Capítulo 2: ENTRE PLUMAS NEGRAS

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Leonardo Alva estaba en el balcón del segundo piso conversando con su amigo, Josué. El reloj en su muñeca marcaba 6:37 de la tarde. Mientras el resto de sus compañeros trabajaba en la decoración del salón, para el concurso por aniversario del colegio. Solís y Julia peleaban con la silicona, Yahaira y Tatiana recortaban letras de colores brillantes, pero Érick Pineda solo se dedicaba a conversar con Abel. En otra aulas los alumnos eran más coordinados, quizás acabarían antes que ellos. Aunque los trabajos a última hora eran la especialidad del 5° "A".

Cruzando el umbral, y con aires de grandeza, llegaban Leslye y Rosalinda, las encargadas de este desastroso proyecto. Parecían ser las únicas a las que verdaderamente le importaba el concurso, mientras que el resto solo pensaba en lo temprano que debían terminar esto si querían llegar a casa a tiempo. Antes del toque de queda.

Desde hace dos semanas atrás la ciudad de Huacho ha estado conmocionada por las últimas noticias. Ya se habían contado como 8 desaparecidos y 15 fallecidos. La policía seguía con las investigaciones, pero no arrojaba ninguna respuesta. Un tal Wilson había sido acusado de las muertes, profesor de matemática del colegio inmaculada concepción, pero ninguna prueba indicaba su culpabilidad, aun así la policía decidió llevar lo a la carceleta de la comisaria. Sin duda la ciudad quedo totalmente sumida en la oscuridad. Y lo mejor que podían hacer las autoridades era implantar un toque de queda.

Imbéciles.

El caso más conocido, a la par que desagradable era el del estudiante Javier Morales, el cual fue encontrado, destazado en un deposito cerca de su casa. Algo le había roto la mandíbula, y le había arrancado el pie entero. Los padres del chico se sumieron en una depresión profunda, fue tan fuerte que los médicos diagnosticaron psicosis aguda. Puesto que los padres afirmaron avistar a su hijo y aveces escucharlo por las noches.

Leonardo solo se quejaba de las bromas pesadas de Pineda, mientras que Leslye perdía la paciencia de oírlos pelear.

Pineda no era un chico tranquilo, y mucho menos la definición de educado. Sus bromas eran tan molestas y pesadas, que ya casi nadie del salón confiaba en él. Con justos motivos.

De forma inesperada el portero, que también era encargado de limpieza, entro al salón furioso, esa actitud se reflejaba en su vos fuerte y su ceño fruncido. Hubo silencio en el ambiente por un momento, mientras todos se intercambiaban miradas, como si buscaran a un culpable, más aun por un crimen que no cometió.

- Alumno Pineda, ¿dónde está? – era gracioso verlo enojado su estatura ere similar a la de un niño de 13 años, su frente calva y arrugada daba mucha más gracia. Llevaba puesto una camisa de color crema además de unos pantalones azul marino, pero algunos estudiantes no podían evitar imaginárselo vestido de payaso. Aunque eso no le quitaba lo enojón y el mal carácter que poseía, si había una persona a la que no querías enojar era a él. – ¿qué carajos es esa mancha en frente del baño de varones? Me lo puede explicar.

La expresión en la cara de pineda era de total asombro. Ni el mismo podía creer lo que escuchaba. Claro que él si había salido para, atender sus necesidades. Pero el en ningún momento recuerda haber dejado, o siquiera visto una mancha en el baño.

- Yo no eh ensuciado nada. De que está hablando. – pero la cara del Sr Elvis parecía importarle poco, y solo lograba impacientarlo más.

Pero para el resto de sus compañeros les pareció el mejor castigo que podía tener por toda una tarde improductiva. Si él iba a tener créditos extra seria por limpiar los servicios higiénicos, y no por el trabajo del salón.

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