Comenzar

5 0 0
                                    

Ahora este es el presente, el ahora y lo que ya no volverá a ser.

Entramos a la casa con los ojos hinchados de tanto llorar. Ninguno de los dos pudimos aguantar las lágrimas al vernos uno al otro. Por lo menos yo, mis lagrimas eran de alegría. Al saber que estabas viva, a salvo y, a simple vista, sana... eso para mi era como estar en el cielo. Cuando te pregunté que si me reconocías ya sabía la contestación, pero no a ese modo:

"No Max, lo siento. Solamente te recuerdo como un hombre llamado así"

Me dolió que me olvidaras en muchas partes, pero me aliviaba que me reconocieras en el aspecto de poder decir un: "Hola, Max" o u  "¿Cómo estas Máx?.

"Está bien Danna, con eso basta para mí."

Fue lo que te pude responder. No quería más rodeos. Preferiría que escucharas mis consuelos a mi confusión.

Me dolía tanto pensar de que me odiaras de la forma en que tus padres lo hacían. Ese era uno de mis miedos también, que me odiaras con lo poco que sabías de mí. Danna, mi niña, conmigo no sufriras más, ya no más.

Cuando estabamos en la sala, no dejabas de mirarme. Era como si trataras de buscar algo en mis ojos o intentabas tragarme con tu mirada. Esa mirada tan tuya, siempre la pones cuando piensas mucho y veo que todavía lo haces.

-Perdón si te miro mucho Max, es que trato de recordarte- dijiste algo tímida llevándote una mano a la nuca. Te veías muy tensa al parecer. Te sentaste a un lado de la sala en un mueble y yo por ser cortés me fui al otro extremo.

Tus vestimentas siempre te destacaban. Llevabas un traje gris corto a las rodillas con unas zapatillas grises. Un abrigo de mezclilla no puede faltar en tí y tampoco tus dos sortijas con el cabello suelto.

-Max, ¿por qué no te cambias? Debes de tener frío, el clima esta así. ¡Vé y ponte algo!- dijiste con preocupación. Ese lado materno nunca se te fue por lo que veo. -Deberías de darte un baño también, para que te sientas a gusto y tengas buena vibra.- Lo vez, siempre te preocupas por mí.

Me dí un buen baño y me vestí con la ropa más cómoda que encontré, unas pants grises y una camisa de manga larga negra. El frío me llegaba hasta los huesos y solo quería sentirme caliente, por unas cuantas horas antes de que emprendieran la busqueda de Max Michael Smith.

Bajé y que tal, me tenías preparado un chocolate caliente. Tu y tus cuidados nadie, creo, que los desprecie o lo descuide.

-Aquí tienes, para que te ayude con el frío.-  me diste el chocolate en una taza que por cierto, era mi preferida.

- Gracias, mi taza preferida.- Dije con un guiño. Te sonrojaste solo por un guiño, normal de ti. - ¿Nos sentamos en la sala vamos a hablar de las cosas que nos perdimos? -

Asentiste y fuiste a la sala. Yo lleve mi taza conmigo y me senté a tu lado. No pensaba distanciarme tanto esta vez, necesitaba estar a tu lado y oler tu olor natural a vainilla y caramelo. Es como lo asimilo, pero siempre me decías que te untabas perfume de "cherry bloosom" o como se diga y tu shampoo era de coco. Pero preferiría pensar que era vainilla y caramelo.

-¿En dónde...estuviste todo este tiempo?¿Por qué no me buscaste?- Me dijiste nerviosa. Al parecer no te diste cuenta, cuando llegué, que traía un uniforme de preso.

-Estuve en la carcel, Danna, escapé y las ganas de que venir a verte siempre creían a cada minuto.- te respondí. Vi que te asombraste en tan solo decir que había estado en ese maldito lugar.

-¿Cómo fue que llegaste hasta aquí?- Esa era mi mayor duda. Si no me recordabas, era ilógico al saber donde vivíamos.

-Si... pude recordar esta casa. Me imagine que era donde vivías y decidí caminar hasta acá. La puerta estaba media abierta y decidí entrar. Como no te encontré y no había rastro de alguien viviendo en esta casa pues... decidí explorala. Me viniero algunas cosas a la mente, pero no son la gran cosa y ni sé si son verdad. Lo único que encontré que realmente valia la pena era esto.- Dijiste y sacaste esas notas que podía reconocer desde lejos. Esas eran las notas que escribías  cada vez que te sentías mal o te sucedía algo. Nunca me atreví a leerlas. Eso era tu vida privada y no iba a meterme en ella. Tras de que sabía que me dirías las cosas porque siempre confiabamos el uno al otro.

>>Intenté recordar algo Max, pero no pude. Trataba de canalizar las palabras que leía en mi mente, pero no llegaba a nada. Habían cosas de mis padres y sobre embarazos...- seguiste diciendo.

-Espera- te interrumpí. - ¿Embarazo? ¿Cuál embarazo?- ya mi cabeza me estaba dando vueltas.

-Supuestamente estaba embarazada de ti... Según las notas... no recuerdo Max.- Empezaron a aguarse tus ojos como si te contuvieras. - Perdóname Max, yo... yo quisiera... pero no puedo... no puedo Max, por más que trato.- Parece que no te podías aguantar y te tapaste la cara con tus dos manos para llorar. Llorar hasta más no poder.

- Danna... - Dejé mi taza a un lado y te abrazé.- ... tranquila, no pasa nada. Te entiendo.- Hubo un momento de silencio entre los dos, si se puede decir que el sollozo tuyo podía contarse como silencio. -¿Quieres ir al hospital para que te hagan una prueba de embarazo? Soy capaz de ir contigo y hacerme ver.-

- ¡No!- Quitaste tus manos de tu rostro al instante y me miraste con esos hermosos ojos color verde bosque casi manzana. -Yo no voy a dejar que te atrapen.- Te pasaste tus manos por las mejillas para secarte. -Yo solo quiero recordar... ¿Puedes decirme que pasó? Según todos, mi mente tiene que hacerlo por si sola, pero... por favor, no te pido nada más.-

Esa mirada de súplica jamás la había visto. No tenía nada más que pensar y me convenciste tu sola.

Y comencé desde antes de conocerte...

Son Solo Notas: Tu Y Yo, La Pareja Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora