Capítulo 9: Primera base

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Disclaimer: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. No recibo beneficios con esta historia.

Capítulo 9: Primera base.

-Porque así lo estipuló la compañía. Y se acabó.- Soltó ella.

Luego se acomodó el cabello, recogió sus cosas y salió del recinto. Detestaba lidiar con las encomiendas de su padre; sus obligaciones como hija prodigio la asfixiaban. ¿Cuánto tiempo más tendría que soportarlo?
Con un dolor que le calaba las sienes, Kikyo atravesó las calles del centro y regresó a la oficina principal. No podía quitarse de la cabeza aquel inmundo suceso.

[Flash Back]

-¿Qué demonios pasó allá arriba? ¡Tienes que parar Inuyasha!-

El citado guardó silencio, evadió a su amigo y bajó las escaleras con fastidio. Ella los observó desde la planta baja. El peli plata tenía el rostro enfurecido y las prendas de ropa revueltas.
Amagó a acercarse, pero fue hecha a un lado por el muchacho antes de poder concretar nada.

-Ahora no Kikyo.- Lo oyó decir luego de verlo traspasar el umbral de la puerta. Miroku lo siguió hasta afuera.

Allí solo podía haber una razón segura: Kagome. La causante de todos los males, la que retenía toda la atención de Inuyasha. Si no fuera por ella, la relación de ambos tendría otro tipo de matices. Pero no se daría por vencida, aquello recién empezaba, y no permitiría dejarse humillar.
Se bebió lo que quedaba en su copa y miró a su alrededor hasta dar con un resultado favorable. El joven de ojos celestes y cabello recogido estaba a tan solo unos pasos de distancia. Por allí comenzaría.

-Linda camiseta.-

-¿Se te perdió algo?- Soltó él con desdén. La reconocía perfectamente; ella era la chica que se paseaba con Inuyasha por el campus, la misma que había empujado a Kagome a la piscina.

-En lo absoluto. Pero, al parecer a ti sí... ¿o me equivoco?- Dijo torciendo los labios en una sonrisa. –¿Tu chica se extravió o solo le gusta ir por novios ajenos?

-Kagome no es mi-

-Dile que se aleje de mi Inuyasha, ¿Quieres?-

Al oírla, no pudo evitar soltar una carcajada. Sabía perfectamente en qué situación se encontraba aquel descarado de ojos ambarinos, y no era precisamente la que le estaban describiendo.
La muchacha frunció el ceño y depositó la copa a un lado de ella. Se afianzó a su bolso y se dispuso a salir, no sin antes dirigirle una última frase.

-Y déjate de estupideces, hazte cargo de tus sentimientos de una buena vez. Das lástima.-

[Fin Flash Back]

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La luz que se colaba a través de la ventana se transformó en una molestia enceguecedora.
La muchacha se hizo un ovillo, abrió los ojos y le dio un vistazo a la recámara. ¿Cuánto había bebido? Hacía siglos que no sufría una resaca como aquella.
Sin más remedio, haciendo acopio de todas sus fuerzas, aguantó la jaqueca y se sentó sobre la cama. El edredón estaba tirado en una esquina y las sábanas reposaban completamente revueltas. En la mesilla de luz había algunas prendas de ropa, unas llaves y un móvil, que tardó en reconocer como suyo.

Se puso de pie con lentitud, recogió sus cosas y caminó hasta el cuarto de baño. Sabía perfectamente en donde se encontraba y tenía ligeros flashbacks de lo ocurrido.
Recordó no poder dejar de tambalearse a causa del alcohol, los insultos que le había soltado al moreno por la noche. Recordó cada roce ocasionado por ambos, y la forma en que la vieron aquellos ojos azules. Su voz, su saliva, sus dedos acariciando su espalda.

La última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora