Capítulo 13: Okinawa

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Disclaimer: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. No recibo beneficios con esta historia.

Capítulo 13: Okinawa.

-Supongo que tendré que seguir.- Escuchó decir a él.

El agua que corría a través de las canillas era el único sonido dentro del cuarto de baño. Al otro lado de la puerta, Yuka revolvía los estantes y cajones.
Kagome sintió la respiración del muchacho sobre su nuca y su corazón comenzó a acelerarse.
Las manos ajenas viajaron a través de sus piernas y empezaron a escalar de forma pausada. Se estaba convirtiendo en un tortuoso juego.

-¡Los encontré!- Vociferó su amiga de forma triunfal.

La puerta de entrada se cerró con un ruido seco. La azabache se relajó y dejó de contener la respiración, sintiendo un peso menos sobre los hombros. Bankotsu, por otra parte, curvó los labios, y para reafirmar su posición, se aferró de la toalla que la cubría y comenzó a descorrerla.
Kagome, removiéndose a causa de la vergüenza, contribuyó con la labor.

-Solo lo estás empeorando.- Manifestó él con diversión.

Sus dedos oscilaron sobre la espalda desnuda de la muchacha, siguiendo el recorrido de su espina dorsal. El deseo se acrecentó.
Sin embargo, antes de poder ejecutar su próximo movimiento, tuvo que detenerse. El móvil interrumpió la situación.
Bankotsu se lo quitó del bolsillo con la idea de arrojarlo por ahí, pero, al observar la pantalla, cambió de parecer. El número que llamaba era anónimo.

Tras pensárselo dos veces, atendió.
La primera en articular palabra fue una voz femenina.

-¿Tu gusto en mujeres ha cambiado?- Expresó. La reconoció al instante. –Me sorprendes, saliendo con una chica tan insulsa.-

La atmósfera se transformó por completo. El moreno se hizo a un lado y se pasó el auricular a la otra oreja.

-¿Qué es lo que quieres?- Le dijo tajante.

-Estoy de paso en Tokio, ¿por qué no nos tomamos unas cervezas?- Su voz permanecía inmutable, como si el tiempo no hubiera tenido el menor peso sobre su persona.

-¿De dónde sacaste mi número?-

-¿Qué importancia tiene? ¿O es que te llamo en mal momento?-

Bankotsu guardó silencio y volvió su vista hacia la muchacha delante de él, que lo observaba con extrañeza.
Sin saber qué decir, cortó la llamada y se guardó el aparato en el bolsillo. Los músculos de su rostro permanecieron contraídos a causa de la alteración.

-¿Estás bien?- Quiso saber ella, pero no obtuvo respuesta. -¿Quién era?-

-Un antiguo socio.- Le dijo sin más. –Me tengo que ir.-

Kagome guardó silencio y lo vio salir sin comprender la situación.
El moreno atravesó la puerta de entrada y se pasó una mano por la cabeza; estaba inquieto. Se subió al coche y encendió el motor.
Mientras atravesaba las calles, sus pensamientos se enredaban cada vez más. ¿Qué demonios había sido eso? ¿Acaso la descarada se había tomado el trabajo de seguirlos?

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El negocio estaba atestado de gente, las personas entraban y salían al ritmo agitado de la metrópolis. Afuera aún quedaban rastros de la lluvia.
La azabache miró su reloj de muñeca, todavía tenía tiempo antes de entrar a clases. Luego de los sucesos de la noche anterior, su mente formuló una pregunta tras otra.

La última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora