Sus encuentros siempre se llevaban a cabo en rincones oscuros,desprovistos de vida,donde sus susurros podían atravesar el aire con tranquilidad,sabiendo que nadie los podía escuchar.
Nadie sabía de sus encuentros,y nadie debía saberlo jamás.
Ella encontraba en él su fuente de placer,algo que la llevaba a otro mundo,algo que la hacía olvidar.
Y eso es lo que más deseaba.Olvidar.
Pero también sabía que con cada encuentro se destruía un poco más.
Ella no podía dejarlo,ya era tarde.Era adicta al placer y al olvido y a todas las cosas malas desapareciendo de su cabeza.No existía ninguna madre alcohólica,o un padre ausente,ni mucho menos la presión de ser perfecta,de no parecerse ni en lo más mínimo a sus padres.
Esos eran los pensamientos que la atormentaban día a día.
¿Qué pasa si termino como ellos?
Ella hacía lo posible por tener excelentes notas,excelente comportamiento.Todo en su pequeña burbuja era perfecto.
Sus amigos.
Sus estudios.
Ella misma.Al menos,superficialmente.
Ella no podía ocultar sus demonios a sí misma.Éstos la atormentaban día a día.Las manchas de su vida luchaban a toda hora por obscurecer su pequeña vida feliz.Ella había luchado con todo lo que tenía.Y más.Pero ni su cuerpo ni su mente podían continuar con esa batalla infinita.
Hasta los más fuertes llegaban a cansarse.
Ella había buscado ayuda por todos los rincones,repitiendo constantemente en su cabeza que por favor alguien le brindara un poco de alivio.
Y había llegado,por medio de él.
(...)
Él ignoraba el escozor de los cortes en su rostro y brazos,mientras mantenía una expresión en blanco frente a la pequeña chica temblorosa.Ella lo miraba con ojos de ciervo,suplicándole que se diera prisa.
Junmyeon sacó un pequeño paquete plástico de su bolsillo,un polvo blanco podía observarse a través de él. La escasa luz de las farolas oxidadas dejaba el rostro de la chica en sombras,pero él sabía la expresión que tenía.
Todos llevaban siempre la misma expresión.
— Una cosita tan linda... —susurró Junmyeon,acariciando la pálida piel de su mejilla — y tan arruinada a la vez .—chasqueó su lengua y observó,una vez más,aquel rostro.
Aquel rostro que al comienzo estaba lleno de vida y juventud,con ojos brillantes revoloteando nerviosos y labios rosados apretados en una sonrisa ansiosa a pesar de toda la mierda que él sospechaba que había pasado.
Aquel rostro que ahora era una mera cáscara de aquella chica,con la piel pálida y ojeras oscuras rodeando unos ojos vacíos,labios secos y agrietados.Era un cuerpo que se había cansado de vivir,de luchar,que había ido perdiendo esperanza con cada encuentro clandestino que terminaba con ella flotando en la nada,sintiendo nada.
Ella estiró su mano con ansias y arrebató aquel paquete de las manos del chico.Una sonrisa temblorosa se abrió paso en sus heridos labios,y sin más,desapareció por la esquina de aquel callejón.
Junmyeon observó su retirada,preguntándose cuándo sería la última vez,cuando ella,finalmente buscara por ayuda,o su alma finalmente abandonara aquel sufrido cuerpo.
Él sospechaba que la última opción era la más certera,la que se cumpliría tarde o temprano.
En la mayoría de los casos como ella,siempre lo era.