AYER UNA HORA DESPUES DEL INSTITUTO

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Un paquete del tamaño de una caja, de zapatos está colocado contra la
puerta principal, en ángulo. En la puerta de nuestra casa hay una pequeña
abertura para meter el correo, pero cualquier cosa más gruesa que una
pastilla de jabón se queda fuera. Un apresurado garabato en el envoltorio
dirige el paquete a Clay Jensen, así que Io cojo y entro.
Llevo el paquete a la cocina y lo dejo sobre la encimera. Abro el cajón de los
trastos y saco unas tijeras. Después paso uno de los filos de la tijera
alrededor del paquete y levanto la parte superior. Dentro de la caja de
zapatos hay un tubo enrollado envuelto en plástico de burbujitas. Lo
desenvuelvo y descubro siete cintas de casete sueltas.
Cada cinta tiene un número escrito en azul oscuro sobre la esquina derecha,
seguramente con esmalte de uñas cada cara tiene un número. Uno y dos en
la primera cinta, tres y cuatro en la siguiente, cinco y seis, y así continúa. La
última cinta tiene un trece en una cara, pero no hay nada escrito en la otra.
¿Quién me habrá enviado una caja llena de cintas de casete? Ya nadie
escucha cintas. ¿Tengo tan siquiera un reproductor en el que escucharlas?
iEl garaje! El radiocasete del banco de herramientas. Mi padre lo compró en
un mercadillo de jardín por cuatro duros. Es viejo, así que no le importa que
se cubra de serrín o se salpique de pintura. Y lo mejor de todo, se pueden
escuchar cintas.
Arrastro una banqueta hasta colocarla delante del banco de herramientas,
tiro la mochila al suelo y después me siento. Aprieto el botón de Eject. Una
puertecita de plástico se abre e introduzco la primera cinta.

POR TRECE RAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora