Diciembre 2016.
Estaba yo muy feliz, fui invitada a la cena navideña que se realizaría a finales de diciembre en la comunidad en la que fuera yo líder meses atrás, y por las fechas el retorno de mi amigo estaba previsto para unos días antes de la celebración y le vería allí.
–Le sorprendería estimado lector la claridad con la que recuerdo las cosas...
Esa tarde llovió a cántaros, gracias al cielo teníamos un toldo dispuesto para preparar todo, cuando por fin cesó la lluvia el resto de las mujeres que estaban allí conmigo comenzaron a preparar las mesas y las sillas, a pesar de que el cielo estaba embotado y el suelo empapado nosotras estábamos alegres, todos éramos participes de los preparativos, cuando terminamos con las mesas ya había entrado la noche y todos fueron a alistarse, Yo por mi parte me fui a la casa de mi amigo, pues con ellos sentíame yo como en familia, de hecho a su madre le pedía yo la bendición, al igual que a su abuela a la cual muchísimo tiempo atrás llamare tía por el cariño que creció en mí hacia aquella mujer.
–No crea usted que mi trato con aquella familia era por intereses propios, ¡No! Pues les amaba yo mucho antes de amar a aquel joven.
Conversé con las mujeres un largo rato, y vi a mi amigo pasar del pasillo proveniente de las habitaciones hacia el cuarto de baño, fuimos convocados al lugar de la reunión y no había cruzado con el chico más que la salutación, salí de la casa con las mujeres riendo y parloteando, pero con una sensación de vacío y no necesariamente apetito, sino deseos de entablar conversación con el joven. Pedí agua a la anfitriona de la celebración pero había sido usada en su totalidad para las bebidas de la cena, "mi tía" al oírme me dice que volviera a la casa y le pidiera a su nieto
–Sépase que ella le llamó por su nombre, pero yo me lo reservaré, de hecho el termino nieto no está en su vocabulario pues a todos llama hijo/a o bien les llama por sus nombres y a ella todos le llaman "Mami".
Resolví el ir pues, ya poseía dos razones para hacerlo, entré a la casa y él chico venia del pasillo arreglando los últimos detalles de su atuendo, nos quedamos paralizados unos segundos y yo comencé la conversa pidiéndole un vaso con agua. Él con unos pocos movimientos puso el vaso en mi mano, mientras me preguntaba como estaba, comenzó a peinarse, luego de contestarle y habiéndome acabado el agua, puse el vaso vacío sobre la mesa frente a mí, le noté tenso sin saber por qué y sin preguntárselo, vi un gorro negro en la silla contigua a la mía, le pregunté quién era su dueño, solo para tener algo con qué llenar el incómodo silencio que había entre nosotros, lo tomé y me lo puse, pues él me contestó que le pertenecía, él iba a decirme algo más cuando de pronto entró mi tía a la casa preguntándonos si pensábamos quedarnos allí, con ese tono sarcástico al que no puedes contestar nada, Salimos sin más palabras detrás de ella, quedándonos unos pasos atrás.
Íbamos uno al lado del otro sin dirigirnos palabra alguna, sentíame yo muy incómoda, pues notaba que algo le disgustaba a mi compañero, sin más preámbulos me detuve y le pregunté la razón de su tan extraña actitud conmigo; a lo que él como sucedería con la cabecera de un río al desbordarse torrencialmente por las muchas lluvias comenzó a hablar -¿Por qué dejaste tu cargo? ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Por qué no me dijiste nada? Siendo esta última la más enfática de las preguntas, su rostro antes sereno y contenido expresaba una sombra de molestia, decepción y tristeza, yo por mi parte sentía morir por dentro, sin saber bien por qué, ardían mis orejas, debí ponerme tan pálida cual papel porque las anteriores expresiones fueron cambiadas por preocupación, tenía yo un nudo en la garganta, lagrimas querían brotar de mis ojos, sentíame culpable de su dolor, aunque no acaba de comprender el contexto de todo lo que estaba pasando, pero me dispuse a contestar a sus preguntas de la forma más comprensible y brevemente posible, diciéndole la versión resumida de los acontecimientos que me llevaron a declinar de mi cargo, él pareció satisfecho y mirándome fijamente me dijo que comprendía mi postura, Suspiré del puro alivio que me dieron sus palabras, y continuamos nuestro camino a la fiesta que ya había iniciado.
Nos sentamos juntos a la mesa, todo iba de maravillas, reíamos, y compartíamos chistes con el resto de los que a nuestro derredor estaban, por varias oportunidades me di el placer de servirle, y él con algo de timidez recibía mis atenciones, la noche fue larga, la más larga que recuerdo, no por pasarla mal, sino por el contrario, el tiempo alcanzó para todo, pasamos gran parte de la noche absortos el uno en la otra, yo le sonreía cada vez más, mi corazón estaba hinchado de alegría, él me permitió estar cerca toda la velada, y habiéndose agotado el tiempo, no queríamos dejarnos, cuando nos abrazamos para despedirnos él habló en voz baja a mi oído para que solo yo le escuchase -¿De verdad tienes que irte? Yo le sonreí con pesar y le respondí que ya era hora...
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Mi Persona favorita ❤
RomanceEsta es la historia con el chico que una vez robó mi corazón. Tal cual como pasaban, y con un poco añadido.