Capitulo 2: ¡DIME LA VERDAD!.

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Sentí como la mayor parte de mi cara estaba humeda,abrí un ojo arrugando la cara y vi a Rex chupandome,gemí y lo empuje dulcemente con una mano mientras me limpiaba con un poco de asco la cara,no es que me diera asco mi perro,pero no soy de esas personas que le agradan que su perro le de lametones por toda la cara,no es algo muy agradable.

-Rex cerdo.- giré dandole la espalda ,al otro lado estaba Nico todavía dormido,lo abraze dandole un breve beso en la cabeza,yo no era una persona cariñosa,pero en la intimidad de mi habitación no me importaba demostrar algo de amor hacía ellos dos. Me levanté de la cama lentamente estirandome con posturas demasiadas extrañas como para pensar que me faltaba algún huevo o mi cadera podría haberse salido de su sitio.

Bostecé frotandome los ojos mientras entraba al cuarto de baño,abrí el grifo del agua para lavarme la cara,luego me sequé con una toalla,mi mirada se encontro con la chica del espejo,ahí estaban sus ojos marrones claros ambar devolviendo mi mirada,su cabello largo y castaño ahora parecido más a la melena de un león,siempre que me despertaba mi pelo quedaba así,en las peliculas ponen a una chica dormida y sale preciosa,pero yo no ,incluso a veces babeaba,¿o era Nico?. La cuestión es que encontraba algunas babas cerca de mi almohada,nunca me he denominado una chica atractiva, estaba delgada por los entrenamientos que nos hacía pasar Ulises,porque si era por dieta o algo,no hacía,comía como siete personas juntas,tampoco me veo como alguien muy guapa,me veo normal, una chica absolutamente normal castaña de ojos marrones claros,quitando el hecho de que puede matar a una persona con sus manos desnudas aunque este le supere en tamaño,edad o peso,para eso estaba entrenada,pero no era suficiente,ahora era buena,pero debía ser mejor que buena. Suspiré y deje de mirarme en el espejo,me hicé una coleta de caballo improvisada.

Rex me estaba esperando moviendo su cola sentado sobre sus patas traseras,seguro que tenía hambre,fuí a la terraza donde se encontraban los comederos y un mueble donde guardaba los sacos de comida de perro,cogí la comida del mueble vertiendola en los comederos,agua tenían todavía. Rex comenzó a comer como si su vida dependiera de ello,Nico también se acercó y comenzó a comer,los observé apoyada en la barandilla de mi terraza hasta que Rex terminó y salió por el agüjero que había en la esquina de la terraza para que salieran fuera a hacer sus cosas o correr,total,no podían perderse,conocían esto mejor que nadie,incluida yo . Tampoco tenía miendo de que no volvieran,sé que lo harán.

Le acaricié a Nico la cabeza antes de que él también saliera por el agüjero,recuerdo que tuvimos que hacerlo más grande porque Nico se había puesto más gordo y se atoró. Sonreí ante el recuerdo entrando dentro,me pusé mis converse saliendo del cuarto en dirección a la cocina,yo tampoco había comido y seguro que eran las cuatro o cinco de la tarde. Además quería ver a mi abuela,técnicamente no era mi abuela de sangre,pero la quería como si lo fuera,era una de las personas a las que no podía remediar querer,aunque hubiera prometido no querer a nadie.

-hey,abuela.- Dije entrando por la cocina con una sonrisa,por su cara de preocupación que intentó ocultar seguro que Isabelle ya le había ido con el cuento,pero a Carmen no le gustaba hastiar a la gente,prefería que ellos contarán las cosas cuando estuvieran preparados.

-Cariño,hoy no has comido,eh.- Decía mientras ponía los brazos en jarra.- Y vas a comer ahora,te guste o no.

-En realidad he venido a comer.- Por su expresión fingida de dolor ratifique.- Y por supuerto para ver a la abuela más guapa y maravillosa del mundo.

-Pero que zalamera que eres cuando quieres. -Sonrió mientras se movía por toda la cocina mientras me servía la comida de hoy; macarrones.

Estuve un rato después de haber terminado de comer con ella,veía en su cara que esperaba que le contará algo,pero ese era un algo del que no quería hablar con nadie,ni siquiera con ella.

El código secreto. Los recuerdos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora