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Desde el momento en que llegó a Rusia pudo notar que su relación ya no era la misma. Se maldijo por no regresar de inmediato pero en verdad pensó que al estar separados unos días se extrañarían lo suficiente como para despertar aquellos sentimientos que parecían haber menguado con el paso del tiempo y el rutinario día a día. ¿Cuán estúpido se sintió al bajar del avión y descubrir que su amado no estaba esperándolo? 

Una semana contemplando la actitud romántica y posesiva de su amigo lo había dejado con un mal sabor de boca, deseando recibir aquella atención y dedicación. Deseando sentirse tan o más amado que aquel japonés.

Grande fue su sorpresa al descubrir que a su pareja poco le importó su ausencia. Viktor continuaba con su actitud indiferente, pasaba la mayor parte del tiempo fuera, investigando según él, y cuando estaba en la casa “no tenía tiempo para cursilerías”.

“¿Cursilerías?”, pensó. “No le pedía un acto de amor desenfrenado sólo quería que recuerde San Valentín”. Observó como el peliplateado sonreía a la pantalla de la computadora.
Incluso Otabek le había asegurado que San Valentín fue grandioso, le había dado un terrible resfriado por caminar bajo la lluvia pero… Valió completamente la pena, fue la mejor noche de mi vida, le aseguró con una estúpida sonrisa, una que él no conocía hasta entonces.

Cansado por la falta de atención de su novio, apagó el televisor y se acercó al mayor.

-Viktor, necesito la computadora- apoyó una mano sobre el escritorio y tamborileó los dedos impaciente. Normalmente el ruso lo ignoraría a tal grado que desistiría y se iría a dormir, pero por algún motivo esa noche sentía la imperiosa necesidad de imponerse -Vamos, quiero hablar con Ota-

-Puedes utilizar el celular ¿No?. Además estoy a mitad de algo- el peliplateado no apartó la mirada de la pantalla, lo cual provocó que su furia estallara.

-Es una video llamada, idiota. Y no entiendo como flirtear por chat sea algo importante- Yuri se cruzó de brazos con mirada desafiante.

Una cosa era coquetear de vez en cuando con algún chico en alguna reunión o cuando iban por la calle y, otra muy distinta, intentar ligarse a alguien a través de algún sitio en internet.

Viktor golpeó el escritorio y se  puso de pie empujando la silla hasta hacerla caer. Al observarlo cambió su expresión de enojo por una de hastió.

-Como quieras- dijo el mayor y se encaminó a la puerta. Descolgó su abrigo del perchero y habló mientras se lo colocaba al tiempo que abandonaba el departamento -Me voy con Chris, no me esperes despierto-

-Sí… con Chris- murmuró el rubio mientras levantaba la silla para ocuparla.

Viktor solía ir a beber con su mejor amigo al menos una vez por semana, pero desde que visitaron a Otabek salía casi todas las noches, dejándolo con una sensación de vacío y desilusión. Sospechaba que la actitud de su pareja tenía relación con la primera noche que pasaron en Japón, donde se encontró con la particular escena, en la cual parecía que Viktor y Otabek peleaban por el cerdo japonés. Aquella vez una alarma sonó en su cabeza pero la ignoró al ver que su novio estaba adolorido.

-Tsk… Viktor siempre a sido un desgraciado- murmuró al tiempo que se acomodaba frente a la computadora.

Por un segundo se quedó atónito frente a la pantalla, Viktor se había olvidado de cerrar las páginas en las que estuvo navegando. No era algo fuera de lo común, Yuri por lo general sólo las cerraba sin ahondar en el contenido de estas, pero hubo algo que llamó sumamente su atención, había una dirección de e-mail diferente a la que normalmente utilizaba su novio.

Mi amor en la distancia [Otayuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora