Capítulo 7: TODO OSCURO

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Los cabellos de fuego de la coordinadora, que se enroscaban entre sí como serpientes intentando estrangularse, colgaba de forma tentativa por sobre su hombro. Su moño a punto de deshacerse indicaba que no había dispuesto del tiempo suficiente para arreglarse por la mañana. Pero su rostro bien maquillado indicaba que pasaba más tiempo en su cutis y en lo bien que deben verse sus cejas que en lo descuidado que estaba su cabello.

- si no me quieren explicar que hacían en el laboratorio, sabiendo que está prohibido entrar en el durante el recreo – indicó con su voz casi afónica, pero con un tono severo. – se quedarán aquí a esperar a sus padres.

- pero le intentamos decir la verdad y usted...

- miren, tengo cosas más importante que hacer que escuchar el intento de una broma por parte de unos estudiantes. – recogió sus cabellos por detrás de su oreja. – ya hemos llamado a sus padres, vendrán en un momento. Hasta entonces esperaran aquí, y si tienen suerte no los suspenderemos por tres días.

Giro sobre su taco derecho y cerró la puerta de un portazo.

Josué no dejaba de verse las marcar rojas que la grotesca mano le había dejado hace unos instantes, parecían marcas de soga. Aun así no dejaba de pensar en esa escalofriante cara que apareció en la pantalla del televisor. Su mirada a veces se desviaba hacia los libros que habían a su alrededor. La biblioteca estaba bien surtida de libros, que por el color de la páginas y lo gastados que estaban la pasta de estos se notaba muy fácilmente que llevaban en los estantes un largo tiempo.

Rara vez el bajaba a la biblioteca en los recreos con Leonardo, pero cuando lo hacía trataban de leer la mayor cantidad de libros posibles, incluso una vez oyó a Leonardo decir: "que crees que hubiera dicho el señor Darcy en tu lugar" eso le había sacado una risa irónica, en cierta manera la comparación literaria que Leonardo tejía era graciosa de cierta manera.

Pero Leonardo ya no mostraba su expresión de júbilo, expresaba terror, nervios, no dejaba de ver el blanco absoluto de la calamina de la mesa. Sus ojos parecían están vacíamente tristes, quizás en un punto no aguantaría más y se pondría a llorar, aunque quizás sería la mejor manera de desahogarse. Romy se sentó al lado de él y empezó a frotarle la espalda.

- Leonardo cálmate, por favor. Necesitamos que te calmes.

- no puedo. No puedo. – mientras hablaba, su labio inferior temblaba erráticamente, como su ojo que palpitaba mil por segundo. – Romy, lo vi. Lo he visto... no lo vi en realidad, pero lo sentía. Por todas partes.

Abel escuchaba las incoherencias de Leonardo mientras abrazaba a julia apoyada sobre uno de los libreros. Pensó: que la sensación de seguridad no es tan placentera como la describían, no te hacía sentir más libre, te hacía sentir que cada segundo estas más cerca de la muerte y que probablemente nadie te salvara esta vez.

- Leonardo, sabemos que estas asustado. Todos lo estamos... - desvió un momento la mirada hacia Diego, que estaba sentado en la banca del fondo. Él le devolvió la mirada pero más seria y resentida. – pero necesito que te calmes y nos cuentes que fue lo que sucedió. Por favor.

Romy le dedico una mirada tierna y compasiva. Una sonrisa consoladora se marcó de mejilla a mejilla con un hoyuelo profundo en el lado derecho de su rostro.

- es que, no sé. Todo era extraño. Extrañamente aterrador. – agregó.

- ¿puedes intentar recordar?

- me da escalofríos siquiera pensar en ello.

- trata. – dijo Josué sosteniendo las temblorosas y sudadas manos de Leonardo y dejándolas reposar sobre la fría calamina de la mesa. Se notaba la preocupación en su rostro por una respuesta, algo con lo que explicar lo ocurrido en el laboratorio.

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2018 ⏰

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