La Primera Mañana (II)

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Narra Jake

Suspiro mientras contemplo el hermoso paisaje tras mi ventana.
Jake: (Se puede ver todo el parque central desde aquí... esa fuente tan bonita con su juego de luces, aunque estén apagadas siguen siendo bonitas, y esos árboles tan grandes y sanos. También algunas calles y mis padres yéndose a trabajar juntos al hospital... Espera. No, no, no...)
Giro mi cabeza rápidamente hacia la puerta cerrada de mi habitación y afino el oído. Los pasos de un terrible monstruo pueden escucharse a la perfección subiendo las escaleras, lo que significa...

Jake: (3...2...1...)

La puerta se abre de un fuerte golpe, dejando ver la cara de mi hermana.


Elizabeth:—¡Jaaakeee! ¡Que llegamos tardeee! ¡Corre, corre, corre!

Por un momento siento como si toda mi tranquilidad se desvaneciera y el paisaje se volviera gris.

Jake:—Al contrario que tú, Lizzy, yo ya estoy listo. Me he despertado más pronto porque sabía que esto pasaría.

Elizabeth:—Impresionante, tengo un hermano geni... ¡Jajaja! Pero qué tonto eres, lo divertido está en sentir la adrenalina de llegar tarde el primer día.

Jake: (Tú sientes adrenalina incluso en la ducha...) —Y llegaremos tarde si no te das prisa, por cierto... creo que tienes algo mío, pequeña demonio.

Elizabeth:—Si te refieres a tus calzoncillos de Supermán, en seguida te los devuelvo, quería dibujar el logo. ¿Sabes la pereza que da buscarlo en internet?

Jake:—Vístete y dame lo que me pertenece. (A veces me arrepiento de esperarla siempre, me siento como el típico segundón de un show de comedia.)

Elizabeth:—Siii...

Mi hermana corre de vuelta a su habitación y me lanza mis masculinos calzoncillos, los cuales guardo en lo más profundo de mi cajón. A los pocos minutos, Lizzy aparece de nuevo en mi puerta, ya vestida y aseada, con sus mechas azules hacia un lado.

Elizabeth:—¿No desayunas?

Jake:—Dame una caja de pockys de la nevera, no tengo mucha hambre.

Elizabeth:—Jejeje... Sobre eso...

Jake:—Hermana mía, hay seis cajas, por favor...

Elizabeth:—¡Es que estaban muy buenos!

Jake:—Oh por dios, vas a ponerte gordísima.

Elizabeth:—¡Pero seré feliz!

Me rindo con la discusión y cojo algo de dinero de mi cartera, en mi mesita de noche.

Jake: (Supongo que hoy comeré en el instituto... Menudo día me espera.)

Salimos de casa y sigo a mi hermana, aguantando que camine dando saltitos durante todo el camino.

Narra Noemí

Noemí:—S-soy la chica perfecta... Para tí... Soy... tu n-novia... yo...

El despertador suena tan fuerte que logra hacer que abra los ojos, todo era una pesadilla.
Me siento sobre la cama y compruebo que un sudor frío recorre mi cuello, ese tipo de pesadillas me están persiguiendo demasiado a menudo... Espera, ese no es el sonido de mi despertador.

Noemí: (¡Alex!)

Rápidamente, contesto a la llamada entrante de mi teléfono móvil.

Noemí:—¿Cariño? Perdona, acabo de despertarme...

Alexander:—No te preocupes, quería avisarte de que no voy a poder ir contigo... los chicos han pasado a recogerme.

Noemí:—¿Hannah y Jeremy?

Alexander:—Sí, sé el miedo que te dan las motos así que he pensado que sería mejor que no vinieras.

Noemí: (Podrías haberles dejado... Y venir conmigo...)
—Claro, ¿váis los tres en esa moto?

Alexander:—No seas tontita, yo voy en la mía.

Noemí:—Perdón... estoy algo cansada y no sé que estoy diciendo.

Alexander:—En fin, te veo en el instituto cariño.

De fondo, se escucha el motor de ese enorme trasto que tiene Jeremy como medio de transporte y a Hannah riéndose por alguna tontería, apuesto lo que sea.

Noemí:—Hasta luego Ale--...

Ya me ha colgado.
Dejo el teléfono en la mesita y pongo mi canción favorita a todo volumen, sin darme casi cuenta de los gritos de mis padres dos habitaciones más al lado.

Noemí:—¡Vamod a ponednod guapad, chicad!

Empiezo a reirme sola mientras plancho mis mechas californianas y canto con la tostada de mantequilla en la boca.

Noemí: (Hoy tengo que arreglarme más de lo normal, tengo que hacer que Alex se arrepienta de dejarme tirada.)

Doy miles de vueltas entre el baño, mi habitación y la cocina, ignorando completamente los gritos de la habitación de en frente.
Al final, termino vestida con unos pantalones negros y una camisa blanca de escote.

Noemí: (Siempre vas por ahí sonriendo a las demás chicas sin camiseta en los partidos, ¿eh? Te vas a enterar.)

Arreglo mi habitación y limpio la cocina, no es que sea un angelito... Pero me gusta tenerlo todo limpio.
Cojo mi mochila y me acerco a la puerta cerrada de la habitación de mis padres... con un susurro, me despido de ellos tras la puerta.

Noemí:—Os quiero... volveré luego.

Salgo y voy al garaje, donde coloco un enorme casco violeta en mi cabeza y monto en mi bici a juego.

Noemí: (Cariño... ¡No me subestimes!)

Nuestra diferente forma de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora