1: Forastera

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[La historia se desarrolla en el siglo XVIII, época de brujas y sacrificios, y toda la verga, etc]

Caminaba aquella chica solitaria, a paso lento sin importar que a su alrededor la gente huyera despavorida, tomó lentamente un cigarrillo del bolsillo de su parka y lo encendió, miraba con desidia el desorden que una pequeña explosión había causado en el antes tranquilo pueblo y caminaba hacia el origen de esta. Debería huir de ella, es lo más lógico que se llegaría a pensar, pero no, la tierna enana de cabellos dorados y cara de pocos amigos se dirigía hacia la construcción en llamas donde se había desarrollado el siniestro. Su casi inofensiva imagen cambió rotundamente al sacar una peligrosa arma de fuego cargada.

Se abrió paso entre el fuego y entró a la casa que se quemaba, miraba a todos lados buscando algo, claro, buscaba a la obvia responsable de eso. Cruzó el umbral y apenas puso un pie adentro fué empujada por una mujer algo alta de cabello blanco y un vestido verde y negro al mejor estilo gótico, sólo se le veía un ojo y sus dientes en punta.

_Mala decisión tonta

La rubia se levantó y pateó a la mujer de horrible aspecto, a cualquiera le aterraria, pero ella estaba acostumbrada a ese tipo de cosas. La mujer se levantó y gruñendo y chillando como un animal se abalanzó sobre ella dispuesta a clavar un puñal en su cabeza, la enana no se dejó, detuvo la mano de aquella mujer y pateó su abdomen con suficiente fuerza para dejarla al otro lado de la habitación. La condenada sacó una especie de rama con una piedra verde y brillante con una línea y un círculo que la hacía ver como un ojo y apunto a la chica, que con gran audacia logró esquivar el rayo que salió de esta y causó una gran destrucción en parte de la casa.

Las llamas consumían furiosas todo lo que llenaba el lugar, algunas vigas de madera comenzaban a desmoronarse, eso no detenía la pelea que la pequeña rubia estaba ganando. Con la mujer entre sus piernas inmóvil y pidiendo piedad, aunque no fuera merecedora de esta, la enana apuntó su escopeta a la cabeza y disparó dejando el suelo y todo a su alrededor esparcido con trozos de la cabeza de la repugnante mujer.

_Saluda a Satán de mi parte maldita

Subió a la segunda planta de la casa de madera y paja, cuya estructura se desmoronaba, siguiendo el ruido de desesperado llanto que provenía de una habitación. Un pequeño niño de no más de 8 años intentaba despertar a un hombre semi calvo y de barba, ella sacó con gran esfuerzo a ambos de allí segundos antes de que la destruida construcción los aplastara sin dejar mas que cenizas. La gente que estaba observando a los alrededores se sorprendió de ver salir a la joven chica arrastrando al hombre inconciente y al niño en brazos, tan tranquila como entró, a pesar de que tenía sangre y una herida en el cuello.

_La chica derrotó a una bruja!

_Debe ser una de ellas! Debemos matarla o pasará lo mismo de hace rato!

_Sherif arrestela!

_Niña tu vendrás conmigo

Un hombre de altura considerable y bigote, vestido de negro, tomó a la pequeña y agotada chica del cuello, estaba dispuesta a golpearla en el rostro, era lo más normal, pues la gente temía a lo desconocido y mucho más si se trataba de una adorable chica que había derrotado a un ser de alma putrefacta y malvado como una bruja. La chica volteó a ver la cara del hombre y sin dudar siquiera un segundo golpeó la nariz del hombre con su cabeza haciendo que ésta sangrara brutalmente, si, había quebrado la nariz del sheriff. Acto seguido sacó una escopeta potente y la apoyó en la cabeza de el adolorido hombre en el suelo bajo la mirada de la gente que no se atrevía a intervenir.

_Pfff... Tonto, tontos...

_Espera! El no es el enemigo!

Un hombre de poco cabello castaño, vestido de manera elegante, y sacando un pañuelo para secar su sudorosa frente por los nervios corría hacia la enana. Se paró y miró a toda la multitud de gente aterrada y extrañada, era la autoridad de aquel pueblo, el alcalde Dewey, querido por muchos, lo que inspiró algo de confianza en la gente al verlo acercarse a aquella chica sin preocupación alguna, más de la que le causaba verla apuntándole con su escopeta al sheriff del pueblo.

Haunting Game (Lapidot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora