Capítulo 3: El incidente.

183 12 15
                                    

-¡Laura Bozzo! -gritó el público al unísono.
-Así es desgraciado, soy yo, y esta vez me las vas a pagar por haberme rechazado por tercera vez ¡Tu estúpido programa no debió volver! En cuanto a ti, maldita ramera -Apuntó a (T/n)- ¿Creías que te lo ibas a quedar tan fácil, desgraciada? ¡Voy a acabar contigo!

Laura Bozzo sacó un cuchillo y arrinconó a (T/n), pero algo increíble sucedió.

-¡Nooooooo! -Gritó Chabelo, atravesándose y recibiendo la puñalada.
-¿Qué? Panzón inútil... -Dijo Laura, con el cuchillo clavado en su barriga de Chabelo aún entre sus manos.
-Perra. -Chabelo rió.

El público gritó de desesperación, y abandonaron sus asientos para salir corriendo del lugar.
(T/n) sostuvo a Chabelo en sus brazos.

-M-me salvaste.
-L-lo que importa es q-que estás a salvo -Su voz era débil y su cara estaba pálida como un muerto.

Policías federales entraron por todas partes, rodearon a Laura y le apuntaron con sus subfusiles tácticos. Unos treinta punteros láser cubrieron todo su cuerpo. Ella movió su cuchillo de un lado a otro mientras mostraba los dientes, pero una bala de goma la neutralizó

-¡No! ¡Sueltenme! ¡Malditos desgraciados!
-Ya cállese decrépita. -El policía que la arrastró le dió una descarga eléctrica.

Paramédicos entraron y sacaron a Chabelo. Dentro de la ambulancia y en camino hacia el hospital, Chabelo yació inconsciente en la camilla. (T/n) tomó su mano y derramó lágrimas en ella. Él podría morir y ella se sintió culpable por eso; si tan solo no hubiera asistido y se hubiera quedado en casa viendo series para adolescentes en Netflix y aguantando a sus padres, nada de esto hubiera pasado.

Una vez en el hospital Chabelo fue llevado a urgencias.
(T/n) tuvo que esperar afuera. Después de unas largas horas de espera, las cuales le parecieron eternas; un médico gordo, pelón y de bigote blanco salió.

-Señorita (T/n), ¿es usted?
-Si, por favor digame que pasó doctor.
-Afortunadamente pudimos parar la hemorragía mediante una cirugía, por ahora está estable, pero va a tardar un tiempo en recuperarse.
-¿Puedo pasar a verlo?
-Sigue inconciente por la anestesia, no lo sé...
-Por favor doctor, él salvó mi vida, no quiero abandonarlo.
-Ammm -Miró hacia arriba, apretando los labios. -De acuerdo, puedes pasar, solo no toques su herida.
-¡Muchas gracias doctor! Por cierto, ¿Cuál es su nombre?
-Simi, doctor Simi.
-De acuerdo.

El doctor Simi se marchó sobando su barriga y (T/n) se dirigió a la habitación dónde Chabelo yacía. Al entrar la luz del sol que entraba por la ventana se desplomaba en su agotado rostro. (T/n) se sentó en la camilla y tomó su mano.
-Lo siento tanto...

El abrió los ojos, y entre la oscuridad de sus parpados y la luz pudo ver a (T/n).
-Cuata (T/n), estás a salvo...
-S-salvaste mi vida, no te podría abandonar.
-Que estés bien es lo único que importa...
-¿Por qué lo hiciste? Casi mueres por mi.
-Porque yo... Desde qué te vi, sentí algo hermoso dentro de mi, como si mi estómago se llenara de mariposas. No podría dejar que nada te hiciera daño. Creo que, m-me gustas. -Dijo enrojecido.

(T/n) no pudo contenerse, había podido conocer a su crush de toda la vida, luego este salvó su vida y finalmente le confesaba sus sentimientos; parecía un sueño hecho realidad. No respondió a Chabelo. Ambos acercaron sus caras, cerraron sus ojos y su labios ya estaban conociéndose. Para (T/n) esto ya no era como la realidad, era cómo si el tiempo se hubiese detenido, cómo si se hubiese conectado con cada particula del universo.

El doctor Simi entró, vio la conmovedora escena y bajo la mirada, pero decidió no incumplir con sus labores como médico.

-Disculpenme, pero creo que necesita descansar, vamos a lavar la herida y tenerlo bajo supervisión.
-De acuerdo. -Dijo. (T/n).

Ambos se vieron a los ojos, sonrieron y (T/n) se retiró, pero antes de salir por la puerta él la detuvo.
-Recuerda que te debo una cena.
-No faltaría a ella por nada. -Respondió, saliendo finalmente de la habitación.

Mientras se marchaba pensó en todo lo sucedido, y a pesar de lo que pasó, se sentía la chica más afortunada del universo.
Su bolsillo vibró y de su smartphone sonó el tono de despacito.

-¿Bueno?
-Hija... ¿Éstas bien? Supimos lo del incidente. -Parecia que estuviera llorando.
-Sí mamá, él, él me salvó.
-¿Tienes idea de lo preocupados que estabamos tu padre y yo por ti? En fin... Regresa pronto, cielo.
-Lo haré mamá. Disculpa por haberme salido así.
-Ya pasó hija, ya pasó. Tengo que colgar por ahora, no olvides que te amo.
-Y yo a ti mamá. -Respondió algo aliviada, colgando al teléfono.

Catafixia mi corazón: Chabelo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora