primera vez. Como lo odiaba. Caminó un poco más hasta que finalmente sus pies dieron muestras de cansancio.

¿Cuánto había pasado ya? ¿Una hora? ¿Dos?

Su respiración era exaltada por lo que se vio obligado a apoyarse contra un muro cercano. Mientras recobraba el aire, un fuerte sonido resonó sorpresivamente en sus oídos. Levantó la mirada al cielo luego a los costados, descubriendo que estaba a las afueras de una discoteca, en la parte trasera respectivamente.

De pronto esa le pareció la mejor cosa que le pudo haber pasado para su situación. Allí encontraría la diversión y el entretenimiento suficiente como para sobrevivir las próximas horas antes de que amanezca.

Tan inmediato como su instinto que se revolvía en contra de ese pensamiento, se interno en el local. Le dejó un buen ánimo no necesitar pagar una entrada o hacer fila como los demás jóvenes, que lo vieron con rencor cuando él solo necesito hacer presencia y levantar una ceja, para que el gorila de la entrada le permitiera el paso.

En el interior todo era multicolor, con el calor corporal desbordando de los que bailaban en la pista, un gélido humo de hielo seco y el sabor de alcohol en su boca más notorio que su propia saliva. Registró uno a uno a todo ser viviente que se movía encantando con su soltura, el ritmo de sus caderas al compás de las canciones que retumbaban de los parlantes puestos en cada rincón de lugar. Las cabelleras sueltas balanceándose con sagacidad, los músculos masculinos brillando por el sudor y sus venas prominentes. Comenzaba a entender porque su especie buscaba a su otra mitad en este mundo, ellos tenían lo que a los suyos les faltaba, esa vivacidad, la sensación de constante movimiento, intranquilidad por la monotonía, su dimensión desconocía todo aquello, en ella todo estaba planeado, regido y dictado, la emoción era tan rara y difícil de encontrar. No pudo sino sentir curiosidad por como seria su pareja, si ella fuera tan vivas como las personas que lo rodeaban; su apariencia, su cabello, sus ojos, su cuerpo, como se sentiría tocarla, besarla...

Sacudió la cabeza contra la último, mordiéndose el labio inferior para desechar la imagen que se había hecho en la mente. Esa fue una desagradable y desvergonzada forma de que desistiera de sus planes.

-¿Estas sólo? -una voz femenina lo hizo erguirse. Volvió el cuello en su dirección-.

La mujer humana le sonría de forma coqueta, alzando el pecho para resaltar su escote. Sus ojos se posaron sin vergüenza en ellos para sonreír en respuesta.

Había descubierto una aún mejor manera de pasar la noche y olvidar sus delirios por su compañero.

-Ahora no. -y levantó la mirada para verla fijamente acompañado de una sonrisa encantadora-.

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Reeditado mis lindas niñas. Ahora si se viene lo chido...
😁

Reflejos (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora